El informe anual de la Personería de Medellín confirma que el homicidio, el desplazamiento forzado y la violencia intrafamiliar siguen siendo los grandes retos para las autoridades.
La problemática de orden público, reflejada en el incremento de homicidios durante los tres últimos años, y la descomposición social, son las principales causas de la preocupante situación de derechos humanos que vive hoy Medellín.
Así está consignado en el informe anual de Derechos Humanos para la vigencia 2018, que presentó la Personería de Medellín ante el Concejo Municipal, y en el cual se describe detalladamente la actualidad de la capital antioqueña en temas que tocan a toda la ciudadanía.
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El personero de Medellín, Guillermo Durán Uribe, informó que “el conflicto armado entre grupos delincuenciales organizados (GDO) que continúan disputándose el control territorial y el manejo de rentas ilegales en la ciudad, ha desencadenado una serie de circunstancias que perjudican enormemente la tranquilidad de la ciudadanía y que el año pasado dejó la triste cifra de 626 personas asesinadas, 44 más que en el año 2017, llamando particularmente la atención que de todos estos homicidios, 357 correspondieron a personas que se encontraban inmersas en las confrontaciones entre grupos delincuenciales organizados, es decir, el 57% del total”.
“El tema del homicidio es muy complejo y para rebajar esas cifras se requiere de un trabajo muy coordinado a nivel del Estado, es decir Alcaldía, Gobernación y Presidencia, con la unión de la industria privada para la generación de empleo, pero realmente hoy también inquietan esas otras violencias cotidianas que se han naturalizado en nuestra sociedad. Y creo que un primer paso para atacar esas violencias cotidianas, que son la violencia intrafamiliar, las violencias de género, el racismo, la xenofobia, entre otras, hay que visibilizarlas y, a partir de ahí, entrar a conseguir soluciones”, apunta Luis Felipe Dávila, experto en temas de seguridad y convivencia.
Y en ese trabajo, propone, “es necesario pensar en estrategias de seguridad más integrales, es necesario invertir mucho más en la prevención social del delito, es necesario pensar más en programas dirigidos a los jóvenes, con mayor cobertura para impactar a aquellos muchachos que están en alto riesgo de entrar en estructuras criminales”.
Según Dávila, la seguridad no es sólo aumentar el número de policías o encarcelar muchachos, hay que construir mejores condiciones por medio de estrategias de gobernanza y alianzas interinstitucionales. Por eso insiste en que “hay que restarle protagonismo a esas acciones de tolerancia cero, de persecución policial, que es necesario que se mantengan porque el Estado debe ser efectivo, pero también es necesario que se combinen con un trabajo de prevención social".
En este aspecto, anotó el personero, “nos encontramos ante una realidad preocupante con respeto al tema de género, pues en el año 2018 se presentaron 40 homicidios en contra de mujeres, y aunque son 21 homicidios menos que en 2017, preocupa que la mujer siga siendo una de las principales víctimas de la violencia en nuestra ciudad”.
Temas de cuidado
Pero si las muertes violentas preocupan, el desplazamiento forzado y la violencia intrafamiliar, con todas las implicaciones que sobrellevan, inquietan de igual manera, sobre todo por el número de personas que afectan estas dos situaciones.
Si bien el desplazamiento forzado intraurbano fue una de las cifras que rebajó respecto al 2017, sigue siendo uno de los más grandes retos a enfrentar debido a la gran cantidad de personas que se ven obligadas a salir de su territorio a causa de la violencia, las amenazas, las extorsiones y las diferentes problemáticas enlazadas a las economías criminales. En total, la Personería reportó 3.801 casos de desplazamiento, 471 casos menos que en 2017.
“Es inadmisible que de 8.683 casos registrados por violencia intrafamiliar, 6.388 hayan sido en contra de las mujeres en el último año, es decir el 70% del total, cifra que sigue creciendo año tras año en referencia a los 5.704 casos que se registraron en 2017”, dijo Durán Uribe.
“Hay que entender que Medellín es una ciudad con mucho problema en lo social”, expresa el concejal Fabio Rivera: “A Medellín llega mucho desplazado de otras regiones, incluso de otros departamentos. También es cierto que hay desplazamientos por enfrentamientos entre bandas, y eso afecta a toda una familia, porque casi siempre tiene que dejar lo que tiene. Por eso cuando se combate a estas bandas hay que medir también lo que puede pasar con esa familia que está en medio del fuego cruzado y que muchas veces debe irse a otra parte desprotegida”.
