“La última jugada”

Autor: Lázaro Tobón Vallejo
24 julio de 2019 - 09:03 PM

Como casi siempre estamos “en la última jugada” no hay interés de hacer las reformas verdaderamente estructurales que el país necesita para su buen andar.

Bucaramanga.

Lázaro Tobón Vallejo

El saliente presidente del Congreso de la República, Ernesto Macías, enrolado en las filas del Centro Democrático y alineado al Presidente Iván Duque deja un año de gestión con más sinsabores que logros importantes, muchos lunares con su relacionamiento con la oposición y temas de interés nacional, como la engavetada de la ley estatutaria de JEP, el manejo poco diáfano con la votación de las objeciones del presidente Duque a la ley citada, aunados al nefasto discurso en del siete de agosto del año anterior en la posesión del gobierno duquista.

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Su última jugada fue un fuera de lugar, gracias al micrófono que aún estaba abierto se le escuchó decir: “Es que nos toca por obligación que ellos hablen después del presidente, y entonces si le pido a la Comisión que acompañe al presidente y los saco de aquí, eso no lo saben. Esa es mi última jugadita de presidente, jajaja” (resaltado original, tomado de https://caracol.com.co/radio/2019/07/21/judicial/1563720657_874281.html), con ello deja entrever que su gestión estuvo llena de triquiñuelas.

Pero, asociado al comportamiento poco ético, lo de su actuar antijurídico lo resolverán las instancias respectivas, es el silencio de la militancia del Centro Democrático frente a las actuaciones de Ernesto Macías, se lo podría aplicar el refrán popular el “que calla otorga”, incluso el presidente Iván Duque debe pronunciarse al respecto, porque también le podría caber el dicho popular, y dar a entender que con esta con esas prácticas poco democráticas y altamente dictatoriales, en un Estado, dizque, Social de Derecho.

Las marañas de “la última jugada” son costumbre en el devenir cotidiano de la política colombiana, de la actividad empresarial para sacar de taquito a la competencia o para ganarse un contrato, de algunos abogados con el fin de dilatar el proceso y llevarlo hasta el vencimiento de términos. Cientos de ejemplos pueden traerse a colación sobre las actuaciones marrulleras en el país del Sagrado Corazón de Jesús, que son el fiel reflejo de una sociedad permisiva, en la que nunca pasa nada frente a estos acontecimientos y el ciclo es infinito reeligiendo a los mismos con las mismas y a los nuevos que son dañados por los viejos.

Cambiando de tema, la semana pasada volvió sobre el tapete la ineficiencia de la justica cuando dos ciudadanas capitalinas siendo víctimas del rompe vidrios (a. “el bizco”) instauran la debida denuncia penal. El autor de los ilícitos es dejado en libertad a pocas horas, volviendo a su sitio delincuencial, siendo reconocido nuevamente por una de las afectadas.       

La queja es nacional, se escucha a los comandantes de la Policía, los alcaldes de las ciudades capitales, sobre la situación de delincuentes que son aprehendidos y dejados en libertad, otros que pagan la pena y salen a delinquir, cabe preguntarse ¿cuál vaca tiene la culpa?

¿La Fiscalía porqué presenta casos muy débiles de pruebas?

¿La Policía al no cumplir con los requisitos de ley en estos casos?

¿Los jueces al interpretar de la ley?

¿El sistema penitenciario al no cumplir con su misión de resocializar a los ciudadanos?

¿El legislador responsable de aprobar el marco normativo y la rama judicial debe ajustarse al mandato legal?

¿La misma ley?

¿El sistema judicial en conjunto al no tener recursos técnicos, financieros y de talento humano suficientes para el adelantar las investigaciones y desarrollar los juicios con todas las garantías técnico-procesales?

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Y todas aquellas, amable lector que usted se ha formulado y nunca tendrán respuesta, porque como casi siempre estamos “en la última jugada” no hay interés de hacer las reformas verdaderamente estructurales que el país necesita para su buen andar.

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