![]() |
Foto: Angela Patricia Zapata
Arturo Giraldo estudió la primaria en el Colegio Miguel de Aguinaga, de la Comuna 8. Después ingresó al Liceo de la Universidad de Antioquia, donde cursó primero de bachillerato; luego ingresó al Seminario de los Terciarios Capuchinos en La Estrella, donde llegó hasta quinto de bachillerato; y finalmente terminó sus estudios de básica secundaria en el Liceo Nwocturno de la Universidad de Antioquia. |
Apenas siendo un egresado de Periodismo de la Universidad de Antioquia, por allá en 1971, Arturo Giraldo asume su primer trabajo en el periódico Vanguardia Liberal, de Bucaramanga, donde inicia una larga carrera de ejercicio periodístico de la que, según él, EL MUNDO fue, es y seguirá siendo su casa.
En honor a su entrega, profesionalismo y diligencia, la Fundación FundaMundo decidió hacerle un reconocimiento con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se celebra hoy, y a su compromiso con uno de los géneros periodísticos más complejos y allanados por el empirismo: el de opinión.
“Mi trabajo en Vanguardia Liberal fue mi primera experiencia profesional. Yo recuerdo que nos fuimos para Bucaramanga un grupo de periodistas a ejercer en un medio que era manejado por el empirismo, por lo que tuvimos que gastarnos las primeras dos quincenas en aguardiente para ganarnos a los mandamases del periodismo.
Luego trabajé dos años en El Colombiano y de ahí me fui para la Universidad de Antioquia como profesor de tiempo completo.
“En 1979 participé en la fundación del periódico EL MUNDO e ingresé a la sala de redacción que estaba bajo el mando de Darío Arizmendi. Solo duré un año cubriendo la fuente de internacional, porque me fui a trabajar en la dirección de dos noticieros radiales de RCN y Caracol. Ya después recibí la invitación de Humberto López para que regresara a EL MUNDO como editor de opinión. Allí duré diez años”.
“Es el que se encarga de recibir los artículos de los colaboradores y columnistas y de revisarlos detalladamente, ya que si a uno se le pasa un error queda mal el columnista, el editor y el periódico”.
“No son muchos, pero como es un ejercicio muy ligado al empirismo habían títulos muy largos. De resto, cuando uno leía un párrafo que no era claro o coherente, llamaba al autor del contenido para cuadrarlo. En esos primeros diez años empecé a hacer mis primeros pinitos en la redacción de editoriales”.
“Demasiado. Con la venia de él yo empecé a hacer editoriales semanales. Don Guillermo Gaviria, a pesar de ser ingeniero de Minas, era un extraordinario escritor de editoriales. Nos la pasábamos todo el día discutiendo los temas y ultimando detalles”.
“La columna de opinión da mucha más libertad para el que la escribe, incluso uno ve columnas más estilo crónica que argumentadas. La columna es un género muy lindo porque te da muchas posibilidades, cada autor le da su propio sello.
En cambio, el editorial pretende reflejar el pensamiento de un colectivo, en este caso de un periódico, lo que lo hace un ejercicio más responsable frente a su concepción y escritura. Está en cabeza del director o de quien él delegue. Es un contenido ligero porque se presta para el juego dialéctico y el uso del humor y la ironía, pero en general siempre está enfocado a los temas controversiales. A diferencia del artículo de opinión, el editorial tiene un planteamiento, un desarrollo y una conclusión”.
“Eso es muy relativo porque los periódicos impresos pueden hacer invitaciones a leer estos contenidos en las primeras páginas. Algunos presentan a sus columnistas estrellas. Además hay que entender que en los primeros medios impresos el enfoque era la opinión y no la noticia, que viene siendo un invento moderno, ya que los periódicos eran netamente ideológicos y fueron instrumentos de debate y combate político. Sin embargo, con el auge de las nuevas tecnologías en los últimos tiempos, los periódicos han tenido que transformarse, ser más explicativos y analíticos”.
“Yo no estoy actualizado sobre los pensums de las universidades, aunque ahora veo que el periodismo se ha desligado de la comunicación social y se ha vuelto algo más especializado. Esta división ha sido beneficiosa porque una persona puede dedicarse cuatro años a estudiar los géneros periodísticos. Por eso creo que hay que empezar simultáneamente con la noticia y la opinión. La competencia para los medios impresos es muy fuerte, de ahí que es necesario que los periódicos sean escuelas de formación de periodistas de opinión. Ese es el relevo generacional que se necesita, que los editores escriban artículos de opinión y que los periodistas que más saben de los temas contribuyan con esta tarea”.
“Hoy hay mucha teoría sobre periodismo de opinión, pero primero hay que arrancar a escribir sin miedo. Por ejemplo, nosotros en EL MUNDO tuvimos una columna que se llamaba Sala de Redacción, en la que invitamos a los periodistas a escribir su punto de vista sobre algún tema. Lamentablemente en diez años no hubo dos o tres colaboradores en este espacio. Eso es preocupante, ya que los periodistas no se deben quedar solo con la reportería o con la interpretación para escribir un buen título”.
“Es una iniciativa extraordinaria. El solo hecho de que los estudiantes se apropien y se empoderen de un periódico para leerlo y hacer actividades con él, y no para envolver o madurar frutas, es fabuloso. A esta propuesta hay apostarle y voy a estar ahí para lo que me necesiten”.
“El calor humano que se respira allá, el colegaje y la amistad de toda la gente, tanto de las directivas como del personal de la rotativa. Eso me llena de emoción y gratitud con toda esa familia que es EL MUNDO”.
“Yo siempre he dicho que uno de la profesión que le ha permitido vivir modestamente y con dignidad, uno no se aleja. Las personas pasamos y las instituciones quedan, y esta que ayude a fundar ha sido lo mejor que me ha pasado”.
“Su profesionalismo y la capacidad de comprensión de los problemas y de la gente hacen de Arturo un ser humano insuperable. Es una persona con mucha trayectoria periodística y universitaria que le dieron un excelente perfil en la coordinación de los artículos de opinión y en la subdirección”.
“Don Arturo es un maestro y esta palabra implica generosidad, sabiduría y experiencia. Lo que le regaló a El Mundo en estos veinte años ayudó a dar el nuevo viraje de esta casa periodística hacia las instituciones educativas”.
“Es un periodista de profesión y con una gran formación. Es una gran persona que hace las observaciones con una gran maestría. Hoy en día no es fácil encontrar a alguien que se dedique a trabajar con tanto entusiasmo como él”.