|
El nuevo aeropuerto Eldorado, hasta ahora, no me ha gustado. Se me cansaron las plantas de los pies de andar y andar, pues queriendo llegar no llegaba y además no sabía ir donde iba. Los letreritos supuestamente orientadores eran tan pequeños que tuve que desencamar del fondo de mi cartera de viaje los anteojos de larga vista con lente de aumento.
Descansar no pude pues los asientos, créanlo ustedes o no, no tienen espaldar. No podía creer lo que me decían mis ojos, ni lo que sentían mis espantados huesos ni mis enfurecidos músculos y había una rebelión en mi espalda.
Y yo que creía que lo había conocido todo en materia de aeropuertos, pues con un marido que fue abogado de 5 aerolíneas, había aterrizado el menos en un centenar de ellos. Algunos gigantescos como el de Frankfurt, otros incómodos como el Orly, París, donde para sentarme tuve que entrar a la iglesia y el de Barcelona donde tuve que dormir sobre mi maleta en el suelo, en una huelga de pilotos (y sin ellos).
Aquí, no fui capaz de decirle a un vecino que si me dejaba recostar contra él, finalmente venciendo dificultades pude como una maromera, extender las piernas en otra “silla”. Tristeza y risa me dan estas cosas , y me pregunto qué jovencitos saludables hacen esos trabajos, si son recién graduados que por lo visto viven lejos de sus padres, tíos, abuelos y bisabuelos, que seguro todavía viajan, ahora que la vida para todos se prolonga pues las industrias farmacéuticas fabrican drogas que si bien no remedian las enfermedades prolongan la vida para que las gentes vivan más y tengan más tiempo para seguir comprando el “mantenimiento”.
Bueno, finalmente pedí una silla de ruedas, lo que hizo que me mandaran a SANIDAD, y ¿dónde estaba Sanidad? Seguramente, y por alguna razón, en algún lugar oculto, pues no había ningún aviso indicando donde era.
El lío mayúsculo es encontrar un baño, pues hay dos (supongo que por piso) pero escondidos en cada extremo en un giro del gran corredor, y el letrero no es visible a menos que a uno se le haya ocurrido girar en ELE. En otro lugar inesperado hay uno para “Familias”, por lo que no se puede entrar solo y no encontré con quién.
Habrá lugares para almacencitos, así que le recomiendo a algún paisa avispado que ponga una venta de pañales, pues si sufrimos de los riñones y de todo lo que queda por ahí, necesitaremos algunos para no llegar a nuestro destino con la ropita mojada, ni tener que hacer cola para entrar al minibañito del avión donde por cierto los gordos tiene prohibida o mejor dicho impedida la entrada.
Me regalaron un cuaderno, un poquito gris como lo es allá todo, los pisos, paredes y techos. Con la lupa y debajo de un bombillo pues la letra es blanca sobre café claro, logré leer lo siguiente que les sugiero de una vez anoten en su agenda de bolsillo:
En el 1er piso es la llegada de vuelos nacionales (¿y los internacionales?) las oficinas de plataforma, bodegas y comercio.
En el 2o piso, atención: es la llegada de pasajeros ( ¿del exterior o del interior?) y el nivel técnico.
En el 3er piso es el CHECK-IN de pasajeros, aunque estos no hablen inglés. Y comercio.
Y en el 4o piso es la Plazoleta de Comidas, y servicios (¿cuáles?)
El 2 de noviembre, fui a recibir a alguien que venía de Houston en United, y aunque su avión ya debía haber aterrizado, no lo veía por ninguna parte y en los avisos refulgentes de LLEGADAS decía que el avión de United de las 8 había salido de Newark (N.J. / N.Y.) y no de Houston (Tx.) Afortunadamente después de aduanas y no sé qué, TODOS los pasajeros salían por la misma puerta.
Así que a ponerse la pilas, vestirse de rojo para ser vistos, llevar patineta y ya saben lo demás. Ah y un sanduchito en el bolsillo por si no alcanzan a averiguar cómo se sube a las Comiditas.