La crítica de arte Úrsula Ochoa revisa la exposición Transcripción-MED, que fue realizada en la Galería Plecto Arte Contemporáneo (Conquistadores), dirigida por la curadora Liliana Hernández.
Se cree apresuradamente que las obras enmarcadas dentro de una solución formal que concluye en la geometría, son “frías” puramente racionales o sin algún acercamiento a investigaciones complejas que vayan más allá de la canónica abstracción absoluta. Para quienes tenían esta concepción, la exposición De lo espiritual en el arte en el Museo de Arte Moderno de Medellín fue una buena forma de responder a estos juicios en términos del arte desarrollado desde elementos geométricos o abstractos.
La galería Plecto Espacio de Arte Contemporáneo y Casa Hoffmann de la ciudad de Bogotá trabajaron en equipo para traer al público entre los meses de febrero y marzo la exposición Transcripción-MED, un proyecto curatorial de John Ángel Rodríguez, realizado anteriormente en Bogotá que reunió a una nómina de artista destacados como Aníbal Gómescasseres, Federico Ortegón, Andrés Moreno Hoffmann, Dovi Vargas, Mario Vélez, John Mario Ortiz, Adriana Ramírez entre otros, quienes han trabajado con el poder de la geometría no sólo como efecto formal, sino como el resultado de un pensamiento profundo, intelectual y análogo a otros discursos. “En términos concretos los artistas han llegado a resolver sus obras mediante formas geométricas identificables, pero las nociones acerca de sus obras indagan otro tipo de argumentos”.
No es que la geometría sea “prepotente” como asumen quienes desdeñan sobre las creaciones de esta índole, es que, sin duda, trabajar con ella, desde cualquier acercamiento formal o discursivo, requiere un nivel de rigor que nos resulta digno de ser admirado.
Por otra parte, hay un fenómeno notable que empieza a ser provechoso tanto para el público a un nivel académico y “pedagógico” como para los interesados en adquirir piezas de arte, y es que las galerías están realizando proyectos estructurados desde preguntas de investigación e indagación procesual, más que ubicar un número de piezas para la venta. Y, en este sentido, se comienza a entrever una transformación en la recepción de las propuestas que son propiamente curatoriales en los espacios no comerciales de exhibición, suscitando debates sobre el nivel de banalización que han tenido las curadurías en ya contadas ocasiones; pero, por el contrario, en los espacios galerísticos parecen tomar mucha más fuerza, e incluso, coherencia. Esto demuestra que el sistema siempre se renueva; así como se necesitan otras formas de asumir la crítica de arte porque el mismo público lo exige, así, los viejos dogmas institucionales que han instaurado a las galerías como espacios superficiales de transacciones comerciales, se están desvaneciendo y están demostrando que esa realidad podría ser menos frívola y mucho más nutrida para el sistema del arte en Medellín y en Colombia. Más aun, que la aparente distancia entre Medellín y Bogotá se disipe gracias a proyectos que estén interesados en fortalecer lazos creativos y profesionales con el otro, con otras maneras de mirar y abordar el arte, precisando el trabajo conjunto como la única manera posible de lograr una verdadera “comunidad” artística, es una gran ganancia. Por lo tanto, proyectos como Transcripción-MED dejan una impresión de acierto y además son efectivos para sus agentes así como para los públicos, quienes son a fin de cuentas los receptores de quienes trabajamos en esta comunidad, que se interesa por esa pasión en común como lo es el arte.