¿Estamos pasando por una nueva era política? Esa es la pregunta que se puede plantear ante lo ocurrido en Estados Unidos con la inesperada victoria del Partido Republicano, pero también ante la popularidad de partidos alternativos en Europa. El Ukip tuvo un papel importante en el Brexit que se está procesando en este momento. En la península ibérica, Podemos estremeció a los líderes del Partido Popular (PP) y del Partido Socialista Español (Psoe). Ese movimiento se institucionalizó después de que los ciudadanos del colectivo Indignados del 15 de mayo manifestaran su descontento con respecto a sus gobernantes. Austria estuvo a punto de tener un presidente miembro del Partido Liberal Austriaco (Fpo) en las elecciones de 2016. Este año, aquellos partidos que mayoritariamente se reivindican como una alternativa a los partidos tradicionales, podrían tener aún más importancia.

No obstante, acorde con Alistair Cole, docente del instituto de Ciencia Política Sciences Po, en Lyon, los más debilitados son los partidos socialdemócratas y no tanto el centro - derecha, relativamente imprescindible en el escenario político. Paul Bacot, quien enseña en la misma institución, subrayó la complejidad de la situación, que según su análisis, no es un simple enfrentamiento entre tradición e innovación: “La supuesta ‘alternativa’ frente a los partidos calificados de ‘tradicionales’ no existe. O la izquierda ‘de lucha’  se vuelve ‘de gobierno’ (como en Grecia), o se queda aislada y sólo logra confortar la posición de la derecha en el poder, impidiendo alternancia”.

Nuevos horizontes

El año empezó con la investidura de Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos. Los medios de comunicación no habían previsto la llegada al poder del magnate, convencidos que Hillary Clinton, inscrita en una tradición política, ganaría. Este fenómeno es revelador para Abdelkarim Amengay, doctor en política de Sciences Po, en París: “Revela un cambio en el juego político, que ya no es tan previsible”. 2017 presenta novedades  también para Francia, donde quedaron apartados los dos partidos que se turnaron en el poder hasta ahora: el Partido Socialista y el Partido Republicano (antiguamente Unión por un Movimiento Popular). Emmanuel Macron, creador del movimiento En Marcha, y Marine Le Pen, candidata del Frente Nacional, se robaron la atención de los ciudadanos según las últimas encuestas sobre las presidenciales francesas. En Alemania, la canciller federal Angela Merkel, expresó sus preocupaciones en cuanto a las elecciones de septiembre. Su partido, la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (Cdu), ya no está seguro de ganar una cuarta vez después de haber estado en el gobierno por 12 años. En frente está Martin Schulz, expresidente del parlamento europeo, quien postula a nombre del Partido Social-demócrata Cristiano (Spd) alemán. Éste gozó de más de 30 % de opinión favorable en las pasadas encuestas. También está el movimiento anti-inmigrantes Alternativa para Alemania (Afd) que cuenta con un 10 % de intención de voto. La popularidad de éste ha dependido mucho de los múltiples atentados y crímenes, causando miedo y desconfianza en la población alemana. Sin embargo, para Cole, el verdadero rival de la Cdu de Merkel es Martin Schulz. 

Una ruptura entre el pueblo y el poder 

La filósofa belga Chantal Mouffe subrayó en una conferencia sobre el futuro de la democracia, que los partidos de derecha y de izquierda operaron un cambio para orientarse paulatinamente hacia el centro del escenario político, de modo que las fronteras entre cada movimiento se han vuelto confusas. Este fenómeno explica en parte el desinterés de muchas poblaciones por sus líderes. Además, Mouffe explicó que los partidos tradicionales, de los cuales hacen parte los movimientos socialdemócratas, le quitaron la soberanía a los ciudadanos mediante las políticas neoliberales que se aplicaron para integrar la economía mundial. Así es como la economía ha impactado la vida política en los últimos años, quitándole legitimidad a los gobiernos. Jan Rovny, docente en Sciences Po París, concuerda con este análisis del vínculo entre la coyuntura económica y la situación política actual. Explicó que “como resultado de la crisis (financiera) global y las dificultades económicas consiguientes en occidente, muchos ciudadanos se pusieron a considerar el balance del ‘liberalismo global’ de los últimos 25 años”. 

Claves del éxito del populismo

Ese vínculo fomentó la subida del populismo, que propone soluciones a los problemas que los partidos tradicionales no han podido solucionar. Juan David Escobar Valencia, docente de la Universidad Eafit, insistió en ese elemento que representa la clave de la popularidad de estos movimientos: representan un recurso cuando la situación no es favorable y saben hablarle a los electores con un vocabulario simple. En cuanto al movimiento En Marcha, “surfea sobre la trascendencia entre derecha e izquierda, pero busca un encuentro entre eficacia económica y cohesión social” explicó Cole.

Sin embargo, en Colombia, el populismo no ha sido tan fuerte como lo es ahora en Europa, ya que los temas de seguridad eran prioritarios. Pero Valencia destacó a Venezuela, Ecuador o hasta el expresidente brasileño Lula, que han recurrido a medidas populistas de manera más notable. No obstante, Cole duda de la eficacia de la respuesta que puede aportar el populismo : “Syriza en Grecia, por ejemplo, no pudo realmente reforzar la soberanía de los griegos. Podemos, en España, dividió sobretodo las fuerzas progresistas”.  

¿Qué futuro para la política internacional?

Los analistas alertaron sobre la amenaza que representa el populismo de derecha: “La ultraderecha (como la izquierda populista) en Europa está conectada con -y en ciertos casos financiada por - el gobierno actual de Moscú, lo que actúa como un debilitador de la unidad europea, de su deseo y su capacidad de responder a las agresiones cometidas por Rusia” detalló Rovny. 
No obstante, Valencia no estimó que se estuviera entrando en “una fase populista permanente” sino que se trata de un ciclo en el cual los partidos disidentes mostrarán qué tipo de políticas aplicarán, las cuales no son insostenibles a largo plazo según el catedrático. La clave para el futuro según él está en una toma de conciencia fundamental de parte de los ciudadanos: “El sistema económico va a ir creciendo muy lentamente, desde de la Guerra Fría nos acostumbramos a una tasa de crecimiento muy alto pero un sistema económico no es capaz de crecer indefinidamente a tasas muy altas”, agregó Valencia. Cuando se entienda eso, los políticos podrán adaptarse y tomar medidas realistas.