Después de una década de iniciadas las primeras investigaciones que dieron origen a la Operación Puerto, el mayor operativo contra el uso de sustancias prohibidas en el ciclismo y que vinculó a grandes figuras de la época en un escándalo de proporciones, y cinco años después de que la Agencia Antidopaje de Estados Unidos presentara cargos contra el múltiple campeón del Tour de Francia, Lance Armstrong, que terminaron con la retirada de sus títulos al pedalista, la sombra del dopaje, lejos de disiparse, vuelve a densificarse sobre el ciclismo internacional tras la confirmación por parte de la Unión Ciclística Internacional de que el británico Chris Froome dio positivo en un control durante la pasada Vuelta a España, en la que se coronó campeón.

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Los duros golpes a la credibilidad que los citados episodios han causado a este deporte, hasta el punto de generar en el ambiente deportivo la idea de que solo existe el doping en el ciclismo, parecen no haber sido suficientes para que los equipos, las federaciones nacionales y los propios profesionales hayan logrado limpiar el entorno competitivo de las sospechas sino que, por el contrario, se ha generado una atmósfera de desconfianza permanente, especialmente frente al propio Froome y su equipo, el Sky, por los contundentes triunfos que ha obtenido. A decir verdad, los hechos no ayudan mucho a limpiar el entorno, pues en estos años ha tomado relevancia, para mayor daño al deporte, el llamado dopaje mecánico, consistente en añadir mecanismos a las bicicletas que dan ventaja indebida a los ciclistas.

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En Colombia, particularmente, la desconfianza hacia Froome es extendida debido a que el británico de origen africano ha sido el verdugo en las carreteras de  Francia de nuestros escarabajos Nairo Quintana y Rigoberto Urán. Tal vez por esto la noticia del positivo del británico en La Vuelta fue juzgada precipitadamente por muchos de los seguidores del ciclismo, como si fuera la confirmación de algo ya sabido. Aunque vibramos con los triunfos de los nuestros y queremos, como todos, que los triunfos sean cada vez más, nos abstenemos de caer en la falacia del falso consenso sino que, como nos manda a obrar nuestra condición de periodistas, preferimos esperar al final del tortuoso proceso que ahora debe enfrentar el deportista  para defender su inocencia antes de juzgar su actuación.

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Como lo hemos informado ampliamente, Chris Froome debe demostrar que el positivo en su muestra se debió a la concentración del salbutamol, un medicamento no expresamente prohibido  pero sí de uso controlado, y no al consumo de medidas superiores a las aprobadas por la Agencia Mundial Antidopaje y la propia Unión Ciclística Internacional. El deportista, quien no se cansa de insistir que su legado no se verá empañado por el dopaje, ha ofrecido toda la colaboración en las nuevas pruebas que deberá practicarse y con base en las cuales las autoridades decidirán alguna sanción. Esperamos que así sea, por el bien del ciclismo que, como hemos reiterado en múltiples ocasiones, representa para nosotros el deporte colombiano por antonomasia, por el sacrificio que entraña, por el ejemplo que sus exponentes representan para todas las generaciones y por las glorias que nos ha dado durante décadas a lo largo y ancho del planeta.

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Lo que sí nos deja profundamente decepcionados es que la sombra del dopaje haya cubierto también al ciclismo nacional, tras la pasada  Vuelta a Colombia, en la que ocho deportistas dieron positivo. Lo más grave es que, según los especialistas, las sustancias utilizadas fueron traídas del exterior, lo que nos pone ante un preocupante escenario según el cual, o los laboratorios están haciendo experimentos en estas tierras o nuestros pedalistas se están dejando seducir por quienes, en vez de promover una sana competencia, buscan burlar los sistemas de detección del doping para alcanzar resultados al costo que sea.

Así como hemos confiado plenamente en un desempeño limpio de quienes ahora nos representan en los grandes equipos europeos del pedal, y esperamos que sus triunfos sobre Froome o sobre cualquiera que sea el rival a vencer sea en franca lid y no por decisiones administrativas, esperamos también que las autoridades colombianas hagan lo necesario para evitar que las nuevas generaciones caigan en el camino fácil pero engañoso del atajo ilícito para alcanzar resultados y  sigan el ejemplo de quienes, aunque no ganen, dejan hasta la última gota de sudor en la carretera con la tranquilidad de estar haciendo las cosas dentro de la legalidad.

Comentarios:

luis alberto
2017-12-18 14:27:36

Debe primar la imparcialidad en las posibles sanciones; desafortunadamente los antecedentes de las carreras en las que ha ganado Fromme han dejado dudas por su rendimiento y superioridad frente a los demás cilistas, claro está, entre ellos los nuestros ...

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