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Estefanía Restrepo Mejía – EFE
Internacional@elmundo.com
El avance exponencial de la tecnología, la hiperconectividad y la creciente participación de los 4.000 millones de ciudadanos de los países emergentes generarán un tsunami y cambiarán radicalmente el mundo en pocos años, convirtiéndolo en un lugar donde cualquiera puede competir y cooperar.
Esa es, al menos, la opinión del autor de “El mundo que viene” (Ed. Gestión 2000), Juan Martínez-Barea, ingeniero industrial, máster en dirección de empresas por el MIT y embajador para España de la Singularity University, la iniciativa educativa creada por Google, la Nasa y tecnólogos de Silicon Valley.
Martínez-Barea considera que el mundo afronta un “gran tsunami” que se empieza a producir debido a la combinación de tres “megatendencias”.
Impacto
Estas son la aceleración de la tecnología y su impacto en todos los ámbitos de la vida, la hiperconectividad -ya hay 2.900 millones de personas conectadas a la plataforma global que es Internet y la cifra será de 7.000 en 2020-, así como el ascenso de los emergentes y, por extensión, del poder de 4.000 millones de ciudadanos.
Esa confluencia generará un “cambio radical” que se gestará a través de áreas como la biotecnología, la robótica, la inteligencia artificial y la nanorobótica, áreas de innovación que van a cambiar radicalmente el mundo.
Optimista convencido, Martínez-Barea ha escrito “El mundo que viene” como una llamada a la acción y una defensa de que la revolución tecnológica va a llenar el mundo de oportunidades que cualquier individuo, con independencia de su origen, puede aprovechar.
“Este mundo que viene, cada vez más, nos independiza de la geografía. Cada vez es menos importante dónde vive o ha nacido alguien, porque este mundo que viene, tan hiperconectado y con las armas de la tecnología, permite que una persona esté donde esté y viva donde viva pueda competir con los mejores del mundo”, sostiene.
Educación
Aunque Martínez-Barea reconoce que en Internet la sobreabundancia de información es un reto, confía en la capacidad del ser humano para bucear en ella.
Además, asegura que la educación va a centrarse en enseñar a aprender más que en transmitir conocimiento y que los profesores pasarán a convertirse en guías, en “sherpas” que enseñen dónde está la buena información y dónde la mala.
Aunque el ingeniero industrial ve por un buen camino el avance de la tecnología es necesario comprender todas sus dimensiones para saber que hay cosas negativas en este avance.
Para el ingeniero mecatrónico Juan Diego Alzate, la tecnología, las conexiones de red y la nanotecnología si son bien encaminadas podría resultar “un gran avance tanto en temas de salud, educación, movilidad, entre otros”.
Según Alzate, el problema no es la masificación de la red pero sí es el uso de la misma, ya que “el mal uso de los contenidos y la mala utilización de la información pueden acarrear malos hábitos”.
En la misma línea, Martínez-Barea en su libro destaca el potencial de la tecnología, aunque este tecnólogo es consciente de que sus efectos negativos también resultan cada vez más potentes.
“A medida que la tecnología avanza, su poder se vuelve más fuerte. Hace falta una gobernanza mundial y una evolución de la ética para que el efecto negativo de la tecnología se minimice y se potencien los positivos”, dice.
La hiperconectividad significa la conexión permanente mediante la tecnología o entornos digitales como la mensajería instantánea, las videoconferencias, la realidad aumentada y las redes sociales.
La hiperconectividad es un sinónimo de globalización ya que esa conectividad entre objetos, cotidianidad, personas y ambiente se hace cada vez más fácil y el poder adquisitivo por medio de un mercado virtual está en crecimiento.