No es solo desconfianza lo que están produciendo las campañas negras, es un clima de hostilidades y violencia que peligrosamente se va transformando de violencia verbal en violencia física.
Hace algunos años aterrizó en Colombia un estratega político, que además se promociona como sicólogo y publicista, para asesorar una campaña presidencial, posteriormente asesoró otras y llegó incluso a dar sus consejos sobre campañas regionales y locales. A ese personaje le han endilgado la aparición y el crecimiento de las campañas negras en contra de los contrincantes. El mal se ha regado por toda la geografía nacional y hoy es muy escasa la campaña política que no utiliza ese tipo de artimañas, en cada pueblo existe un aprendiz de “asesor político” con esas condiciones de maledicencia.
Esa enseñanza y la de los fake news (falsas noticias), que tanto proliferaron con relativo éxito en la pasada campaña en los Estados Unidos, vienen siendo herramientas de uso común entre nosotros. Para divulgar las falsas noticias y la publicidad negra, se utilizan con frecuencia páginas en redes sociales creadas con perfiles falsos, de difícil identificación. Todo ese entramado de artimañas, falsedades, mentiras y engaños le llega a un público desprevenido que seguramente no tiene la ocasión de verificar si toda esa verborrea es verdad o es mentira.
En ocasiones la información perversa y tergiversada tiene el feliz desenlace de facilitarle el triunfo a quien la utiliza. Sin embargo, la opinión pública se ha venido volviendo escéptica frente a todo lo que dicen las redes sociales y tanta campaña negra en la mayoría de las ocasiones, produce un efecto negativo en contra del que la distribuye o de la campaña que permite utilizar estas armas innobles.
Pero no es solo desconfianza lo que están produciendo las campañas negras, es un clima de hostilidades y violencia que peligrosamente se va transformando de violencia verbal en violencia física. Muchas de las quejas existentes por amenazas a candidatos, señalan a los contrincantes políticos como los posibles generadores de ellas. Obviamente que también se pueden originar en anarquistas de profesión que quieren crear el caos sobre los procesos electorales con fines poco claros.
La decisión del Gobierno del presidente Iván Duque de no suspender los procesos electorales en los lugares donde se amenazan candidatos o se actúa violentamente contra ellos, me parece acertada. Lo contrario hubiera sido una claudicación del Estado frente a los violentos.
Si ven como el mal ejemplo cunde fácilmente.