Huellas del Tiempo

Autor: Delfín Acevedo Restrepo
6 julio de 2017 - 12:10 AM

Después de los 60 años casi todos quieren ser más jóvenes, siendo que la vejez es el precio de estar vivos, anota Jose Asdrúbal Arcila Montoya en su libro sobre estos temas.

Pasando una mañana frente a la librería Señal Editora de mi amigo y colega Edgar Tobón Uribe, pude admirar en la vitrina el nuevo libro de la profesora Maria Tila Uribe de Trujillo, Huellas del tiempo - Dignidad-Autonomía. Me llamó la atención este texto que aborda una vez más el tema sobre envejecimiento y vejez y al entrar al despacho del doctor Tobón, gentilmente se dispuso a obsequiármelo a condición de que lo comentara en esta columna de EL MUNDO, como gustosamente lo estoy haciendo.

Maria Tila Uribe es una educadora bogotana de larga y brillante trayectoria vinculada especialmente a los sectores más vulnerables de la población, así como a un trabajo social constante, con espiritu de servicio a los más necesitados.

Ha recibido imporantes reconocimientos a su labor docente como mención “Paulo Freire a toda una vida dedicada a la alfabetización” otorgada por la Universidad Nacional en 2009. Ha publicado con su hija Tila 14 cartillas de alfabetización de adultos y para la enseñanza y aprendizaje de los derechos humanos. Ha participado en varios eventos internacionales como la Asamblea Mundial del envejecimiento, en Madrid y el Congreso Latinoamericano en Buenos Aires. Es autora de otras importantes investigaciones como Los años escondidos - Sueños y rebeldías en la década del veinte, que llega a su cuarta edición. El nuevo libro de la doctora Uribe de Trujillo fué impreso en Orión Editores S A S. Consta de cinco capítulos y 177 páginas.

Huellas del tiempo es un buen plato y así lo anota el prologuista del libro, James Blackburn “Tiene buena cocción y buena presentación, es una buena combinación de sabores. En el escuchamos la voz de Tila, pero también la voz de las personas mayores que reflexionan sobre la vejez”.

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Según la organización mundial de la salud, el envejecimiento es un conjunto de cambios por la acción del tiempo en el ámbito físico y psicosocial de los seres humanos. Se inicia desde la concepción y abarca todo el ciclo vital a diferencia de la vejez, que es una etapa de ese ciclo vital asignada a los 60 años. La “cuarta edad” se inicia a los 80 años y termina a los 90 y la “longevidad” se inicia a los 90 y termina cuando uno muere.

Después de los 60 años casi todos quieren ser más jóvenes, siendo que la vejez es el precio de estar vivos, anota Jose Asdrúbal Arcila Montoya en su libro sobre estos temas. Se indica cómo Goethe concluyó a Fausto a los 82 años; Tiziano pintó hasta los 92 años: Chavela Vargas, irreverente doña de amores y desamores, quien cantaba llorando, murió cantando a los 93 años; el economista y político Hernan Echavarría Olózaga murió a los 94 años; Francisco Luis Arcila, padre del cooperativismo en Colombia estaba activo a los 107 años; el intelectual y catedrático Antonio Panesso Robledo, completamente lúcido falleció recientemente a los 99 años; Germán Arciniegas quien naciera con el siglo XX murió a los 100 años e Ignacio Vélez Escobar, prestante médico y paradigma del liderazgo antioqueño, en toda su lucidez falleció a los 92 años.

Además: Mis recuerdos de Otto Morales Benítez

La experiencia cuenta, termina diciendo Maria Tila Uribe: “En las sociedades primitivas existía el Consejo de Ancianos; su papel era orientar el rumbo de las comunidades, guardar las tradiciones y hacer las normas de convivencia; manejaban toda la información sobre las siembras, las cosechas y la caza; eran consultados, tomaban decisiones en la guerra y en la paz. Así se entendían, se valoraban y se reconocían a quienes por sus años portaban la experiencia”.

Apela Maria Tila a un poema de José Saramago, Premio Nobel de literaura en 1998 y uno de los escritores más conocidos y apreciados en el mundo entero:

"¿Que cuántos años tengo?

Tengo la edad que quiero y siento/ Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso/para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos,/rectificar caminos y atesorar éxitos/ tengo la edad en que las cosas se miran con más calma/ pero con el interés de seguir creciendo/ tengo los años en que los sueños se/ empiezan a acariciar con los dedos/ y las ilusiones se convierten en esperanza".

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