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Hace una semana compartimos aquí el orgullo de la comunidad universitaria por el extraordinario logro de su acreditación de alta calidad y su liderazgo en materia de investigación científica en el país. Hoy debemos solidarizarnos con la Rectoría, el Consejo Académico, el Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, entre otros estamentos, en su justa protesta contra la abusiva utilización de símbolos y espacios de la ciudadela universitaria, y la estigmatización de la institución y varias de sus carreras por parte de los realizadores de la serie “Tres Caínes”, del Canal RCN.
A la manera de la exitosa serie “Escobar, el patrón del mal”, el citado canal no quiso quedarse atrás de su eterno rival en la disputa del rating televisivo, y está emitiendo un dramatizado que se equipara con aquel en la crudeza de las escenas de violencia y en la explotación morbosa de pasajes de la vida de grandes delincuentes; en este caso, la de los hermanos Castaño Gil, promotores y ejecutores de una empresa criminal que llenó de luto a cientos de miles de hogares a lo largo y ancho del país, entre ellos a no pocos de profesores y estudiantes de la Universidad de Antioquia, víctimas inocentes de la guerra que aquellos declararon a las Farc por el secuestro y asesinato de su padre, Fidel Castaño.
Aparte de que no creemos en la dudosa “contribución a la verdad histórica” y menos en el supuesto efecto aleccionador y de repudio al delito de esos dramatizados -por el contrario, no les falta razón a sicólogos y padres de familia que reclaman que los mismos no sean trasmitidos en horario familiar porque sus contenidos no son aptos para los niños-, no dejamos de reconocer que Colombia es un país de libre empresa y libre expresión, y sus productores están en su derecho de explotar esos temas hasta que la audiencia se harte de ellos y cambie de canal.
A lo que no hay derecho es a lo que denuncian los afectados por los “Tres Caínes”, específicamente en los capítulos emitidos los pasados 5 y 6 de marzo. Una de las características de este tipo de programas es que son un híbrido perverso de realidad y ficción, en dosis que sus realizadores usan según su conveniencia. Por ejemplo, no se menciona para nada a la Universidad de Antioquia sino que se usa el nombre ficticio de “Universidad Pública de Antioquia”, pero la cámara recorre muchos lugares de sus instalaciones y es claro que estas fueron utilizadas para varias escenas. Aparte de eso, es difícil creer que fuera fortuita y no deliberada la toma de la imponente escultura del maestro Rodrigo Arenas Betancur (“Hombre, creador de la Energía”), situada en la plazoleta central de la ciudad universitaria, la cual está asociada tan fuertemente a la imagen corporativa del Alma Máter que por ella se le reconoce en el país y en el mundo. Ahora se sabe, por la carta que el Consejo Académico dirigió al presidente del Canal, Gabriel Reyes, que los productores pidieron permiso pero se cuidaron de explicar el contexto en que serían usadas las imágenes. Extraño lance entre marrullería e ingenuidad en el que llevó las de perder el Alma Máter de Antioquia.
Huelga decir que acompañamos a la Rectoría y al Consejo Académico en su rechazo a todo tipo de programas que contribuyan “a prolongar los estereotipos con los que se ha señalado -y victimizado- a miles de personas, como ha ocurrido con miembros de esta Universidad”. También en su apelación a la responsabilidad social del Canal RCN, para “exigir las rectificaciones y aclaraciones del caso, absteniéndose además de emitir nuevamente imágenes de espacios de nuestra Institución”. Es lo mínimo que puede reclamar una institución tan respetable como el Alma Máter de Antioquia y lo mínimo que puede esperarse de una empresa del prestigio de RCN.