Dejando aparte la discusión en las personas, no es sano para la UdeA que la representación de los exrectores esté en manos de la persona que recientemente ha entregado la dirección de la Institución a su sucesor.
Un indicador de la estabilidad alcanzada por la Universidad de Antioquia (UdeA) se puede leer en el número de rectores que ha tenido la Institución en los últimos 30 años; desde 1989 a la fecha, la UdeA ha tenido 7 rectores (incluido el actual rector); este dato difiere de los 16 rectores que tuvo la UdeA en el período 1979-1989.
La tendencia de los rectores en los últimos años es a permanecer en el cargo al menos dos períodos, lo que está lejos de la permanencia que tuvieron los rectores de las décadas de los 70s y los 80s, quienes en promedio duraron en sus cargos un año.
Cuando se aprobó el Estatuto General de la UdeA en 1994, quienes lo proyectaron nunca se imaginaron que la figura del exrector como parte de la composición del Consejo Superior Universitario (CSU) llegaría a entrar en crisis por este cambio en la tendencia en la permanencia de los rectores.
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La realidad es que no son muchos los exrectores vivos que estarían interesados o en condiciones de asumir una representación de este estamento en el CSU de la UdeA; si se fija la mirada en las personas que han ejercido la rectoría en los últimos 30 años, al menos la mitad no estarían interesados, ya sea porque en la actualidad desempeñan cargos de alto nivel (Gobernador de Antioquia, Presidente de Proantioquia) o por que ya han ejercido esta representación en más de un período consecutivo; de tal suerte que la representación quedaría en un grupo pequeño de personas que tendrían que rotarse este cargo a futuro.
Tal vez está sea la razón por la que la representación de los exrectores de la UdeA ante el CSU haya quedado en cabeza del rector saliente, Dr. Mauricio Alviar, en una circunstancia inédita, no registrada en la historia reciente de la UdeA. Por lo regular las personas que han ejercido el cargo de rector toman distancia de la Institución por un tiempo prudente, algunos porque se jubilan, otros porque hacen uso de comisiones o años sabáticos, entre otros, con el fin de dar oportunidad a que la nueva administración realice la gestión de forma autónoma y sin interferencias de miembros de la administración saliente.
Lo anterior debería promover una reflexión, en primer lugar, entre los exrectores para promover un cambio en el Estatuto General de la UdeA con el fin de que la Institución modifique la interpretación de la forma de postular y elegir en lo sucesivo a quienes representen a los exrectores. Como ya he mencionado en otras columnas, existen ejemplos de algunas IES, como la Universidad Pedagógica Nacional y la Institución Universitaria Pascual Bravo, que han definido en sus Estatutos Generales que la designación del exrector es potestad de Consejo Superior Universitario y no queda restringida a quienes en el pasado han ejercido la rectoría en la Institución en cuestión.
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Dejando aparte la discusión en las personas, no es sano para la UdeA que la representación de los exrectores esté en manos de la persona que recientemente ha entregado la dirección de la Institución a su sucesor.
PD: Especial reconocimiento y gratitud a educadores, profesores y maestros por su aporte a la construcción de una sociedad más equitativa y justa.
(*) Profesor Universidad de Antioquia
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