Columnistas

En carro por Botagó
Autor: Mariluz Uribe
20 de Enero de 2014


Al entrar a la Universidad la abuela les regaló a los nietos un carro Dodge, el nieto le había pintado unas llamas rojas, pero como la abuela venía a visitarlos, la mamá mandó pintar el carro y se desaparecieron las distintivas llamas.

Al entrar a la Universidad la abuela les regaló a los nietos un carro Dodge, el nieto  le había pintado unas llamas rojas,  pero como la abuela venía a visitarlos, la mamá mandó pintar el carro y se desaparecieron las distintivas llamas.


 ¿Pues qué pasó? Se robaron el carro frente a la callecita lateral de la U. Javeriana. Luego  alguien llamó a preguntar si se les había perdido un carro. ¿Cómo sabían el teléfono? Por supuesto ellos  contestaron que no sabían de qué les  estaban hablando. ¿Para que los dejaran en la lista de los que “daban tiro”? No. ¡Les hubieran robado hasta el corazón para algún trasplante!


Entonces la familia adquirió un  Ford. Una vez  lo cogió el muchacho, y  justo frente a la Universidad, saliendo de la última clase de la noche,  se detuvo en un semáforo en verde: No podía avanzar porque el taxi que estaba delante estaba  varado. Pues llegó por detrás un jeep del municipio y  los estrelló  en sandwich.  A  las personas y al fuerte carrito, no les pasó nada, pero llevaron a la Permanencia  al taxista,  al muchacho, y al empleado del municipio que curiosamente llegó  más tarde y recién bañado (¡!) en su  jeep oficial.  


El muchacho  tenía permiso de manejar de noche con la condición de que avisara si sucedía algo, avisó, difícil en tiempos sin celular... pero buscó, encontró un teléfono público funcionando, y tenía la moneda adecuada. La madre reaccionó a su llamada, y fue  al sitio indicado, ¡nadie, nada! Pero por suerte allí alguien le indicó la dirección de la Permanencia donde los habían llevado. Allá  llegó ella  y habían ENCERRADO A LOS 3 CONDUCTORES JUNTOS en una misma celda “mientras se les arreglaba la situación”.


Milagro no se mataron entre la celda, el muchacho muy educado, el taxista muy apabullado y el miembro del gobierno muy borracho, pero recién peinado, tras la reja  -donde debió haber permanecido- osó preguntar a la señora: - “¿Quién cree Ud. que fue el culpable?” –“Ud. debe saberlo, contestó ella,  Ud. estaba allí, yo no”. Bueno como que finalmente salieron con bien y sin depositar ni un centavo que es algo que dicen se usa mucho. 


Algún tiempo después los de un retén, pararon al muchacho que iba en el Ford  Falkon camino de la Calera, y no porque hubiera hecho algo malo ni estuviera borracho (no bebía), sino “porque un joven de pelo largo no podía ser el dueño de ese carro”. 


El muchacho bajó no sé cómo, a la casa a buscar la tarjeta de propiedad, y la madre se fue con él.  Por casualidad recordó que esa mañana había mercado y le dijo al “detentor “:  “Si hay un mercado adentro de la maleta es nuestro carro”, por suerte allí estaba el mercado y no se había podrido, qué tal, hubieran creído que había un muerto en el baúl y no les hubieran devuelto el carrito.


Pero sigamos con el cuento: Viniendo la hermana del muchacho  manejando por la carrera Séptima,  pum, la estrelló un carro que bajaba “a mil”. por la calle. Milagrosamente no pasó nada grave. Ella le preguntó al tipo - “¿Por qué se me vino encima con su carro?” –“Fue que me quedé sin frenos señorita y su carro era el más fuerte de los que pasaban, entonces decidí frenarme contra él”. Qué tal pues. 


Y otra vez yendo ella por la Cra. 5a la embistió un carro que subía por una calle. No pasó nada grave tampoco, pero la chica fue  llevada a  “juicio” pues el tipo alegaba que estaba en su derecho porque iba subiendo, pero las carreras en Bogotá son vías preferenciales y los que suben o bajan por las calles se deben detener. 


Ah, después no faltó quién preguntara por qué esos jóvenes  profesionales colombianos recién graduados, se habían ido del país...


Pero también fue cierto que sus ofrecimientos de trabajo fueron estos.   A él: - “Lo contratamos como profesor de tiempo completo pero le pagaremos medio tiempo porque Ud. vive con sus padres”.  Y a ella  en el Hospital: -“No le vamos a pagar, pero Ud. va a tener el honor de trabajar con el importantísimo DOCTOR TAL...”