Situación ante la que Dávila plantea que “como sociedad tenemos que aceptar que frente al tema de la violencia intrafamiliar está fallando la familia y el Estado: “Hay que pensar qué tipo de familias tenemos hoy, porque creo que esas violencias en el hogar están de una u otra forma vinculadas con la violencia social en los barrios, con la violencia del conflicto. Esas violencias tienen un encadenamiento, entonces hay que buscar romper esos encadenamientos, no pensar que sólo es un asunto que pasa de puertas hacia adentro en un hogar, sino que ese golpeador seguramente está vinculado a una historia violenta, a una estructura violenta. Y por eso es urgente que se empiece por hacer un trabajo con el propósito de construir una nueva masculinidad, para formar en otros valores diferentes a lo que se mira hoy, la riqueza, la violencia, el éxito a como dé lugar. Hay que construir sobre nuevos modelos de hombres y de sociedad, donde ese nuevo hombre no sea el violento, ni el autoritario, una cultura donde no se ensalce al más vivo, sino sus valores”.
Niños, Niñas y Adolescentes
Como si fuera poco, preocupa especialmente el aumento de esa violencia intrafamiliar en contra Niños, Niñas y Adolescentes (NNA).
Y es que los NNA de Medellín siguen en el centro de esta penosa situación, porque de 2.808 casos registrados en 2017, se subió a 3.715 en 2018, sobresaliendo que la mayor concentración de vulneraciones se ubica en la población que oscila entre los 6 y los 11 años de edad.
En igual medida, la violencia sexual creció también en la ciudad en contra de este grupo, pasando de 1.729 casos a 1.851 en un año, cifra que también detalla que la población más afectada son las niñas que se encuentran entre los 12 y los 17 años de edad, con 1.580 casos.
Además, alarma el terrible panorama al que se enfrentan NNA en referencia al tema del uso, reclutamiento, vinculación e instrumentalización por parte de los grupos delincuenciales, pues cerca del 10% del total de esta población, es decir, aproximadamente 60 mil NNA, se exponen en Medellín a diario a condiciones no ideales que pueden llevarlos a terminar enrolándose en las filas de estas estructuras criminales.
Pero según el concejal Rivera, también hay que reconocer que “la ciudad hace esfuerzos enormes para combatir ese tipo de flagelos con el presupuesto que se le aprueba cada año. Podríamos decir incluso que desde 2004 se viene atendiendo a 80.000 niños en el programa Buen Comienzo, que antes no existía, precisamente para pensar que esos niños no sean maltratados hoy y no sean maltratadores mañana. La violencia intrafamiliar en la ciudad es un tema muy complejo, antes era un tema aceptado por la sociedad y hoy así hayan cifras alarmantes, no se puede negar que se está trabajando en ese asunto. Esa forma de castigar con golpes está muy arraigada al pasado de los antioqueños y medellinenses, y sólo con educación y cultura se logrará erradicarla. Lógico, los jueces también tendrán que aplicar la ley para sancionar y penalizar cuando lo amerite, pero la opción es cultura y educación”.
Adultos mayores y habitantes de calle
Otros dos grupos poblaciones que enfrentan una dura realidad son los adultos mayores y habitantes en situaciones de calle. Frente a los primeros, en 2018 se registró un aumento del 24% en los casos de violencia, pues de 597 casos en 2017 se pasó a 742 el año pasado, cifra que demuestra el grado de indiferencia que vive nuestra sociedad con respecto a los ancianos, lo que se refleja en casos de abandono físico o económico y violencia psicológica, que casi nunca se hacen visibles debido a la baja cantidad de denuncias y a que en la gran mayoría de los casos el adulto mayor es dependiente de alguien de su familia.
En cuanto al habitante en situación de calle, se nota con claridad que es una cifra con tendencia al permanente aumento, pero preocupa especialmente que se carece de un censo que no sólo permita establecer el número sino las condiciones en que viven, y muy especialmente en el tema del consumo de sustancias psicoactivas y el poco impacto que tiene la oferta institucional para lograr ayudarlos a salir de esa situación.
Y como reflejo de esa descomposición social, también se sitúa en el informe anual el tema de la convivencia, pues pese a la reducción de las riñas callejeras, que pasaron de 66.741 en 2017 a 62.192 en 2018, no deja de ser una cifra altísima, innegable evidencia de que aún muchas personas no piensan en el diálogo y las buenas maneras para resolver las diferencias, sino en la agresión y las vías de hecho. Otro tema de educación.