Helí Ramírez nació en Ebéjico, Antioquia, en 1948. Llegó a Medellín con su mamá después de que su papá y su abuelo fueran asesinados. Fue descubierto por Elkin Restrepo. Trabajó en el Seguro Social de Medellín.
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Óscar Jairo González Hernández.
Profesor Comunicación y Lenguajes Audiovisuales. Universidad de Medellín
Helí Ramírez, el poeta de Castilla. Uno de los escritores más honestos con su propio lenguaje y con su propia historia: la de un “pelado” que se crió en uno de los barrios más violentos de la ciudad, sin que eso impida la belleza de su poesía o se traduzca en una literatura cliché.
En él y en su obra no hay complejos por evidenciar lo popular, lo barrial. No imposta su lenguaje para tratar de hacerlo elegante y aproximarse al estilo de escritores clásicos. No.
Aunque a Ramírez no le gustan las entrevistas, ni hacer teoría con su obra, ni el culto al creador, habla sobre algunos aspectos de su trabajo.
“No he podido descifrar ese misterio en mí”.
“Tampoco tengo ni la más remota idea de mi interés por la poesía como vehículo de expresión”.
“Nunca pienso en técnicas cuando me pongo a escribir. Así es la cosa conmigo y mi escritura”.
“Cada cual tiene su lectura. No creo que yo construya o re-construya realidad. La realidad, puede ser, me re-construye, me construye a mí. Realidad e imaginación: recíproca alimentación; si no fuera así, entonces no he hecho nada, he perdido mi tiempo”.
“¿El Nadaísmo? nos dejó a Jaime Jaramillo Escobar, a J. Mario, a Eduardo Escobar, a Fanny Buitrago, a Jaime Espinel; un pedacito de Darío Lemos que nos pudo haber dado más, pero bueno, es tan extraña la poesía que lo que nos dejó pudo haber sido lo que tenía para dejarnos, y si se lee con detenimiento, es suficiente.
A veces se escribe mucho y no se logra ni una línea de poesía. También el Nadaísmo nos enseñó que en el trabajo literario y en la conceptuación de la literatura, no todo lo que brilla en verbo es oro verbal”.
“‘Acuarimántima’, unos cuantos amigos que desinteresadamente abrieron sus páginas a un joven marginado social y económicamente que llevaba años escribiendo, no tenía forma de publicar, y ellos, sabiendo que en las relaciones de poder nada podían encontrar en mí en ganancia, publicaron mis poemas, me ofrecieron su amistad y me abrieron las puertas editoriales de ahí en adelante”.
“Provienen de los mismos libros; tienen el mismo sentido de los libros, y en cuanto a que qué necesidad tienen para mí, ninguna necesidad, ninguna”.
“Obedecen sí, a una postura existencial, claro; ¿irónica? cómo no; nihilista, no lo dude; ¡¿estoica?!, pobre Zenón conmigo; ¿crítica?, sí, pero más que simplemente crítica, con una postura de guerrero hasta la muerte”.
“Qué pena con ustedes los amantes de la literatura y su conceptualización: ni busco ni deseo un lector. Si de pronto existe, bien, bacano; si no existe un lector, ni me va ni me viene. Primero estoy yo. Yo me escribo, yo me leo en el momento de escribirme y hasta llego. Por eso me tiene sin cuidado lo que digan o dejen de decir de mis tanteos en poesía”.
“He leído algunos poetas colombianos, algunos españoles, algunos norteamericanos, algunos ingleses, algunos franceses, reenvasados al español, claro está, en mi caso, y a ninguno de ellos le debo nada, y a todos les debo mucho”.
“La misma que a una escuela de fútbol”.
“No sé”.
“Mucha importancia. Ayudan a enderezar las cargas durante la marcha por la especulación y la farsa en que vivimos los artistas”.
“Un poquito de historia para conocer a los que me han rodeado desde que nací, y me rodean hoy en día; un poquito de economía para entender que la luna no es un pandequeso, y cómo se ha movido y se mueve el poder; un poquito de poesía, novela, cuento y ensayo para vivir bien alimentado y sano”.
“Observo, miro, la de los otros; lo mío no, ¿para qué?, lo hecho hecho está”.
