Mi pregunta es si el movimiento estudiantil está por convertirse o entraña ya una apuesta vigorosa por otro modo de hacer las cosas.
Para los estudiosos de la sociedad y de la cultura el cambio cultural es una fiesta compleja. Las transformaciones culturales también pueden venir acompañadas del dolor de todo nacimiento y traen también la sensación de la liberación de un peso muerto que desaparece. Las variaciones socioculturales son especialmente atractivas por su dinamismo y nuestra natural fascinación por el cambio y la diferencia; como animales omnívoros encontramos en la variedad placer y en la renovación un motivo de alegría. Por supuesto que hay una diferencia entre las mutaciones sociales y los procesos culturales, uno podría afirmar que en general lo social evoluciona lentamente, a diferencia de la cultura en la cual se evidencia más fácilmente la alteración. La navidad, como fiesta y celebración puede ser un buen ejemplo, ella está garantizada por ciclos socioeconómicos de trabajo relativamente estables y se expresa de manera cambiante en los rituales de fin de año.
Quiero saber si estamos, en la movilización estudiantil de este año, frente a un fenómeno casual, aleatorio o si estamos por el contrario frente a un proceso de transformación de la protesta estudiantil que permita albergar esperanzas de que se va a superar el descontento y podemos esperar logros de fondo. Tengo dentro de mi patrimonio vital el haber asistido a un par de cambios culturales significativos; recuerdo la transformación de Medellín de un poblado casi bucólico, de baños en arroyos montañeros y paseos de olla en donde terminaba el barrio, a una pequeña urbe industrializada que fue atropellada por su propio crecimiento, el narcotráfico y la migración desmesurada que multiplicó su población y sus problemas. Otro cambio cultural significativo me tocó presenciar en mi universidad cuando en unos pocos años se redefinió a sí misma pasando de casa de la docencia a centro para el desarrollo de la investigación.
Mi pregunta es si el movimiento estudiantil está por convertirse o entraña ya una apuesta vigorosa por otro modo de hacer las cosas. Tanto ir la piedra al molino lo rompe y como muchos colombianos yo también quisiera asistir al momento en el cual el evangelio del odio dejara de sonar tan ruidosamente; es lamentable que por décadas miles de maestros e investigadores sociales, luego millones de ciudadanos, insistieran, febril y torpemente, en que sólo destruyendo se construye, que sólo agudizando la contradicción se la supera. Es pues un signo alentador de ese movimiento el rechazo a la violencia en sus diferentes formas y si eso continua así las asonadas explosivas y ciegas que desacreditan a las universidades públicas y fatigan a la ciudadanía se van a quedar como expresión del pasado.
Quizás el mayor reto de los cambios culturales es la coordinación de las acciones novedosas para lograr sinergia. La sinergia es más que una aritmética elemental de sumatorias y entraña el principio humano del crecimiento geométrico de la fuerza y el vigor inicial. La sinergia es lo que hace que la orquesta y el coro, para poner dos ejemplos sencillos pero contundentes, se eleven sobre sí mismos y ascienda el espíritu y la materia opaca de sus componentes al brillo luminoso que nos hace sentir que estamos preparados para logros y conquistas de un orden superior.
Pesimistas, cínicos y hasta escépticos se unen para señalar los detritus, el despojo y el mal protuberante que parecen gobernar toda la tierra, por el contrario, el cambio cultural siempre está precedido de una inocultable y hermosa ingenuidad que tiene una confianza profunda en el poder renovador de todo comienzo luminoso. Una bella imagen que recoge esta realidad es la visión fresca que puede tener un niño de su primera navidad consciente.
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