¿Aguanta Medellín dos exposiciones retrospectivas sobre el mismo tema?

Autor: Félix Ángel
26 noviembre de 2017 - 02:00 PM

Contrarrelatos, en el Museo de Arte Moderno, e Hibrido/Cruzado/Discontinuo, en el Museo de la U. de A., son dos exposiciones retrospectivas que están siendo exhibidas simultáneamente en la agenda cultural de Medellín.

Medellín

¿Aguanta Medellín dos exposiciones retrospectivas sobre el mismo tema? Es una buena pregunta, considerando que son dos las veces este año en que, aparentemente, el Museo Universitario de la U. de A. y el Museo de Arte Moderno de Medellín coinciden en su programación.

Digo “aparentemente” porque Contrarrelatos en el Mamm e Hibrido/Cruzado/Discontinuo en el Museo de la U. de A. son dos casos muy distintos, aunque parezca que uno de los museos copió del otro la premisa básica. Ambas muestras poseen algo en común en el punto de partida, y mucha diferencia en la forma en que cada una respondió al concepto, con resultados totalmente opuestos, eso sí, mejor la del Museo Universitario que la del Mamm.

En principio, las dos exposiciones se apoyan en las colecciones de artes visuales que las instituciones poseen (siendo el Museo Universitario mucho más antiguo), colecciones que se iniciaron más o menos al mismo tiempo, coincidiendo con un momento en que esas artes gozaron de gran receptividad en la ciudad por diversas razones (años 70 y 80).

En la base de ambas exposiciones, si interpreto correctamente la información que cada institución ha divulgado, está la idea de realzar expresiones que en su momento fueron alternativas al mainstream que imperaba en Colombia. Es decir, las obras son (o deberían ser) diferentes, inusuales, eclécticas en relación con lo que puede considerarse como la “historia oficial” del arte nacional en esos cuatro lustros. Es aquí donde ambas exposiciones se separan.

En la del Mamm, según información publicada, la exposición es “el reflejo de esa historia del museo en tanto diversa, donde coexisten simultaneidades, donde no hay una estructura rígida de lo que conocemos como coleccionismo institucional”. No deja uno de sonreír cuando se lee el comentario. El Mamm se aseguró de conseguir una bolsa grande donde cupiera todo sin mayores problemas, y de paso curarse en salud.

No podría ser de otra manera. Las colecciones de arte de ambas instituciones son el resultado de una acumulación paulatina y casual de obras, en cuyo proceso no intervino una idea rectora o fin determinado. Son obras en su mayoría adquiridas sin responder a una idea o visión del arte antioqueño o colombiano, sino de lo que allá denominamos como “la generosidad de los artistas”, a sabiendas que hay algunos mejores que otros, y a la inversa, otros más generosos que algunos.

El Museo de la U. de A. caracteriza la exposición expuesta en sus salas como un reencuentro con la creación local, abordando la diversidad, “dejando de lado las posiciones totalitarias sobre el arte a través de las relaciones sintéticas, lo cual permite superar las observaciones que puedan surgir de sólo fragmentos y recortes aislados de nuestra historia, y en cambio, experimentar lecturas híbridas o superpuestas de una realidad completa”.

Comparando ambas declaraciones (que obviamente reflejan parámetros curatoriales), tiene más substancia, es más ambiciosa e interesante como ejercicio académico la muestra del Museo de la U. de A., y por consiguiente mayor el desafío artístico e intelectual.

Para lograrlo, los curadores se limitaron al arte producido en Antioquia, pero no a seleccionar obras exclusivamente de la colección del museo (como parece fue la opción por la que opto el Mamm para la suya).

