Las imágenes que comparte el fotógrafo Mauricio Vélez en su nuevo libro no son sólo un homenaje al Ejército y sus hombres y mujeres, sino un llamado a la reflexión de todo el país.
Las imágenes son tan reales y estéticas como impactantes, porque en ellas se muestra la crudeza de una realidad que lo único que ha generado es sufrimiento y lágrimas.
Soldados, el nuevo libro de Mauricio Vélez, es, como él mismo lo define, “una mirada humana al soldado”, a esos hombres y mujeres que ponen los bienes más preciados que tiene cualquier individuo, su vida y su alma, alejados de sus familias y de sus lugares de origen, por el bienestar de todos y al servicio constitucional de nuestra Nación.
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Durante muchos años, este hijo de Bello, Antioquia, formado como fotógrafo empírico desde muy temprana edad y luego perfeccionado en el Instituto Europeo de Diseño, en Milán, Italia, recorrió los más inhóspitos lugares capturando imágenes de las más valerosas, conmovedoras y nobles acciones que diariamente, y en todos los rincones del territorio nacional, realizan los soldados del ahora Ejército Bicentenario de Colombia.
En sus 33 años de ejercicio profesional, camino que precisamente inició con sus primeras publicaciones en el periódico EL MUNDO, Mauricio Vélez se ha ganado también un lugar de honor en el medio colombiano por la polémica y la exquisitez que revelan sus imágenes en obras como Mitad ángeles, Mitad demonios, en la que se aborda el tema de los sacerdotes pederastas; La última cena, en la que se recrea la célebre obra de Leonardo da Vinci con los personajes más polémicos del ámbito nacional en su momento; y luego en Retratos de sociedad, libro también publicado por Villegas Editores y que en su portada muestra esa imperecedera imagen de Gabriel García Márquez y las flores amarillas, la última foto del Premio Nobel colombiano en vida, la misma que hoy está en 20 museos de todo el mundo y que acompaña sus cenizas en Cartagena.
El MUNDO habló en exclusiva con Mauricio Vélez sobre Soldados, el libro homenaje al Ejército y sus hombres en sus 200 años de historia.
¿Mauricio, qué es para usted la fotografía?
La fotografía sigue siendo mi inspiración, mi razón de vivir, mi manera de concebir el mundo, mi manera de comentarlo, es mi manera de buscarme un espacio en este universo.
¿Cómo, cuándo, dónde y por qué hizo Soldados?
Soldados es un libro más allá de la memoria. Desde hace 23 años vengo recorriendo el país, registrando la dureza del conflicto de una manera particular, con una visión muy personal, tratando de contar esta historia y pensando en cómo poderlo hacer de una manera estética. Entonces cada vez que podía acompañar un operativo de la Institución iba sumando material, y cualquier día sentí y pensé que con todas esas imágenes podía hacerle un homenaje al Ejército y sus soldados. Toqué la puerta de la Institución, hablé con altos oficiales y luego de que me abrieron las puertas con esta propuesta decidimos que era un justo reconocimiento que podía coincidir con el Bicentenario del Ejército, que retrata la realidad de los soldados desde una perspectiva estética.
Soldados no sólo es arte y estética, es la cruda realidad que vive el país. ¿Puede entonces interpretarse también como un llamado para que esos muchachos que conforman el Ejército sean valorados en su verdadera dimensión y por el gran servicio que le prestan al país?
Esto para mí tiene muchos sentidos profundos. Las fuerzas armadas son un reflejo y un espejo de lo que somos nosotros como sociedad. Seguramente por circunstancias de la guerra, porque la situación social nos ha obligado, hemos constituido una Institución con una gran fuerza y un gran poder, de un país en guerra. Y allí hay que reflexionar mucho en que no sólo mandamos a la guerra a los buenos y a los malos, sino que somos toda una sociedad que nos hemos construido en torno a una guerra, por lo que ojalá despertemos en algún momento y nos demos cuenta de que esa fuerza y ese poder, aplicados a otros valores, puede tener otros beneficios mucho más interesantes. En todo ese tiempo que estuve persiguiendo estas imágenes, bien de un lado o bien del otro, tuve la oportunidad de ver un Ejército muy profesional, con unos estándares internacionales supremamente claros, con unos derroteros de trabajo muy determinados, una capacidad de respeto por la democracia que los lleva a entender su función de servicio. Eso se ve cuando hay una calamidad, cuando existe la necesidad de contribuir con las mejoras sociales, como construir una carretera, hacer parte de la solución y la ayuda en un desastre, toda esta fuerza que hemos creado sirve para eso, para ser parte de misiones de paz, de construcción, de apoyo, porque es un Ejército que no fue creado única y exclusivamente para la guerra, y entonces en la medida que nosotros como sociedad cambiemos la visión hacia esta Institución y los soldados, también va a generar una transformación que puede ser de mucho beneficio social para el país.
En Soldados hay imágenes impactantes, dolorosas. ¿Lloró haciendo algunas de esas tomas?
Yo siento que todavía no me he podido recuperar de todos los momentos dolorosos que vi y viví en muchos de esos instantes. Una de las motivaciones que me empujó a realizar este proyecto, por ejemplo, es que seamos conscientes y no veamos al soldado como un objeto sino como un ser humano. Por eso insisto en el texto en el lado humano de estas personas que nosotros las deshumanizamos totalmente, no nos importa mandar a la guerra a esta cantidad de jóvenes que apenas están cumpliendo su mayoría de edad, sin pensar en que exponen su vida, exponen su integridad física, y los miramos simplemente como un elemento de guerra y no como un ser humano de la sociedad. Y esa reflexión para mí es supremamente fundamental, porque nosotros nos aislamos del problema, no nos importa si los matan, no nos importa si pisan una mina antipersonal y quedan lisiados, no nos importa absolutamente nada, simplemente los mandamos al campo de batalla sin importarnos qué pasa con ellos de ahí en adelante, y esa es una reflexión que tenemos que hacernos cada día, porque ahí es cuando más empieza a doler Colombia, cuando más empieza a doler esta guerra.
¿Haciendo Soldados cambió su percepción de la vida?
Por supuesto, la transformación es supremamente grande porque es imposible estar inmune ante tanta inconsecuencia, ante tanta decisión equivocada, tanto ego, ante el error de que mandamos a la guerra a gente que no tiene nada que ver con ella. Entonces humanamente esto transforma, ver las inclemencias y las consecuencias de esta guerra se convierten en una realidad muy dolorosa.
¿Cuál es la mayor satisfacción que le deja esta experiencia?
Me deja la alegría de poder dejar para la memoria de Colombia y la historia estos registros, me deja la alegría de poder honrar a estos personajes, que olvidamos con facilidad, que pelean por causas nuestras y no por las suyas realmente, y lo hacen más por necesidad que por convicción. Y me deja la alegría de poder dejar un retrato humano de estos hombres que se juegan la vida todos los días por nosotros.
¿Qué sigue para Mauricio profesionalmente?
Estoy enfocado en dos libros más. Colombia más allá de la memoria, que aborda el conflicto colombiano, es un trabajo de tres años ya finalizado, al que no le ha llegado el momento de ser publicado, pero estoy esperando ese momento oportuno; y el otro lo estoy terminando, estoy en un 95%, haciendo las últimas imágenes para poderlo publicar el próximo año.
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