Elejalde, tribu de cabezas blancas

Autor: Carmen Vásquez Gómez
14 febrero de 2020 - 08:51 PM

Las generaciones humanas tienen distinciones en sus grupos. Hay características físicas que son un sello entre familias que va de generación en generación. Es la unión de las tribus, de la familia. Del oriente antioqueño llegaron unos hombres de cabezas blancas como la nieve, son los Elejalde.

Medellín

El apellido Elejalde es reconocido en Antioquia y en el país, pertenece a hombres emprendedores, trabajadores, comerciantes; hombres que muchos de ellos han prestado importantes servicios en la industria y en el servicio público. Tienen sus raíces en La Unión, La Ceja, Rionegro, toda la vertiente de oriente. Hombres que se caracterizan por tener sus cabezas de cabellos blancos como la nieve. Cabellos blancos desde jóvenes, herencia de pensadores, de esos que van un poco más allá, de pensamientos claros, saben lo que quieren y lo que aman. De toda esta generación nace a finales de un mes de mayo Tomás Elejalde Escobar. Igual que sus abuelos y tíos, su cabello que peina partido a la derecha es atractivamente muy blanco. Lo que hoy para las mujeres es admiración y moda.

Es joven, desde hace 25 años rueda con su profesión de ingeniero en el Metro de Medellín. Hoy, con el responsable cargo de gerente, con el conocimiento y pasión por esta entidad, tiene planes en su mente a 20 años de lo que puede llegar hacer este que es un medio de transporte único en el país.

En su mano izquierda luce una argolla de oro, aquellas de diseño tradicional, que lucían los hombres que orgullosamente querían decir estoy casado con una mujer maravillosa. Y así es. Está casado con Lina Gómez, tienen una hija de once años bautizada con el nombre de Magdalena. Y él sabe y nos dice como padre de familia, que hoy día no es fácil la educación de los jóvenes por el entorno en que viven:

“Es muy difícil porque lo que queremos como padres es protegerlos de la influencia dañina del entorno y hoy el entorno tiene muchísimos estímulos de todo tipo que no tienen el suficiente control. Estos estímulos pueden llegar a perjudicar la formación, la manera de ser de nuestros niños y esto genera estrés en los padres”.

¿Pero en sus palabras, quién es Tomás Andrés Elejalde Escobar?

“Soy padre de familia, tengo una hija que amo y una esposa que quiero mucho. Soy ciudadano que ama su región y trabaja desde hace más de 25 años; por ella soy ingeniero y tengo un rayón en esto, los ingenieros miramos la vida de una manera particular, soy una persona tranquila, activa, muy de familia, quiero mucho a mis amigos, soy de signo Géminis. No es que no crea en los horóscopos, pero nunca me he hecho leer las cartas ni nada de eso. Creo que uno se forja su futuro con unas condiciones personales, familiares, creo que hay una influencia del universo que nos marca. Soy bastante espiritual, pero manejo absoluta reserva sobre esta faceta, respeto a los demás en todo tipo de creencias, creo en una energía superior que nos acompaña, guía e ilumina, que nos muestra y nos explica el camino de por qué estamos acá. Sí. Soy bastante espiritual, religioso. No soy amigo de los ritos y las formas”.

¿Cree que la Iglesia ha cambiado?

“Creo que la Iglesia debe cambiar mucho más. Puede que la Iglesia Católica concretamente vaya por un camino de cambio importante que era necesario, pero toda esa historia milenaria hay que removerla, esto requiere tiempo, se han iniciado y se han dado cambios interesantes, pero creo que falta mucho más”.

Un hombre de cabeza blanca con una niñez muy bonita vivida en Medellín, en esas tranquilas zonas en esa época de Laureles, la América. Un chico que como muchos jovencitos se enamoró de la maestra de inglés que era muy bonita y querida y de la maestra de mecanografía. Su gran héroe fue su padre, pero también es un apasionado de la vida de Leonardo Da Vinci, por ser humanista, científico, artista, por la posición que logró tener en su momento, la esencia misma de la innovación. Ha leído mucho de él y ha sido su pasión. Le gusta estar actualizado, le gusta leer y sobre todo la literatura histórica, historias noveladas por ejemplo la romana, dice que son los libros los que enseñan cómo se manejan las relaciones y los círculos de poder. Es un hombre de buen comer y come de todo.

¿Le gusta cocinar?

“Sí porque me tocó vivir como estudiante trece años solo por fuera de casa en Bonn y en Colonia, Alemania y me tocaba cocinar; yo mantenía Triguisar, frijoles antioqueños, plátanos de Asia, chicharrón y me hacía mensualmente mi preparación de fríjoles rica. También aprendí a cocinar paella por compañeros de estudio españoles. En general me gusta cocinar, pero más que el hecho de la ciencia química que hay detrás de los ingredientes y la combinación magistral que uno puede lograr siendo un buen cocinero, lo que más me gusta es compartir los momentos de cocina, la cocina convoca en un hogar, atrae a todos a reunirse al lado de quien está haciendo un asado, una buena preparación de un sancocho. Mi hermano Juan Santiago sí cocina muy bien, yo lo acompaño como sub-chef a preparar un sancocho, un buen asado, unos frijoles, hechos entre todos. Mi bebida preferida es maridar la comida con un buen vino o eventualmente una cerveza. Todo sin excesos”.

¿Qué es el amor?

“Es la máxima expresión de la entrega de sí mismo a otro, es una energía que nos mueve en la vida que nos guía en la vida, que nos da la razón de ser. Hay dos cosas coherencia y sinceridad para tener y sostener el amor”.

¿Qué le gusta que le regalen?

“Me gusta que me regalen amistad y compañía, compartir momentos de familia, los libros me gustan, los aparatos tecnológicos.

¿Usted se compra su vestuario?

“No tengo ni idea de comprar ropa, eso es responsabilidad exclusiva y absoluta de mi esposa Lina que es productora de fotografía y tiene excelente gusto para el vestir, además es profesional en temas de fotografía de moda, ha trabajado mucho en elaboración de catálogos y en acompañamientos a las empresas textileras. Yo recurro a las especialistas en casa, permanentemente hay un visto bueno al salir de la casa”.

EN POCAS PALABRAS

Le disgusta: la incoherencia, que no hagan lo que dicen.

Una ciudad: las amigables con el peatón, Bonn y Berlín en Alemania.

Una herencia: la cabeza blanca de parte de los Elejalde.

Un no: no usa reloj.

No admite en una mujer: Que diga mentiras, que sea incoherente.

Su música: la de Loreena Mc Kennitt.

Estudioso: del comportamiento de las gallinas, hizo una incubadora en casa como proyecto científico.

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