El ser humano ha perdido todo valor ante los organismos del Estado
Hay días o momentos en que se nos vienen al cerebro recuerdos amargos, originados en desgraciados que sin despacho les da por hacer males de variada índole, con horribles consecuencias de layas atroces: entre otros han sido notorios los asesinatos al doctor Jorge Eliécer Gaitán Ayala, Rafael Uribe Uribe, éste cuando iba apurado para sesión del Senado, en 1914, pero nos resulta casi imposible creer que se haya fraguado “desde pulpitos y cuarteles”, especialmente por los sacerdotes jesuitas Rufino Barreinstein, Marco A. Restrepo, Rafael Tenorio y Fernando Araújo, entre las cabezas de una lista de más de 15 cómplices, a la que pertenecían los asesinos Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal. ¿Tendrán, algún día, perdón de los buenos colombianos? Estos apátridas dizque temían que el Genera Uribe estaba quitando puestos en el Ministerio de Obras Públicas.
Lea también: Registros para siempre
*Con la venia del poeta puertoriqueño Luis Pales Matos, transcribimos estos versos suyos:
Calambó y Bambú.
Bambú y Calambó.
El Gran Cocorocó, dice: to.co-tó.
El Gran Cocoroca dice: Tu-cu tú-
La Gran cocoroca dice: tu cu t{u.
Es el sol de hierro que arde en Tumbuctú.
Es la danza negra de Fernando Poó.
El cerdo en el tango gruñe pro pro pro.
El sapo en la charca cro cro cró.
Colombo y Bambú,
Bambú y Calambó.
Virgil Gheorghiu es autor de La hora 25. Y recientemente dio a luz, La Segunda Oportunidad. Esta obra ha sido leída con avidez por los lectores del mundo occidental, dada la dramática fuerza con que en ella están descritas las inmensas desventuras de la humanidad, como secuelas de las últimas guerras. El ser humano ha perdido todo valor ante los organismos del Estado: sólo ha quedado vigente el precepto, la circular, la orden autoritaria que debe ser cumplida, sin discusión, ni vacilación por quien la recibe, porque “el Estado no se equivoca”. El sujeto queda esclavizado hasta la muerte, sin que exista posibilidad de ningún género, de libertarse de esa esclavitud moderna, más impía, implacable e inhumana que la antigua.