“Hace años, pero años, que me alejé de evangelios y doctrinas por el estilo. Pienso que el poeta y el escritor vive y escribe, escribe y vive, y tiene que afrontar el momento histórico que le toque de acuerdo a su propia conciencia”.
“En mi obra, (¿de qué estoy escribiendo?, ¿qué es lo que estoy respondiendo?) y en mi realidad la naturaleza humana me obliga a cuidarme al doblar una esquina, al cruzar una calle, al entrar o salir por una puerta, y a que si se me aparece el amor lo viva, lo disfrute, y chao poeta, chao escritor con su trascendencia a los infiernos, con su olor a inmortalidad a la porra.
Qué risueña me produce responder por escrito u oralmente semejantes preguntas. Qué bajo estás cayendo Helí. ¿Te estás creyendo, Helí, estrella de red social por internet?, vas por muy mala ruta Helí”.
“Allá Benn con sus cosas. Las palabras para mí son y siguen siendo una farsa en todos los discursos. Las palabras me han convertido en un gran farsante conmigo mismo y con quienes me rodean desde ayer, hoy, y mañana. Las palabras... para qué ofenderlo a usted y a los de su secta”.
“¿Mi biblioteca? unos pocos libros; tuve y tengo dos bibliotecas muy grandes y muy buenas: la de la U. de A. En mi infancia y adolescencia, la Biblioteca Pública Piloto, y ahora la de Comfenalco. Muy buenas todas tres, y diario, tengo a mi lado cinco o seis libros que leo unos y consulto otros de acuerdo a los temas que antes le enumeré”.
“La noche, como entiendo su pregunta y que es hacia donde apunta la idea de ustedes, se la dejo a Novalis, a Blake, a Holderlin, a J. A. Silva. La noche que me rodea a mí desde que nací es de beba, baile, amor, odio, muerte y vida”.
“Y no me diga que uno es nada en la vida. ¿Somos nada? Somos.
Yo soy.
Es imposible no ser algo. Uno es algo.
¿Que uno es nada si no se tiene un peso en el bolsillo
ni tarjeta en un cajero?
De acuerdo. Muy estúpido sería decirle que no. No tenemos un
peso, ni tarjeta para meter en la ranura de un cajero,
pero de ahí a que somos nada, mal me huele esa idea.
Y para que se muerdan las uñas: eso tiene solución en uno de esos
pensamientos que llaman malos bien parado en la mente
por una carretera sembrada en pinos de ilusiones.
Y no me diga que así lo quiso el destino.
A la una, a las dos, o a las cuatro de la tarde o del amanecer
uno es lo que quiera ser o sea
a no ser que de pereza nos quedemos sentados...
sentados a esperar que el billete
del cielo caiga por un hueco en el techo
a la sala del rancho.
Yo sí tengo muchas cosas que ser para hacer”.
Poema de Helí Ramírez facilitado por Tragaluz Editores.
“De las ilusiones que me hago a alguna llego.
Yo no nací para morir antes de estar muerto. Olvídese. Así
como no me quedé en la pared de una esquina pegado de grafiti
en fondo de pantalla para un video.
Nada está perdido para mí.
Y fuera de la consigna “plata o muerte”
que a veces tan burda suena cuando
se escucha desde la comodidad o desde un mediado estar
me he planteado otras consignas para ser
feliz entre la realidad cotidiana siempre de reina cruel
cuando se está encajonado entre
un Mínimo de salario que no entrega
una noche de fiesta ni aunque se le
amenace y de la amenaza se pase al
hecho de dejarlo en las afueras de la
ciudad de basura en una bolsa negra..., al
Mínimo. Claro. Con mayúscula.
¿Muy viniendo traición?
Cuidado con ese muerto que quiere hablar”.
Poema de Helí Ramírez facilitado por Tragaluz Editores.
“La vida cambia de un día para otro su sombra,
y otras son las ambiciones en un tiempo
que no se sabe a cuántos días equivaldrá;
Con oscuridad o claridad le rompo
el ojo ciego al destino que posa de duro.
Así las cosas, defiendo mi espíritu;
que mi espíritu no se vaya a doblegar.
Si lo logro,
hago fiesta.
Severa rumba hago”.
Poema de Helí Ramírez facilitado por Tragaluz Editores.