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Foto: Archivo El Mundo
Fernando Botero durante la presentación de su exposición Viacrucis, el pasado mes de marzo en el Museo de Antioquia. Durante los homenajes hechos al pintor, además de esta exhibición, se realizó la entrega oficial de una escultura suya al Parque Biblioteca que lleva su nombre en San Cristóbal, así como el lanzamiento de una edición especial de un ron.
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Concluye la celebración de los 80 años de vida de Fernando Botero. Y para finalizar los homenajes que desde el año pasado la ciudad le rinde a este pintor y escultor antioqueño, serán presentados dos libros que investigan su vida y obra.
El lanzamiento se realizará mañana, a las 5:00 p.m., en la Sala del Concejo del Museo de Antioquia, institución que lideró los homenajes al artista y que patrocinó la publicación de uno de los libros. Allí estará presente Fernando Botero, quien, en compañía de Santiago Londoño Vélez y Christian Padilla, los dos autores de las investigaciones, realizará un conversatorio en el que abordará temas claves de su trabajo.
Nydia Gutiérrez, jefe de Curaduría del Museo de Antioquia, habla sobre este homenaje.
“Uno de ellos es ´Botero 80 años´, con autoría de Santiago Londoño y que es hecho por el Museo de Antioquia. Esta es una cronología ilustrada que cubre su trabajo artístico y también aspectos testimoniales de su vida.
El segundo libro es ´Fernando Botero, la búsqueda del estilo: 1949-1963´, realizado por Christian Padilla y una editorial bogotana. Es una investigación hecha desde la teoría y la historia del arte, que revisa el trabajo artístico durante los años de búsqueda y consolidación del estilo particular del maestro”.
“No hay otro libro sobre el maestro que sea como este, que es muy rico en ilustraciones, y las imágenes no son solo de las obras sino también de la vida de Fernando Botero.
Santiago Londoño, el autor, es un historiador de Medellín. Ha sido una especie de biógrafo que ha seguido a Botero desde hace muchos años. Tiene un proceso muy largo de acompañamiento a su obra y ha escrito varios textos al respecto.
El Museo le pidió a Londoño realizar el libro y desde aquí lo acompañamos en la búsqueda de las imágenes, que fue uno de los procesos más complejos porque incluimos obras y fotos que no han aparecido en los libros que hay sobre él, algunas son de las obras de arte más emblemáticas que están en algunos de los museos más importantes del mundo, como ´La Mona Lisa a los doce años´, que fue la primera obra que le compró el Museo de Arte Moderno de Nueva York, o la ´Familia Pinzón´, que está en la Escuela de Diseño de Rhode Island.
También hay fotos personales y familiares, como de Pedrito, su hijo que murió a los cuatro años, o de la infancia de Botero, de su familia y amigos, imágenes que son muy raras y que solo personas muy cercanas a él podrían tener.
Este trabajo solo podía lograrse con el respaldo de un museo que se merece el respeto de otras instituciones artísticas y de particulares, como el Museo de Antioquia”.
“Fernando Botero es uno de los grandes pintores del siglo XX, no solo de Antioquia sino del mundo.
Él tiene un lugar en la historia del arte moderno por la consolidación de su estilo particular y porque, además de la capacidad de lograr una obra singular, combinó en su discurso las temáticas propias de su entorno, de su país, de Antioquia y específicamente de Medellín, con los intereses de la historia del arte universal y los intereses de una sociedad del siglo XX, también en el plano internacional.
Botero logró combinar su conocimiento del mundo, de la historia del arte y de sus raíces con su manejo de la pintura”.
“Botero es importante para el Museo por múltiples razones.
Primero, somos uno de los museos más importantes en el mundo para estudiar su obra. Tenemos la Sala Botero, que es casi un piso del Museo dedicado a su obra pictórica y escultórica.
Segundo, Botero ha sido un gran mecenas de este museo, no solo por la donación de sus obras y de obras de grandes maestros del arte universal, que son un patrimonio invaluable, sino que él sigue siendo muy generoso con nosotros. El año pasado, justo en la celebración de su cumpleaños, nos donó su serie ´Viacrucis´, algo que hizo para que pudiéramos itinerarla, y eso tiene una serie de beneficios para el Museo de Antioquia.
Esa itinerancia representa un beneficio económico, pero el beneficio más importante es poder establecer redes con museos de altísimo nivel en el mundo para hacer intercambios de exposiciones”.
El objetivo de este libro es indagar en una parte de Botero que no es conocida. “La gente tiene una visión según la cual Botero siempre ha pintado con el mismo estilo, pero poco se conoce de cómo Botero llegó a encontrar ese estilo tan particular”, expresa Christian Padilla, autor de esta investigación sobre la obra que el artista antioqueño produjo entre 1949 y 1963.
Para Padilla, el hecho de que poco se conozca de ese periodo de producción de Botero, que se dio antes de que llegara a sus famosos cuerpos y figuras redondas, se debe a que “muchas de estas obras, que aparecen en un libro por primera vez, estaban en colecciones que nunca se han mostrado al público. Una de las grandes virtudes de este texto es que el 90 % de las imágenes son inéditas, lo cual permite al lector, o a la persona que observe el libro, ver ese proceso que llevó a Botero a consolidar su estilo”.
El historiador de arte señala que, en sus inicios, Botero ya tenía preocupación por el volumen. Además, empieza a indagar en asuntos como el color.
“Él venía muy influenciado por maestros antioqueños como Pedro Nel Gómez e Ignacio Gómez Jaramillo, por eso tenía una gran entrega a los temas nacionales, como las personas que trabajaban la tierra, con su serie de campesinos, que hizo en 1952”, afirma Padilla.
También, el historiador bogotano señala que el muralismo mexicano influyó en los inicios del antioqueño.
“Sus estudios en Italia muy posiblemente le crearon a él un imaginario religioso que se va a evidenciar y va a conservar en su trabajo. Además, y esto lo señalo como una de las grandes virtudes de Botero, es el primer artista colombiano que rompe completamente con las influencias del muralismo mexicano para mirar por primera vez a Nueva York como una meca del arte, es el primer artista de aquí en fijarse en esas vanguardias”, expresa Padilla.
Para el historiador bogotano, quien realizó esta investigación durante tres años, una de las partes más difíciles fue conseguir las imágenes con las cuales ilustró el libro. Las obtuvo siguiendo el rastro de coleccionistas privados, catálogos de casas de subastas y por la ayuda del mismo Fernando Botero. Pasó de tener nueve imágenes, al momento de iniciar la investigación, a 200.