Nuestra peste de fondo

Autor: Eufrasio Guzmán Mesa
19 marzo de 2020 - 12:04 AM

La democracia no se protege con las armas contra los opositores, se protege y profundiza con el respeto a los demás, con diálogos claros y con el incremento de la capacidad de exponer nuestros puntos de vista

Medellín

Si algo ha puesto de presente el tema de la cuarentena es la fragilidad de nuestras habilidades para la convivencia y me refiero a las dificultades derivadas de los sordos extremismos que padecen la nación, una ultraderecha recalcitrante, excluyente y de un egoísmo delirante y una izquierda que no ajusta sus proyectos utópicos a la realidad histórica del país. Podemos decidir que no tenemos entonces los dispositivos para una verdadera democracia que permita el diálogo y a la derecha habría que recordarle que no podrá jamás lograr el progreso y la materialización de su visión hasta que no se siente a negociar con la izquierda quien a su vez tiene una tozuda utopía.

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Dialogar no es esperar a imponer mi punto de vista, conversar es importante para lograr hacer visibles los argumentos de los extremistas en vez de estar trazando líneas rojas. Debemos buscar posibilidades para expresar los argumentos de unos y otros; los radicales, en una conversación seria, desnudan la solidez o pobreza de su punto de vista.

En los pocos espacios democráticos que tenemos no se hacen ese tipo de conversaciones y tampoco en la academia. Los organizadores de los eventos se distinguen por el sesgo ideológico y no invitan a los verdaderos opositores a exponer sus planteamientos; se invitan pares para que confirmen las propias argumentaciones y sería muy instructivo para los conservadores sentarse a escuchar a la izquierda e interpelarla para sopesar el verdadero alcance de sus propuestas. Excluir interlocutores es lo más dogmático que podemos hacer, todos se reúnen a puerta cerrada y no quieren escuchar los argumentos de los opositores.

Hay que confiar en la madurez progresiva de los actores sociales y en su capacidad o incapacidad para expresar claramente lo que desean y cómo lo van a lograr. Hasta el momento lo que tenemos es una izquierda que no cesa en su iniciativa de destruir a una clase social que considera que históricamente no debe existir y a su vez esa clase dominante debe expresar abiertamente su visión de sociedad y por qué se niegan en reconocer los derechos de millones de trabajadores. Seguiremos al parecer por muchos años condenándonos moralmente, desde uno y otro bando, sin profundizar en los argumentos, cuándo lo que necesitamos es una profunda reflexión social que permita confrontar y hacer visibles los puntos de vista de las dos facciones.

Seguiremos escribiendo y tratándonos como extremistas y eso nos va a impedir conocernos y reconocer nuestros errores, muchos de ellos originados en la ignorancia. Se trata de errores cognitivos fácilmente solucionables; imagino entonces a la derecha recalcitrante interpelando a una izquierda combativa por las razones que los llevan a querer la destrucción de toda una clase social para poder lograr su utopía; la conversación no será amena, pero hacer una pausa y hablar implica que estemos dispuestos a escuchar cosas que no solamente nos molestan, sino que tenemos que ser valientes para enfrentar a los que consideramos moralmente inaceptables.

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Proteger la democracia pasa por vivir en esos extremos, pero al mismo tiempo ser consciente de los límites de nuestros sueños y sobre todo tener la capacidad de exponer extensamente nuestra propia visión. La democracia no se protege con las armas contra los opositores, se protege y profundiza con el respeto a los demás, con diálogos claros y con el incremento de la capacidad de exponer nuestros puntos de vista y nuestra capacidad crítica para reconocer los errores. De otra manera seguiremos padeciendo la peste inmortal de la ignorancia.

 

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Comentarios:

Edgar
Edgar
2020-03-19 08:44:29
Juiciosa y ponderada la columna de hoy.

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