Al pasar de los años, la perspectiva se amplía y se puede decir que se mira con otros ojos aquello que anteriormente se ha vivido. Lo anterior permite dimensionar en iguales o diferentes proporciones, aquellos actos que han hecho parte de nuestra vida y que nos han impactado también de alguna manera.

Se recurre a la memoria y vuelven a nuestra conciencia acciones o eventos ya superados, cuyo impacto real, por no decir importancia, se hace cada vez más relativo.

Es indudable que los desarrollos tecnológicos han contribuido a mejorar la vida de miles de millones de personas, pero es también claro que ha traído unas secuelas particulares, entre las que se destacan por encima de todo, los conceptos de simultaneidad y de aceleración relativa del tiempo.

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La lógica newtoniana con su influencia de un poco más de 400 años y su propio ritmo alrededor de las causas y los efectos, nos permitía observar la realidad con un cierto hilo de continuidad, alguna especie de linealidad, ya que se podían observar hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, los acontecimientos ocurridos y aquellos por venir: pensemos en las estaciones climáticas, en el nuevo año, en la luna llena, en la siembra, en la cosecha, en la llegada de la primavera, en el inicio de los calendarios académicos,  en las vacaciones, en los cumpleaños, en las fechas especiales y en un sinfín de simbologías alrededor de los ciclos del planeta y de los ciclos de vida de los humanos.

Para los miembros de mi generación, nacidos en Colombia, el nacer, crecer en casa, superar las enfermedades típicas de la infancia, ir al colegio, recibir la Confirmación, hacer la Primera Comunión, jugar con los amigos, terminar primaria, concluir el bachillerato, alfabetizar, cumplir con las pruebas del Icfes, enfrentar los exámenes de admisión a la universidad, estudiar una carrera, graduarnos, tener novia, conseguir el primer empleo, casarnos, tener hijos, conseguir casa propia, adquirir el primer carro, hacer un posgrado, haber tenido éxitos y fracasos, haber superado las dificultades, la llegada y partida de seres queridos, ver envejecer a los nuestros y sentir que nosotros vamos recorriendo el mismo camino hasta que se cierra el círculo, así se resume una vida considerada hasta el momento, medianamente normal.

Sin embargo, a quienes pertenecemos a esta generación, nos ha correspondido recibir de primera mano el impacto de la incorporación intensiva de tecnología en cada uno de los aspectos de nuestra vida, los cuales se han venido transformando cada vez con mayor celeridad y con mayores repercusiones: Educación, salud, trabajo, relaciones interpersonales, viajes, entretenimiento, concepciones temporales del ya y el ahora, la noción de cambios permanentes y muchas veces frenéticos, entre otros múltiples hitos,  hacen parte ya de nuestra cotidianidad.

Ningún tiempo pasado ha sido ni será mejor o peor. Eso sí, serán distintos, lo mismo los tiempos por venir.

El desarrollo y mejoramiento indiscutible de la calidad de vida de los humanos, teniendo en cuenta aspectos por vencer como la iniquidad y la intolerancia, hace pensar que todos estos nuevos desarrollos han sido para bien.

Claro está que estas nuevas rutinas pueden llegar a despersonalizar en cierta medida las nociones previas que se tenían con respecto a la interacción entre humanos y el advenimiento de nuevos emisores y receptores robotizados.

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Tener claros los objetivos de vida individual y tratar de desarrollar los conceptos de la solidaridad nos pueden ayudar a no perderle el sentido a la existencia cuando de pronto caemos en cuenta que se fue otro año, que ya llega de nuevo la navidad, que otra vez cumplimos años, que en esto estaremos hablando de Semana Santa y del día de la Madre, etc., etc., etc., haciendo que los ciclos de vida pierdan su sentido y se parezcan cada vez más a los caminos rutinarios que han de recorrer las norias.

Insistimos en la conveniencia de dotar a Medellín con un adecuado Centro de espectáculos, un Autódromo que cumpla con las condiciones internacionales y un Velódromo cubierto.

NOTA FINAL: Con toda la fuerza del espíritu propongo declarar criminales ecológicos de la humanidad y violadores de los derechos humanos en el tema de la salud, a todos aquellos, sin importar el cargo, que hoy quieren volver a emplear el glifosato en nuestro territorio. De igual manera flaco servicio le hace al país el nombramiento del doctor Ordoñez ante la OEA, las desafortunadas y continuas declaraciones del Ministro de Defensa  y la permanencia en el cargo del Ministro Carrasquilla. Cuando uno es el bueno de la película, debe actuar como tal.

De igual manera, invito a rodear al doctor Pablo Felipe Robledo Director de la Superintendencia de Industria y Comercio que se bate como león o como Quijote ante los intocables hasta ahora.