 


*Psicóloga PUJ y Filóloga U de AAl entrar a la Universidad la abuela les regaló a los nietos un carro Dodge, el nieto  le había pintado unas llamas rojas,  pero como la abuela venía a visitarlos, la mamá mandó pintar el carro y se desaparecieron las distintivas llamas.


 ¿Pues qué pasó? Se robaron el carro frente a la callecita lateral de la U. Javeriana. Luego  alguien llamó a preguntar si se les había perdido un carro. ¿Cómo sabían el teléfono? Por supuesto ellos  contestaron que no sabían de qué les  estaban hablando. ¿Para que los dejaran en la lista de los que “daban tiro”? No. ¡Les hubieran robado hasta el corazón para algún trasplante!


Entonces la familia adquirió un  Ford. Una vez  lo cogió el muchacho, y  justo frente a la Universidad, saliendo de la última clase de la noche,  se detuvo en un semáforo en verde: No podía avanzar porque el taxi que estaba delante estaba  varado. Pues llegó por detrás un jeep del municipio y  los estrelló  en sandwich.  A  las personas y al fuerte carrito, no les pasó nada, pero llevaron a la Permanencia  al taxista,  al muchacho, y al empleado del municipio que curiosamente llegó  más tarde y recién bañado (¡!) en su  jeep oficial.  


El muchacho  tenía permiso de manejar de noche con la condición de que avisara si sucedía algo, avisó, difícil en tiempos sin celular... pero buscó, encontró un teléfono público funcionando, y tenía la moneda adecuada. La madre reaccionó a su llamada, y fue  al sitio indicado, ¡nadie, nada! Pero por suerte allí alguien le indicó la dirección de la Permanencia donde los habían llevado. Allá  llegó ella  y habían ENCERRADO A LOS 3 CONDUCTORES JUNTOS en una misma celda “mientras se les arreglaba la situación”.


Milagro no se mataron entre la celda, el muchacho muy  educado, el taxista muy apabullado y el miembro del gobierno muy borracho, pero recién peinado, tras la reja  -donde debió haber permanecido- osó preguntar a la señora: - “¿Quién cree Ud. que fue el culpable?” –“Ud. debe saberlo, contestó ella,  Ud. estaba allí, yo no”. Bueno como que finalmente salieron con bien y sin depositar ni un centavo que es algo que dicen se usa mucho. 


Algún tiempo después los de un retén, pararon al muchacho que iba en el Ford  Falkon camino de la Calera, y no porque hubiera hecho algo malo ni estuviera borracho (no bebía), sino “porque un joven de pelo largo no podía ser el dueño de ese carro”. 


El muchacho bajó no sé cómo, a la casa a buscar la tarjeta de propiedad, y la madre se fue con él.  Por casualidad recordó que esa mañana había mercado y le dijo al “detentor “:  “Si hay un mercado adentro de la maleta es nuestro carro”, por suerte allí estaba el mercado y no se había podrido, qué tal, hubieran creído que había un muerto en el baúl y no les hubieran devuelto el carrito.


Pero sigamos con el cuento: Viniendo la hermana del muchacho  manejando por la carrera Séptima,  pum, la estrelló un carro que bajaba “a mil”. por la calle. Milagrosamente no pasó nada grave. Ella le preguntó al tipo - “¿Por qué se me vino encima con su carro?” –“Fue que me quedé sin frenos señorita y su carro era el más fuerte de los que pasaban, entonces decidí frenarme contra él”. Qué tal pues. 


Y otra vez yendo ella por la Cra. 5a la embistió un carro que subía por una calle. No pasó nada grave tampoco, pero la chica fue  llevada a  “juicio” pues el tipo alegaba que estaba en su derecho porque iba subiendo, pero las carreras en Bogotá son vías preferenciales y los que suben o bajan por las calles se deben detener. 


Ah, después no faltó quién preguntara por qué esos jóvenes  profesionales colombianos recién graduados, se habían ido del país...


Pero también fue cierto que sus ofrecimientos de trabajo fueron estos.   A él: - “Lo contratamos como profesor de tiempo completo pero le pagaremos medio tiempo porque Ud. vive con sus padres”.  Y a ella  en el Hospital: -“No le vamos a pagar, pero Ud. va a tener el honor de trabajar con el importantísimo DOCTOR TAL...”


 


*Psicóloga PUJ y Filóloga U de A