Columnistas

Can-didez de Garz髇
Autor: Rub閚 Dar韔 Barrientos
20 de Marzo de 2014


Angelino Garz髇 ha hecho de todo en su vida: desde sentirse sindicalista hasta apoltronarse en la silla vicepresidencial por un partido contrario en ideolog韆.

Angelino Garzón ha hecho de todo en su vida: desde sentirse sindicalista hasta apoltronarse en la silla vicepresidencial por un partido contrario en ideología. Y desde haber sido un hombre carismático hasta convertirse en un cándido hombre público. En la última edición de la revista Semana, le dijo a María Jimena Duzán que “renunció a la Embajada de Brasil, porque el perro Orión estaba muy peludo y el clima caliente de Brasilia le podía hacer daño”. La ministra de relaciones exteriores, María Ángela Holguín, bastante indignada, calificó de inaceptables esas declaraciones y agregó que “le daba vergüenza la excusa con el gobierno brasileño, al que le ofrecía disculpas”.


Angelino ha sido un niño grande. En política ha tenido la inmadurez de haber sido sindicalista (Secretario General de la CUT), vicepresidente de la Unión Patriótica, militante del M-19, ministro de Trabajo y Seguridad Social de Andrés Pastrana, gobernador del Valle, adscrito a Convergencia Popular Cívica, integrante del Partido de la U., constituyente, actual vicepresidente de Colombia, rueda suelta, contradictor del presidente, agradecido con Uribe, lanzador de frases destempladas, ventrílocuo de los derechos humanos y soñador. En su infaltable incoherencia, a Santos y a Holguín les envió hace algunos días una carta en donde indicaba que no iba a Brasil por “motivos personales”. Ahora se inventó una de vaqueros, con el can a bordo.


La verdadera pataleta de la no ida de Garzón a Brasil, se debió a que Juan Manuel –quien por instrucciones de J.J. Rendón, dizque ya no es más el desgastado Santos– cuando presentó su fórmula vicepresidencial (Germán Vargas), habló de que con el nieto de Carlos Lleras se iba a conseguir una dependencia más activa y que ganara en metas. Esas pullas llenaron la taza de Garzón, quien para hacerse sentir tomó venganza al no aceptar ir al país de ensueño, el mismísimo del próximo mundial de fútbol. Esta vez, el que pagó el “pato” fue el perro. O el can, como diría alguno. Su matrimonio con la fórmula Santos ha sido un homenaje al oportunismo.


Es real que la vicepresidencia no tiene funciones específicas. Y en ese cántico a la nadería funcional, Angelino ha dejado perlas y embarradas por docenas. Ahora, a sus 68 abriles, deshoja margaritas si quiere ser candidato a la alcaldía de Cali o de Bogotá. Su esposa Montserrat, le ha dicho que no friegue, que se vaya a descansar. Le gusta ser lenguaraz y no ha tenido problema para criticar el gobierno. Arengó acerca de la fórmula para medir la pobreza, la eliminación de los parafiscales, la política salarial, la crisis carcelaria y los diálogos en el Catatumbo; lanzó diatribas sobre el alto costo de matrículas universitarias privadas e instó al Minhacienda Cárdenas para que se bajara del pedestal y se untara de pueblo.


Su nueva diablura es la declaración en que se aprovecha de que el perro no habla, para buscarlo como argucia. ¡Pura can-didez! Como comunicador, nunca ejerció; como político, ha sido una veleta; como gladiador, ha casado peleas por doquier; como vicepresidente, se va sin ton ni son; como candidato a la OIT, fracasó; como aspirante a una alcaldía de Bogotá o Cali, seguramente fruncirá. Ahora que se ve con buena salud, debería pararle bolas a Montserrat e irse para los cuarteles de invierno. Eso sí, motilando al perro Orión y llevándolo a un clima frío. Jamás dejándolo peludo y aterrizándolo en una ciudad caliente como Brasilia.