Urbanismo y Cultura, un vínculo absolutamente necesario para el desarrollo de nuestras ciudades, que siguen enviando un mensaje equivocado a sus habitantes, al dejar a la merced de la actividad económica, el desarrollo urbano
Esta relación tan necesaria y tan ausente de nuestra realidad urbana en América Latina, ha venido separándose cada vez más de las lógicas de los gobernantes, imponiendo intervenciones sin fondo en los territorios y llevando las manifestaciones culturales, empíricas y vivas propias de estos países a recintos cerrados. Urbanismo y Cultura, un vínculo absolutamente necesario para el desarrollo de nuestras ciudades, que siguen enviando un mensaje equivocado a sus habitantes, al dejar a la merced de la actividad económica, el desarrollo urbano. El mercado tiende a dominar la dinámica urbanística y no es un buen planificador, tal vez, es el peor. En todo el continente no llega a 30% el promedio de los perímetros planeados, esto quiere decir que la inmensa mayoría de los desarrollos habitacionales son improvisados, hechos en lugares que no tenían contemplado ese uso. No puede el mercado ser superior a la organización de las ciudades. En estos últimos 20 años, ha crecido más el suelo jurídicamente catalogado como urbano, que la población, (ONU Hábitat 2016) Si las ciudades siguen creciendo más rápido que la población, la burbuja inmobiliaria será el mayor problema en un corto plazo, incluso mayor, que el de mínimos elementales como el del agua, o el de las cloacas (alcalntarillado). El valor del predio urbano, según la misma fuente, es 10 veces más que el rural, lo que implica que es alto el incentivo que recibe el que desafecta un territorio para permitir urbanizarlo. Esta disparidad entre las lógicas de la urbanización, contribuye también a que la legislación urbana, sea otra herramienta para acentuar con mayor fuerza lo injusto y arbitrario de las normas y en definitiva el triunfo del mercado inmobiliario sobre la organización de la ciudad. Hoy sería una buena práctica, dudar de todas las fórmulas de ordenamiento territorial que privilegie los desarrollos para la vivienda por encima de los espacios públicos. Las ciudades cambiaron de rol, y de los buenos usos que se den a cada predio depende, que se haga la evolución de un gran centro de consumo, donde el ciudadano, llega a comprar bienes y servicios, a un gran centro de producción, que genera conocimiento, que vale mucho y que al poderse transferir, recibe mucho más de lo que pudiera exigir. Esto incrementa sustancialmente el área urbanizada y reduce la densidad urbana. El área urbanizada se concentra, se repotencia, se recoge y hace más fácil la generación de conocimiento, es que es el verdadero valor de producción de las ciudades hoy, con esto se vuelve supremamente eficiente, puesto que es muy barato llevar, agua y luz, limpiar y buscar las basuras, entre otras, es un espacio concentrado, que en un espacio disperso. Por eso digo que el aumento de la densidad urbana sería posiblemente el problema más grave de todos, es muy costoso llevar los servicios a cada casa en un territorio desconectado y desconcentrado, por eso cada que se hace de un espacio rural, un territorio urbano, se genera un problema económico con un margen de maniobra casi nulo, pues se beneficia el gobernante por los incentivos que puede tener al decretarlo, pero se afecta a toda la población que tiene que pagar llevar a cada esquina de esos lugares incorporados a la retícula urbana, todos los servicios.
Es una ecuación elemental, conviven hoy en día simultáneamente en las ciudades el consumo y la generación de conocimiento, pero si se trabaja para que aumente el segundo, aumentan los dos, si se trabaja para asegurar el primero, desaparecen consumo y generación de conocimiento. La inversión en los cerebros es claramente lo que garantiza la evolución de las ciudades, no la inversión en centros para el consumo. Lo resumimos construyendo #CiudadaníaAntesQueCiudad esa es la única salida.