Elecciones alemanas: nacionalismo vs socialismo democrático

Autor: Ricardo Chica Avella
27 septiembre de 2017 - 12:09 AM

El argumento tradicional socialdemócrata a favor de control democrático de los mercados para lograr un crecimiento incluyente se ve reforzado en la actualidad por la necesidad de liderazgo político

 

 

La confrontación que tiene lugar en Europa entre nacionalismo (populismo) y socialismo democrático (socialdemocracia) tiene una significación universal, siendo muy relevante para Latinoamérica, en varios sentidos. Primero, lo es entre el tribalismo del primero y el universalismo del segundo; segundo, es el resultado de la exclusión que ha traído consigo la globalización; tercero, está debilitando la única alternativa relevante frente al populismo nacionalista y el neoliberalismo. Como en Francia ahora los votantes alemanes dan la espalda a la socialdemocracia, algunos de ellos pasándose a las filas nacionalistas de la Alianza para Alemania.

Consideremos el segundo elemento, antes de pasar al tercero y terminar con el primero. La reacción contra la globalización excluyente se ha extendido de nuestros países en desarrollo a los desarrollados, con la fuerza que ha llevado a la elección de un paranoide narcisista omnipotente como presidente del mundo, que en todos los terrenos -ambiental, paz en el medio y en el lejano oriente, estabilidad de acuerdos internacionales- puede resultar fatalmente destructivo. Horrorizarse frente a lo que puede implicar Trump no debe excluir entender por qué la mitad de los americanos apoyan sus extremas posiciones sobre migración, acuerdos comerciales e incluso negación del calentamiento global que está arrasando su estupidez de que este es una estafa de los chinos (para debilitar la economía americana) junto con los estados del sur este de la unión (empezando con la tragedia de Puerto Rico). Aparte de niveles de ignorancia que los hacen presa fácil del populismo, lo que caracteriza al partidario de Trump es la conciencia de haber sido excluido de los beneficios de la globalización y el resentimiento contra las elites que han concentrado esos beneficios (representadas en y por los Clinton). Pero lo trágico es que esa ignorancia, y la deshonestidad de los Trump del mundo, les impide entender que las fuerzas que han contribuido a la exclusión son más profundas y poderosas que lo que quisiera el populismo pues se trata de procesos de transformación de las estructuras económicas y tecnológicas ligados a la globalización comercial-productiva y a las 3ª y 4ª revoluciones industriales, los cuales no son reversibles con paños de agua tibia populistas que no acometen las necesarios mecanismos de acumulación y reestructuración de capacidades y de integración productiva alternativa.

Pues bien, la reacción populista nacionalista ha alcanzado el bastión de la socialdemocracia europea que es Alemania. Naturalmente la entendible islamofobia que la militancia islámica ha generado en Europa y el increíble esfuerzo de acogida a refugiados, algo admirable que, en contraste con la mezquindad americana (que a pesar de haber causado o agudizado los procesos que han generado el éxodo del medio oriente se niega a recibir refugiados en números significativos) y de los países de Europa del Este (especialmente las católicas Polonia y Hungría), algo que (como el esfuerzo que significo la reunificación) solo una institucionalidad socialdemócrata y un funcionamiento social permeados por la responsabilidad a la Lutero-Kant puede contener, han contribuido a esta regresión. Pero incluso en Alemania, la economía occidental con los mejores records de crecimiento estable, empleo e inclusión, la desindustrialización que ha traído la globalización y la transición a la flexibilidad postindustrial, ha excluido algunos sectores, lo cual explica la migración de votos de los partidos centristas CDU y SDP a la AfG. Pero Alemania tiene los instrumentos y mecanismos institucionales para revertir la exclusión, gracias a su economía social de mercado en la cual los mecanismos de coordinación y cooperación extra mercantiles han sido y seguirán siendo factores de integración e inclusión, como no los tiene ni las economías anglosajonas ni las latinoamericanas donde el neoliberalismo ha sido rampante y la socialdemocracia no ha prosperado.

