Las lenguas ancestrales, la etnoastronomía, el conocimiento de creación de artesanías, su construcción de organización social y los demás conocimientos y saberes ancestrales de los grupos étnicos colombianos cada vez están más insertos en los planes de estudio de universidades y colegios del país.
La multiculturalidad y la plurietnicidad, aun cuando siempre han estado presentes en la conformación de los pueblos de América, sólo en el siglo pasado empezaron a tener visibilidad y a ganar espacios en los marcos constitucionales y sociales. En este sentido, y según lo afirmó el Ministerio de Educación, Colombia ha tenido avances significativos, especialmente a partir de la promulgación de la Constitución Política de 1991 en la que el Estado reconoció este carácter pluriétnico y multicultural como constitutivo de la nacionalidad, fundamentada en la protección a la diversidad y al respeto por la dignidad humana.
Estos principios surgieron no sólo como resultados de los reclamos de los pueblos y comunidades de estas poblaciones, sino en concordancia con las tendencias cada vez más crecientes de la sociedad mundial de aceptar que la diversidad se constituye en verdadero pilar de la integración social y de un conocimiento que apenas se empieza a explorar.
En este sentido, cabe recordar que históricamente los saberes y conocimientos ancestrales no formaban parte de los currículos académicos, ni de colegios, ni de universidades; por el contrario eran considerados como mero folklore, reduciendo estos conocimientos a prácticas o tradiciones.
Al respecto, Cathy Ramos, socióloga y docente de la Universidad Pedagógica de Colombia, señaló que “con los procesos de colonización en diferentes continentes, los pueblos originarios fueron considerados como ignorantes, porque no vivían bajo los preceptos de la religión de los países de donde provenían los conquistadores. Sus creencias, valores y conocimientos fueron menospreciados y desconocidos. Sólo hoy en día, estos saberes están siendo reconocidos”.
En ese orden de ideas, en el 2001 se emitió una declaración universal de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) sobre la diversidad cultural en la que se estableció que los saberes tradicionales y ancestrales son un patrimonio cuyo valor no se circunscribe sólo a las comunidades originarias, sino que constituye un valioso recurso para toda la humanidad.
Según se afirma en la declaración, la diversidad cultural es una fuente de creatividad y de innovación, y su reconocimiento fomenta la inclusión social y la participación. Por tal motivo debe ser “protegida y promovida, reconocida y consolidada en beneficio de toda la humanidad, de las generaciones presentes y futuras”.
Aplicación e impacto en la academia
Marta Tirado, coordinadora del programa Cree de la Universidad de Antioquia, institución de educación pública que precisamente este año se convirtió en la primera del país en incluir en su pénsum varios cursos simultáneos en lenguas indígenas, indicó que este tipo de iniciativas evidencian la relevancia que está tomando no sólo en el país sino en el mundo entero la validación de conocimientos ancestrales. “Esto no es sólo para que los estudiantes de estas culturas o etnias ingresen en la educación superior, es para que todos aprendamos que sus conocimientos son válidos, importantes y que crean un nuevo punto de partida de investigación, innovación y creación de aprendizajes”.
Selnich Vivas, escritor, editor y profesor de literatura alemana y de poesía minika en la Facultad de Comunicaciones de la UdeA, precisó que la adaptación de conocimientos ancestrales a los currículos académicos se hace necesario y más aún cuando “la universidad, como proyecto, está orientada hacia el aprendizaje de saberes occidentales y es importante tener este espacio para plantear una reparación de los saberes propios”.
A la par, Noinui Jitoma, docente del lenguaje Minika, señaló que el “impacto que tiene y tendrá el entregar conocimiento ancestral de los pueblos colombianos a los jóvenes a través de la academia cambia en sí misma la intención del aprendizaje, ya que ellos se integran a nuestra perspectiva compuesta por la naturaleza y aprenden a hablar con ella, tal y como se puede hacer desde la agricultura, la siembra y la astronomía, o como se le puede llamar: Etnoastronomía”.
Algunas organizaciones sociales, líderes de comunidades étnicas, instituciones de educación básica, media y superior del departamento y de la ciudad, han estado de acuerdo con trazar dentro del plan de estudios de colegios y universidades líneas trasversales que conjuguen el aprendizaje regular con talleres, foros, clases y cátedras de conocimientos y saberes de pueblos étnicos y afrodescendientes del país, modelo también conocido como etnoeducación.
Etnoeducación
“Universidades como las públicas, con sus programas de Antropología, Sociología, Historia, Ciencias Sociales y otros encargados de potencializar y promover ese tipo de conjugaciones sociales deben incorporar en sus pensum las líneas de fortalecimiento histórico y eso se hace a través del reconocimiento de las poblaciones o grupos étnicos que han aportado al desarrollo de la sociedad. Estos deben ser elementos constantes dentro de cualquier cátedra porque esa identificación, ese reconocimiento, va a permitir profundizar en las líneas que queremos impactar en educación. Hoy en día escasea dentro de los escenarios académicos una discusión de este talante, aunque desde el Ministerio de Educación existan directrices para ahondar en estos elementos etnoeducativos ,hay cierto grado de indiferencia de los alcaldes y secretarios de Educación. Estos conocimientos ancestrales pueden y deben dinamizarse con las Matemáticas, Filosofía, Lengua, Historia, Ciencias Sociales y toda la ramificación académica que existe en una institución educativa”, afirmó Wilfredo Machado Palacios, gerente de Afrodescendientes de Antioquia.
