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El sábado pasado, en el marco del Día Mundial sin Carro, cientos de ciudadanos en seis ciudades de Colombia nos aliamos a grupos de otros cuatro países para pintar ciclorrutas.
Somos muchos quienes hemos logrado comprender el potencial de la bicicleta como modo de transporte en las zonas planas de nuestras ciudades. A diferencia de lo que dicen los críticos de la movilidad urbana sostenible (en su mayoría adictos a la gasolina), la bicicleta sí tiene gran futuro en la región latinoamericana cuando se cumplan requisitos básicos: infraestructura segura e interconectada, legislación clara con incentivos a la cicla, y un trabajo de aceptación cultural sólido.
Como muchos de estos requisitos todavía no se cumplen, la bicicleta no ha logrado ganar el espacio que le corresponde. En Medellín, por ejemplo, los resultados preliminares de la encuesta origen-destino del 2012 muestran una reducción del 20 % en el número de viajes diarios en bicicleta, en comparación con la encuesta del 2009. Esta reducción se podría explicar en parte por el incremento desmesurado de viajes diarios en moto; creciendo 170 % durante el mismo periodo. Aunque es de lejos el modo de transporte más peligroso, tener una moto es símbolo de estatus. Más aún, las facilidades de pago actuales la hacen una opción de movilidad sumamente atractiva.
Sin embargo, no todo son malas noticias. Algunos arriesgados actores se la siguen jugando por la bicicleta diariamente. Desde el Área Metropolitana conformaron un maravilloso equipo que le dio un segundo aire a EnCicla (el primer programa de bicicletas públicas compartidas en Colombia). Ahora se abrirán seis estaciones adicionales, ingresarán 80 bicicletas nuevas, y se construirán 10 kilómetros de ciclorrutas urbanas. En efecto, el éxito de EnCicla ha sido rotundo: en menos de 1 año de operación ya ha visto sus préstamos semanales aumentando en un 540 %, desde la primera semana hasta la semana 45 de operación.
Aunque criticar es importante, proponer y contribuir es aún más crucial; así nació la iniciativa de ‘Bicis por la Vida’. A través de esta acción ciudadana independiente, se busca hacer un ejercicio simbólico de libre expresión para defender la vida de los ciclistas. Se busca fomentar condiciones de seguridad, mientras se genera debate acerca del potencial de las bicicletas para promover un ambiente sano.
En ningún momento se buscó sustituir la autoridad de ninguna administración local, ni mucho menos hacer el trabajo que le corresponde a las mismas. Se obtuvieron los permisos correspondientes en Barranquilla, Bogotá, Cali, Medellín, Popayán y Tunja. Además se dejó claro que las ‘líneas de vida’ que se pintaron, no son más que un regalo que los ciudadanos le dejan a su ciudad.
Por ahí dicen que el arte no puede cambiar los problemas de una ciudad, pero sí tiene el poder de crear lugares neutrales para debatir; gracias a los cientos de voluntarios y aliados internacionales, con ‘Bicis por la Vida’ le apuntamos a que esos debates generen grandes cambios en el futuro cercano.
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El lunes pasado se inauguró la nueva estación del Metro en La Estrella. Con 7.200 m2 construidos, es la más grande de todo el sistema, y movilizará aproximadamente 57.000 usuarios nuevos provenientes del sur del Valle de Aburrá. ¡Felicitaciones al Metro!, institución líder en movilidad sostenible del país.