Un hombre de esos que de verdad se ha jugado en la guerra y en la paz, que sigue siendo consultor en temas de conflicto, seguridad y paz.
“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído”, escribió Borges en Un lector. Tal vez por eso, y por el tono siempre sereno con que defiende sus posiciones, me llamó la atención una serie de trinos del general en retiro Eduardo Antonio Herrera Berbel, a propósito de su biblioteca. Valga decir que así como notamos que Twitter y otras redes son escenarios de disputa y confrontación, también es refrescante ver que sirven para proponer otras ideas, otras conversaciones y hasta para chicanear, no solo autos lujosos sino, por qué no, los libros que estimamos.
Los del general son más de 2100 si contamos “Guerrilla marketing – Contrainsurgencia y capitalismo en Colombia” el texto del antropólogo Alexander L. Fattal y “No hay vuelta atrás”, de Melinda Gates sobre “el poder de la mujer para cambiar el mundo”, que adquirió esta semana. Una biblioteca que, como todas, se ha alimentado con los años y que junta en sus anaqueles nombres que de otra forma difícilmente estarían juntos, ideas contrarias y tiempos diversos. Como corresponde a quien por 36 años estuvo activo en el ejército nacional, más de la mitad de sus libros, unos 1200, tienen que ver con la historia militar, la guerra, el conflicto armado, temas de seguridad y paz desde distintas vertientes. Tal vez su libro más preciado, si uno lo apura a decir un título, es “El gran desafío”, del exministro de guerra e histórico comandante del Batallón Colombia en Corea, el general Alberto Ruiz Novoa. El resto lo componen novelas históricas, textos de humanidades y un variopinto listado de títulos que hacen del general Herrera la persona de mente amplia que defiende sus puntos de vista, con la certeza de que no son la verdad revelada.
Herrera Berbel consiente diariamente su biblioteca y sabe que en ella tiene un tesoro. Aún no ha pensado en donarla o abrirla al público, pero entiende su valor especial dado que es muy especializada sobre el conflicto colombiano. El mismo que tuvo que vivir como militar, cuya carrera lo trajo a Medellín hace dos décadas como comandante a la Cuarta Brigada; pero también como asesor nacional de seguridad y como integrante de las mesa de negociación con ELN. Por eso cohabitan allí, los antropólogos internacionales, los expertos en marketing que le han hecho pensar que “hasta la guerra tiene marca”, con Eduardo Pizarro León-Gómez, Steven Dudley, José Obdulio Gaviria, Francisco de Roux, Henry Acosta Patiño, el general Adolfo Clavijo, Juan Carlos Salgado Brocal, y tantos otros.
“He procurado que desde mi biblioteca se refleje la diversidad ideológica que ha escrito sobre el conflicto armado y la paz” explica en uno de sus mensajes. “Con ello solo gana el lector, quien recoge todos los aportes de su interés, así no se comparta en su integralidad”, precisa. Y no es un asunto de poca monta, pues tiene listo un libro que espera ver la luz: “Conflicto, seguridad y paz, breves apuntes 2014 – 2019” y avanza en la escritura de otro sobre el proceso con el ELN.
No son solo el producto de sus lecturas académicas, como ya dije, estuvo cuatro años en la mesa de diálogo con el ELN, fue asesor del proceso con las Farc en los gobiernos de Pastrana y de Santos, fue director de la Escuela Superior de Guerra, comandante en tres batallones y en tres brigadas, decano de la Facultad de relaciones internacionales, estrategia y seguridad de la Universidad Militar Nueva Granada, de la que después fue rector. Un hombre de esos que de verdad se ha jugado en la guerra y en la paz, que sigue siendo consultor en temas de conflicto, seguridad y paz. Un hombre que visto desde aquí, obliga a pensar en “el curioso discurso que hizo don Quijote de las armas y las letras”.
Porque queda claro, el general Herrera fue un hombre de armas y es un lector, un hombre que ama los libros y con ellos alimenta la mente y el espíritu. Que con frecuencia nos invita a pensar sobre otros tópicos o nos propone otras miradas sobre los temas recurrentes. A él, al ser humano letrado, este Memento sencillo como homenaje al general y a su biblioteca.