Antioquia no puede darse el lujo de hacer planeaciones de cuatro años al gusto del gobernante de turno porque se abriría una puerta peligrosa, para mantener los intereses individuales sobre los colectivos
El año 2020 es considerado como mítico en lo relacionado con los temas de planeación estratégica, dado que muchas organizaciones plantearon este año como línea final del tiempo para el desarrollo de la visión. Antioquia no es ajena a ese punto, cuando en 1998 se planteó, con el concurso del sector privado, la academia, los sectores sociales y la administración pública, el Plan Estratégico de Antioquia-Planea-, con su visión al presente año, cuando se estipuló que nuestro territorio sería “la mejor esquina de América, justa, pacífica, educada, pujante y en armonía con la naturaleza”.
Durante sus 15 años de su vigencia, las administraciones departamentales en concurso con cada uno de los diferentes actores en los 125 municipios de las nueve subregiones del departamento alineaban sus planes de desarrollo a las cuatro líneas estratégicas, con el fin de dar continuidad, pero, con los ajustes propios de programas y proyectos de cada gobierno de turno para alcanzar la visión planteada.
El Planea se vio afectada por las propias dinámicas de estos ejercicios públicos en donde los intereses políticos, no solo desde lo público, sino desde el privado, tienen mucha incidencia en dar continuidad o no a ellos, por lo que en el 2012 el gobierno de turno decidió no darle continuidad. La historia juzgará sí ese ejercicio de largo plazo sirvió o no.
Ahora que se está dando comienzo a nuevos gobiernos, vale la pena revisar hasta qué punto Antioquia sí es más “justa, pacífica, educada, pujante y en armonía con la naturaleza”, de lo que era hace 22 años, retomar los principios filosóficos de la planeación de largo plazo y hacer una prospectiva para las dos próximas décadas, que le permita al departamento antioqueño avanzar en los ejes estratégicos para tener una mejor competitividad desde las diferentes aristas económicas, políticas, sociales, culturales, tecnológicas y ambientales, con el fin de garantizar un mejor futuro sostenible, equitativo y armónico, no solo dentro de Antioquia, sino con sus departamentos limítrofes dentro del exigencias de un mundo global interconectado.
Antioquia no puede darse el lujo de hacer planeaciones de cuatro años al gusto del gobernante de turno porque se abriría una puerta peligrosa, para mantener los intereses individuales sobre los colectivos. El haber tenido por varios años tenido una línea conductora sí sirvió porque nuestro territorio ocupa el segundo puesto en competitividad, pero no muy lejos están Santander, Atlántico, Valle del Cauca y Risaralda, qué están en el grupo de los cinco departamentos con seis puntos hacia arriba en el índice, pero, lejos de Bogotá D.C, qué está por encima de los 8 puntos.
A todos mis amables lectores y colaboradores de esta casa editorial, les deseo un 2020 exitoso.