Aquí comienza a ampliarse la distancia, porque la colección del Museo Universitario no permite cumplir a cabalidad con el compromiso. Fue necesario identificar por fuera de la colección (cuando fue posible) otras obras para reforzar la bondad del planteamiento; contactar sus propietarios, garantizar las condiciones de préstamo, etc., etc.; y tener la valentía de dejar por fuera ciertos artistas que, aunque destacados en ese momento, su trabajo como propuesta no plantea una ruptura radical con el status quo, como se hace evidente cuando se mira la obra de quienes fueron seleccionados hayan o no perseverado. A eso es lo que se refieren los curadores cuando caracterizan la selección realizada como una “lectura híbrida o superpuesta de una realidad completa”.

En el caso del Mamm, donde también quedaron algunos artistas antioqueños de esos años excluidos inexplicablemente (en favor de otros provenientes de otras partes del país), no se entiende la razón de su ausencia excepto por falta de espacio, o el capricho con que se intentó justificar una colección reunida sin ton ni son, articulando una serie de módulos que agrupan obras que inclusive están por fuera del marco cronológico 70-80, contradiciendo la información diseminada en los medios (lo cual no es la primera vez), que da a entender que “la curaduría de la muestra no fue hecha a partir de un eje temático en función de unos criterios particulares, sino que nació de entender cómo está configurada la colección del museo, desde su heterogeneidad y diversidad, que refleja [reflejando] las circunstancias en la[s] que se fue conformando.” No es, pues, un contra-relato. Es el mismo relato contado a partir de lo que se tiene, no de lo que se necesita.

Estamos hablando entonces de dos exposiciones muy distintas. Ambas carecen de catálogo, impreso o electrónico, lo cual es grave para un museo (en este caso ambos) que se considere como tal. Hay tiempo de corregir esta falencia. Sin excusar al Museo Universitario, sus limitaciones presupuestarias son más fuertes que las del Mamm, pero desde otro ángulo, dado que pertenece a un contexto académico, no entiende uno como se puede conformar con una posición de mediocre liderazgo.

Es bueno aclarar, sin menospreciar la participación del Museo Universitario, que la iniciativa acogida por este, hasta donde yo entiendo, surgió de dos curadores independientes que se atrevieron a poner cara, invirtiendo tiempo y capacidad intelectual, respaldados inicialmente por una bolsa de trabajo obtenida de la Secretaría de Cultura, lo cual es loable en una ciudad donde el apoyo del sector privado a las causas culturales está determinado por grados de avaricia, y el sector publico despilfarra los recursos oficiales destinados al sector.

Para cerrar este soliloquio que no pretende ser sino eso, es conveniente anotar que resulta alarmante que en una ciudad como Medellín, con tres millones de personas apeñuscadas en el área metropolitana no exista un medio especializado en el análisis y discusión de los diversos aconteceres que conforman el ejercicio de las artes visuales y de la imagen, o como quieran llamarlas, al frente de la cual se encuentren profesionales responsables de la crítica de arte, la historia y otras disciplinas relacionadas, que sistemáticamente cuestione, jerarquice, fiscalice y promueva alternativas a la actuación de las instituciones (supuestamente) dedicadas a esa labor, y el gremio artístico en general.

Vivimos a merced de la “buena voluntad” de otros medios cuyos intereses son diversos. Los comentarios a lo “artístico” se concentran en el entretenimiento, que tiene con qué pagar avisos, la farándula barata, el chisme y la ridiculez cultivada en las redes sociales. Sólo cuando sobra espacio pueden leerse notas intercaladas que reproducen textualmente los boletines que las mismas instituciones emiten a favor propio indicando que es lo que quisieron hacer (aunque no lo logren); nadie impugna resultados que, por lo general, no respaldan las (buenas) intenciones de las realizaciones.

Pero ese medio especializado al que me refiero no se necesita solamente para servir de policía a la actividad artística. Lo que sucede en el mundo del arte (como todo) requiere de contexto. Aparte de los museos, las facultades de arte y disciplinas colaterales, academias privadas o comunales y todo tipo de centros u organizaciones culturales se beneficiarían de cualquier discusión con un mínimo nivel, y de paso beneficiaria al público que tan marginado esta de tantas cosas. Una ciudad sin referencias de lo que hacen los artistas no puede aspirar a tener un grado decente de vida y actividad urbana que la caracterice y distinga.


