Casas vestidas de colores, balcones coloniales y una larga tradición artesanal se conjugan en el Oriente de Antioquia para hacer de esta una región rica en patrimonio cultural.

En Colombia hay 122 bienes culturales de interés nacional, de los cuales siete están en el Oriente. Entre estos se encuentran los sectores antiguos de Marinilla y Rionegro, establecidos como bienes culturales de interés nacional el 12 de febrero de 1963, los más antiguos de la región.

En ambos municipios, según el Ministerio de Cultura, el sector antiguo abarca “las calles, plazas, plazoletas, inmuebles, incluidos casas y construcciones históricas, en los ejidos, muebles etc., incluidos en el perímetro que tenían estas poblaciones durante los Siglos XVI, XVII, XVIII y principios del XIX”. 

Así como estos, también hay bienes culturales de interés nacional en Abejorral, Concepción, La Ceja y Sonsón.

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Pero los sitios patrimoniales, los resguardos de ese pasado colonial, no siempre interesan a los pobladores del territorio. Oley Sierra, habitante de Abejorral, afirmó que la mayoría de los dueños de las viviendas patrimoniales no está de acuerdo con esta declaración patrimonial, “¿qué beneficios trae para los propietarios? Con este acuerdo sólo convirtieron las propiedades en un carga, las propiedades perdieron valor, se generó más desempleo por falta de obras donde la gente pueda laborar”.

Ella agregó que le parece preocupante que “nunca en una rendición de cuentas se ha dicho dónde y en qué se han invertido los recursos que llegan por este acuerdo de patrimonio cultural”. 

América Trujillo vive en una vivienda protegida de Abejorral y señaló que “para arreglar un muro en una casa patrimonial es un problema. A nosotros casi se nos cae la casa porque no podíamos hacer nada. Eso beneficia principalmente a los comerciantes por el turismo que atrae”.

El director de la Gerencia de Planeación especial de Manejo y Protección de este municipio, Camilo Jaramillo, precisó que es inexacto decir que no es posible realizar modificaciones a las viviendas patrimoniales, “sí se permite, sólo hay que respetar ciertos elementos”.

Jaramillo indicó que existen ciertas personas, principalmente en el sector inmobiliario, que no están de acuerdo con la declaración de patrimonio, pero “crecer hacia arriba, acabar con el patrimonio, sería hacerse el harakiri, porque el municipio perdería su atractivo turístico”, uno de los motores de la economía local. 

Él resaltó que esta declaración de patrimonio hace de los municipios un estandarte de la colonización antioqueña, que tiene “una arquitectura particular de ladera que conjuga la tradición española y la herencia indígena”.

Aunque no sólo en los sectores antiguos declarados bien interés cultural de la nación se protege el patrimonio. Giovanni Grisales, secretario de Planeación y Obras Públicas de El Retiro, explicó que en este municipio existe normatividad “para que los dueños de las edificaciones del centro histórico las conserven: no inicien a hacer construcciones en altura y respeten las fachadas coloniales”.

Grisales agregó que en casi todos los pueblos del Oriente, independiente de la declaratoria del Ministerio de Cultura, las administraciones locales y ciudadanos procuran cuidar la herencia colonial y su historia.

Y es que la contribución de estos pueblos a la historia nacional está presente en la tradición, así lo expresa la escultura del italiano Giussepe Agelao que hay en el parque central de El Retiro, un homenaje a la libertad. En esta localidad fue realizada la primera liberación legal y masiva de esclavos en territorio colombiano.

“Les doy libertad en toda forma de derecho para que hagan cuanto las personas libres y no sujetas a esclavitud pueden y deben hacer”, indica el testamento de Javiera Londoño e Ignacio Castañeda, fechado en 1757.

Además de los reductos coloniales y el legado histórico, la región cuenta con una arraigada tradición artesanal: el procesamiento del fique y la producción de cabuya en San Vicente Ferrer, la elaboración de guitarras en Marinilla, la producción y decoración de cerámica en El Carmen de Viboral y la producción de muebles de madera en El Retiro están ligadas a la idiosincrasia de estos pueblos.

Néstor Fernando Zuluaga, alcalde del Carmen de Viboral señaló que “los artesanos han permitido que el nombre del Carmen de Viboral tengan una posición afuera, hoy la cerámica carmelitana es reconocida y cuenta con sello de nominación de origen (protección de una marca) otorgado por la Superintendencia de Industria y Comercio, eso hace que la vajilla carmelitana sea única”. Las arcillas y caolines empleados por los artesanos del Carmen son extraídos principalmente de minas ubicados en municipios aledaños como La Unión.

Zuluaga especificó que el éxito de la cerámica carmelitana se basa en que es producida en pequeños talleres, no hay producción industrial. Por esto mismo “se están tocando puertas ante el Ministerio para que esta tradición sea declarada bien cultural de la nación, aunque aún no hay una línea de acción definida”.

Estos pueblos entrelazaron sus tradiciones para atraer turismo. Por eso, los municipios del Valle de San Nicolás crearon una ruta artesanal, en la cual aprovechan las potencialidades y características de cada municipio.