Lo cual nos conduce el tercer punto sobre la socialdemocracia, en decadencia en su cuna y locus, como la única alternativa relevante frente al populismo y al neoliberalismo. El argumento tradicional socialdemócrata a favor de control democrático de los mercados para lograr un crecimiento incluyente se ve reforzado en la actualidad por la necesidad de liderazgo político frente a los problemas ambientales, sociales y tecnológicos que el mecanismo de mercado, mecanismo de coordinación social necesario pero insuficiente, no puede resolver. La crisis ambiental global manifiesta en el cambio y la inestabilidad climáticos, el ascenso de los niveles costeros y la contaminación causado por las industrias (especialmente la energética basada en carbono, la del transporte y la bovina), requiere de formas de acción colectiva que suponen un liderazgo que la miopía de los mercados no puede proporcionar. Lo mismo sucede con los niveles de exclusión agudizados por la globalización, los cuales requieren mecanismos de coordinación que posibiliten el crecimiento inclusivo, empezando por las políticas de desarrollo productivo inclusivo de provisión de capacidades y de financiación dirigidas a la integración. Y las 3ª y 4ª revoluciones industriales, con las transformaciones que incluyen la flexibilización postindustrial y el desempleo tecnológico, demandan formas de regulación que maximicen/minimicen los beneficios/costos sociales de la difusión de las innovaciones. La socialdemocracia ha perdido terreno en parte porque su agenda incluyente reformista ya ha sido integrada en la institucionalidad europea de manera que la Sra. Merkel como Macron pertenecen a la tradición que produjo el crecimiento inclusivo que tuvo lugar en Europa; y por otra porque no ha sabido reconocer las nuevas formas de exclusión y responder con una agenda de integración centrada en la reconversión de las capacidades y la cooperación en las redes que las revierta.

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Pero la relevancia de la socialdemócrata como alternativa al populismo y el neoliberalismo tiene un significado especial en Latinoamérica un continente que enfrenta niveles de exclusión mucho más agudos que en Europa y en el que la tentación populista sigue haciendo estragos en Venezuela (después de su fracaso en Argentina) y la hegemonía neoliberal sigue incuestionada. Así como sería una tragedia histórica irreparable que Latinoamérica completara su transición al neoliberalismo sin que se hayan construido los mecanismos institucionales y de funcionamiento social que posibilitaron el crecimiento incluyente europeo, necesarios para que esta región se desarrolle de acuerdo a un patrón similarmente incluyente.

Finalmente, en cuanto al primer punto, la confrontación socialdemocracia-nacionalismo concentra en la actualidad la contradicción universalismo-tribalismo que ha estado al centro de la historia política de occidente desde que el primero dio lugar a la democracia liberal como resultado de la institucionalización de los valores humanistas de la ilustración heredados del cristianismo. El nacionalismo, como el regionalismo, es el gregarismo elemental del incapaz de acceder a valores universales con significancia ético-política, un sentido de identidad basado en su diferenciación narcisista frente al foráneo al cual requiere excluir para afirmarse. Extremismos nacionalistas como el turco (del genocidio armenio a Erdogan y la opresión de los kurdos) y demás imperios que condujeron a (y colapsaron en) la 1ª guerra mundial; y reversiones como los fascismos (que condujeron a la 2ª), Trump, y los actuales populismos nacionalistas que prosperan en Europa, fomentan estas formas primitivas de identificación-diferenciación que van en directa contradicción con la capacidad de reconocer en el otro diferente lo común humano que, según esos valores humanistas heredados del cristianismo, nos hermana. El populismo nacionalista no es solo pues una salida facilista y engañosa a problemas socioeconómicos cuya complejidad trivializa con sus supuestas soluciones simplistas sino además un veneno que corrompe la conciencia ética de quienes sucumben a él.

Lo invitamos a leer: Universalismo vs tribalismos

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