Lo primero que hizo fue -con un espíritu revanchista– abrir investigación por supuestas malas actuaciones contra dos magistrados de la Justicia Especial para la Paz
Colombia en su material humano tiene varios representantes que la hacen quedar bien, ya sea en la literatura, la pintura, la ciencia o el deporte, pero lo que se ignoraba hasta el momento es que también contara con una figura sobresaliente en el campo de la investigación criminal.
Un inédito personaje de la politiquería provincial, Ricardo Ferro Lozano, es la nueva estrella mediática de la averiguación, ante quien personajes como el inspector Maigret y el mismísimo Sherlock Holmes, son unos simples pichones de policía.
Prevalido del baloto que se ganó con su nombramiento como presidente de la desprestigiada Comisión de Acusaciones de la Cámara, se tomó a pecho su misión y lo primero que hizo fue -con un espíritu revanchista– abrir investigación por supuestas malas actuaciones contra dos magistrados de la Justicia Especial para la Paz.
Y lo hizo con la sapiencia, conocimiento y certeza que dan los ocho días transcurridos desde que le llegó la real o falsa denuncia, en un alarde de velocidad digno de Fittipaldi o de Ayrton Senna, dejando ver unas facultades detectivescas superiores a las del mítico personaje creado por el escocés Conan Doyle.
De la letrina inmunda que es la tal Comisión de Acusaciones, donde flotan y reflotan las mayores bellaquerías de la vida pública colombiana, este sabueso en ciernes escogió para estrenarse, la última de las deposiciones allí llevadas.
Este precoz sabueso pasó de agache y siquiera sin tapabocas, por los cientos de procesos que encierran las mayores vergüenzas de connotados personajes de la vida pública del país y que duermen allí, en el fondo de este retrete, no digamos el sueño de los justos sino la paz de los cómplices sepulcros
Ávido de dar a conocer sus dotes quizá extraterrenales, este averigüetas omitió que en el estercolero que en mala hora preside están desde años unos sucios negocios que esperan ser destapados, así de ellos se sindique a expresidentes como Belisario Betancur, Ernesto Samper, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, apenas la punta del iceberg que asoma en el pestilente mar en que navega Colombia.
Preferible, pensará el acucioso investigador, emprenderla contra Patricia Linares, presidenta de la Justicia Especial para la Paz y el magistrado, Alejandro Ramelli, integrante de esa corporación, presas más fáciles para saciar en ellas el afán vindicativo que lo motiva.
Con la mediática, injustificada y vergonzosa actuación de este señor, no solo se desprestigia aún más, si cabe, la horrible Comisión de Acusaciones de la Cámara, sino que se alerta sobre lo que puede sobrevenir en el inmediato futuro en este país polarizado donde parecen estar, al lado de los “buenos”, la retaliación, la venganza y la verdad.
¿Qué dirán de la ridícula actitud del señor Ferro Lozano sus compañeros en esta banda congresional? ¿Dejarán que prospere tamaño desafuero, en otro intento abierto y descarado por hacer trizas lo pactado, que así sea regular o malo es preferible a mantener una guerra que miles de los destrozadores no libran desde sus cómodos poltrones bogotanos?
TWITERCITO: En manos de esta Comisión, si es que algún día se aplica, la justicia ha quedado tan incierta e impredecible como el vuelo de la frágil mariposa.