Hibrido/Cruzado/Discontinuo

La exposición temporal del Museo de la Universidad de Antioquia: Hibrido/Cruzado/Discontinuo: arte antioqueño del 70 y el 80, es el resultado de una investigación realizada por Paola Peña y Juan Bermúdez, quienes quisieron desempolvar las obras más escondidas de varios artistas locales.

Así lo explicó Santiago Ortíz, director del Muua, quien aseguró que la exposición es el resultado de una Beca de Investigación que la Alcaldía de Medellín otorgó a Peña y Bermúdez el año pasado.

“Nos pareció muy importante materializar el resultado de esa investigación, por eso hicimos el guión y miramos el listado de artistas para que Paola y Juan procedieran a realizar el proceso de selección y curaduría de las piezas que se exhibirían en el museo, yo diría que el trabajo de estos jóvenes logró recuperar obras que estaban en el anonimato, sin embargo, hay piezas de exposiciones públicas”, dijo Ortíz.

La exposición retrospectiva se fundamenta en la necesidad de revisar los personajes, las realidades y los episodios olvidados por causa de una visión generalizada del arte en Colombia, contando con obras de artistas como Javier Restrepo, Aníbal Vallejo, Felix Ángel, Adolfo Bernal, Germán Botero, John Castles, Dora Ramírez y Carlos Echeverry, entre muchos más.

En cuanto a la exposición simultanea con el Mamm, Ortíz indicó: “Es un evento sencillo y coincidente, yo creo que las personas que vengan a la universidad van a sentir el interés y la motivación de también ir a ver la exposición retrospectiva del Museo de Arte Moderno, lo ideal es que no hubieran coincidido, pero cada uno maneja su agenda independiente. En ningún momento son exposiciones que compiten, antes al contrario, son exposiciones que se complementan”, finalizó el director del Muua.


Contrarrelatos

María Mercedes González, directora del Mamm, explicó que una de las líneas de trabajo misionales más destacadas del museo es lo que se hace con la colección patrimonial, como lo es su exposición Contrarrelatos.

“Hoy el museo tiene una colección de más de 2.000 piezas que dan cuenta de un periodo amplio del siglo XX del arte contemporáneo, en esa medida, tenemos la responsabilidad y el compromiso de realizar tareas que tienen que ver, no sólo con la conservación, restauración o cuidado, sino también con la investigación, difusión y toda la producción de conocimiento que pueda surgir al rededor de la colección”, comentó la directora del museo.

De la misma manera, precisó que Contrarrelatos es parte de ese compromiso de difusión de patrimonio artístico que tiene la institución, la cual ofrece una mirada a la colección del museo, una mirada que abarca artistas de distintas generaciones, quienes se diferencian por sus técnicas, formatos y temas, piezas que son divididas en una serie de núcleos: Afuera-adentro, Cambios de piel, El sueño de la razón, La forma como principio, La imagen expandida y La transgresión de los límites.

“Esta exposición examina de forma crítica la colección del Mamm, analizando sus particularidades, así como las circunstancias de su conformación a lo largo de la historia. Es una colección predominantemente colombiana, que refleja muy bien la historia del Museo. Pone en evidencia los rasgos de diversidad, discontinuidad, arbitrariedad y descentramiento que caracterizan tanto al acervo del Museo como a la posmodernidad misma”, comentó la curadora de la exposición, Melissa Aguilar.

Débora Arango, Mónica Negret, María Teresa Cano, Beatriz González, Adolfo Bernal, Germán Botero, Julián Posada, Hugo Zapata y Benjamín de la Calle, entre muchos más, son los artistas de los que se pueden apreciar sus obras y conceptos en la exposición.

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