Columnistas

Las curules de la mafia
Autor: José E. Mosquera
27 de Marzo de 2014


Fernando Ortiz, en su libro “El engaño de las Razas”, sostiene que las “razas puras” son tonterías llenas de ficción, un mito que sólo se mantiene en las mentes de fanáticos de políticos y religiosos.

En Twitter: @j15mosquera


Ahora que se encuentra encendida la polémica por las elecciones de María Socorro Bustamante y Moisés Orozco Vicuña, dos “mestizos” como Representantes a la Cámara por la circunscripción especial de las negritudes, se abre un interesante debate sobre la identidad étnica en Colombia. Una polémica que va más allá del simple color de la piel y de los intereses económicos y políticos que se mueven por el control de la representación de los negros en el Congreso de la República.


En las elecciones del 2010, fueron electos Heriberto Arrechea y Yahir Acuña, ambas curules quedaron en la zaga del exsenador Juan Carlos Martínez y la empresaria del Chance, Emilse López, alias “la Gata”. Sin embargo, no hubo controversia porque las curules quedaron bajo el imperio mafioso de estos personajes con vínculos con el paramilitarismo y el narcotráfico.


Fueron pocos los líderes negros que levantaron su voz de protesta, la mayoría guardó silencio. No hubo debate político, ni ético, ni moral dentro de las Comunidades Negras acerca que su representación política quedará en manos de las estructuras mafiosas de Martínez y de “la Gata”.


Silencio que se convirtió en el patente para que en estas elecciones “la Gata” con sus redes mafiosas, a través de Acuña, eligiera, en representación política de los afros, a dos “mestizos” de su sanedrín; personajes con un pasado político siniestro y turbulento por sus transfuguismos electorales y otras yerbas. Lo controvertido es que hoy se proteste porque fueron electos dos “mestizos”, pero en el 2010, no se cuestionó que los electos fueran fichas de personajes con nexos con estructuras mafiosas que han asesinado y desplazado a miles de personas de las comunidades negras.  


Ahora, la elección de estos “mestizos” que se asumen como negros por intereses políticos y mediáticos abre otra polémica de fondo acerca del tema de la identidad étnica en el país. Un asunto que ha llevado a varios líderes de las negritudes a plantear como solución la expedición de una especie de certificación de “pureza” étnica.


No soy defensor de estos avivatos y oportunistas, sin antecedentes en la defensa de las reivindicaciones de los negros, pero no es con certificaciones de más negro o menos negro, o de más “blanco” o menos “blanco”, similares a las certificaciones de blancuras que se concedían durante el período colonial, basadas en las leyes borbónicas de Gracias al sacar, como se debe abordar este asunto.


El Genetista Emilio Yunis, como director del Departamento de Genética de la Universidad Nacional, publicó un estudio sobre el mapa genético del país. Estudio que concluyó que la población colombiana tiene el 65% de genes blancos, 22% de genes indígenas y 13% de genes negros. Además, la investigación demostró que aquellos porcentajes cambian de una región a otra, como consecuencia de las aceleradas mezclas genéticas que se viven en Colombia.


En otro estudio publicado por el Grupo de Genética Molecular de la Universidad de Antioquia, arrojó que los colombianos tenemos un 70 % de europeos, 20 % indígena y 10 % africanos. En ambas investigaciones lo que se demuestra es que los colombianos no somos ni blancos puros, ni indígenas puros, ni negros puros.


Fernando Ortiz, en su libro “El engaño de las Razas”, sostiene que las “razas puras” son tonterías llenas de ficción, un mito que sólo se mantiene en las mentes de fanáticos de políticos y religiosos. Igualmente señala que la clasificación que divide a los seres humanos en blancos o de color es absurda, porque ni los denominados blancos son blancos, ni los llamados negros son negros, ni los que se dicen amarillos son de ese color la piel. En conclusión: la identidad étnica va más allá del simple color de la piel.