De acuerdo con un estudio realizado por Save The Children Colombia, basado en cifras del Ministerio de Educación Nacional, cerca del 86% de los pueblos étnicos del país no tienen acceso a un sistema de educación pertinente a su cultura y a su contexto, lo que evidenciaría la necesidad de fortalecer políticas educativas incluyentes para estas poblaciones.
María Paula Martínez, directora ejecutiva de Save the Children Colombia, precisó que la situación de la etnoeducación en el país representa un reto de garantía de los derechos de los niños, niñas y adolescentes indígenas, y de los diversos grupos étnicos colombianos, ya que se necesita una educación que “respete, rescate y promueva su propia identidad cultural, su idioma y valores”, agregó.
Al respecto, Nataly Vélez Lopera, concejal de Medellín, afirmó que con la experiencia que se ha tenido en la inclusión de menores indígenas en la educación, especialmente en el programa Buen Comienzo Medellín, se observó en principio resistencia por parte de los padres. “La principal barrera es el tema cultural, es el temor de perder su cultura, al igual que el tema alimentario y el tema del lenguaje”, dijo
Medellín es una de las principales ciudades del país que le ha apostado a la ampliación de un sistema de etnoeducación en la ciudad y por ello desde hace un año se inició un plan de intervención hacia la población indígena que se encuentra asentada en los inquilinatos de los Andes y Guadalupe, ubicados en el barrio San Lorenzo, Comuna 10, con el único objetivo de garantizar y restituir los derechos de la población indígena, especialmente, de los menores que no estaban estudiando.
Este plan de escolaridad brinda a por lo menos 100 niños y jóvenes de 67 familias, en condiciones de vulnerabilidad o mendicidad, la posibilidad de recibir una educación con enfoque diferencial, que les permita conservar sus diferentes culturas, tradiciones y lengua, por lo tanto, las clases, que se realizan desde la Institución Educativa Héctor Abad Gómez Sede Darío Londoño, son dictadas por docentes pertenecientes a la misma comunidad.
José Nilson Lectamo, director de Etnias de Medellín, explicó que el propósito de este programa es atender a los niños que se encontraban en riesgo social, ya que “estas familias indígenas llegan a la ciudad en condición de desplazamiento o víctimas del conflicto y lo que se busca es que sean redignificados como seres humanos, alejarlos de la mendicidad, la delincuencia y hasta de la trata de personas”.
Según el Plan de Vida del Cabildo Indígena Chibcariwak, el 55% de los indígenas ha llegado a la ciudad por desplazamiento forzado, el 30% en busca de trabajo, el 8% por estudio, el 6% para establecerse en la ciudad y el 1% por asuntos de salud.
Entre tanto, Luis Guillermo Patiño, secretario de Educación de Medelllín, dependencia que hace parte del plan, aseguró que “este hecho pone de manifiesto la necesidad de incluir no sólo a poblaciones indígenas, sino también a afrodescendientes y otras que están en la ciudad, y que el sistema educativo tradicional no los puede incluir. Resaltamos este colegio porque tiene una política incluyente en todos los aspectos, desde el respeto a la diferencia”.
Desde la Secretaría de Inclusión Social, la de Educación y la Dirección de Etnias de Medellín, expresaron el deseo de ampliar y continuar el proceso de etnoeducación de los niños y jóvenes indígenas y de otras etnias que habitan en la ciudad. Por ello otras dependencias como las secretarías de Salud, Mujeres, Juventud y Derechos Humanos, así como Metrosalud, Pedagogía Vivencial, Unidades de niñez, Seguridad Alimentaria, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y otros más, se han unido a este tipo de iniciativas.
Etnoastronomía
Se puede definir como ciencia que estudia, por medio de las costumbres de un pueblo, su conocimiento astronómico. A través de la Etnoastronomía es posible percibir el universo de las sociedades desde una perspectiva relativa, percibir la pluralidad cultural que la construcción social implica y la necesidad consiguiente de respetar las diferencias que de allí emergen.
Las constelaciones astronómicas demuestran cuánto influenció la subjetividad de la mirada en el contexto cultural. Sin embargo, este conocimiento ha sido preponderante para la formación de las estructuras sociales y de la sistematización de las diversas formas de conocimiento de una sociedad antigua. Cuando la gente mira por el cielo y allí crea símbolos para decidir sus problemas diarios, se abre todo un universo cultural e imaginario. Por lo tanto, las constelaciones para quienes los crearon y para la gente que de ella hizo uso, pueden ser entendidas no solamente como agrupaciones de estrellas, sino como la representación simbólica de un sistema de valores, de creencias y de costumbres propios de cada sociedad.
Etnoeducación
La Ley General de Educación en Colombia explica que “se entiende por educación para grupos étnicos la que se ofrece a grupos o comunidades que integran la nacionalidad y que poseen una cultura, una lengua, unas tradiciones y unos fueros propios y autóctonos. Esta educación debe estar ligada al ambiente, al proceso productivo, al proceso social y cultural, con el debido respeto de sus creencias y tradiciones”.
Así mismo, indica que los principios y fines de la etnoeducación, especificada en el Artículo 56 de la Ley 115, “están establecidos en la integralidad, interculturalidad, diversidad lingüística, participación comunitaria, flexibilidad y progresividad. Tendrá como finalidad afianzar los procesos de identidad, conocimiento, socialización, protección y uso adecuado de la naturaleza, sistemas y prácticas comunitarias de organización, uso de las lenguas vernáculas, formación docente e investigación en todos los ámbitos de la cultura”.
UdeA busca la recuperación de las lenguas ancestrales