Autor: Javier Restrepo Gonzalez 

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Fue necesario esperar hasta el sexto toro para que la Feria de La Macarena despegara. No era el último de la tarde, pues fue una corrida atípica de ocho astados, por lo cual los aficionados, que colmaron la mitad de los tendidos de la plaza, aún no perdían la esperanza de rematar bien el festejo.

Saltó al ruedo “Jinete”, número 540 y con 510 kilos. Al frente suyo se abrió de capa Cristóbal Pardo y, por primera vez en la tarde, hubo una faena de capa importante. Hasta entonces la tarde había transcurrido entre bostezos. Al final esto sería todo lo bueno de la larga jornada. Las dos orejas simbólicas de Pardo le dieron el derecho a salir en hombros de la plaza, mientras el rejoneador Rui Fernandes se llevó una oreja en su chaqueta (ver recuadro); pero Sebastián Vargas y Manuel Libardo no

En su primero, Cristobal Pardo logró algunos lances, pero sin acoplarse, se lució con un par de banderillas al violín y toreó con seriedad, pero a media altura. La labor fue aseada, pero sin transmisión. Lo peor para él fue que pinchó seis veces antes de matar al toro. El público hizo saludar desde el tercio a este torero, que definitivamente se relanzó y ahora está en la baraja de los prospectos de la torería nacional.

Abroncados

Sebastián Vargas y Manuel Libardo pasaron una mala tarde en Medellín. Al cucuteño le tocó abrir plaza con el garbanzo negro del encierro, un astado que parecía no poder arrastrar su pesado cuerpo. Además tiraba arreones y si de salida su embestida era mala, tras la lidia que se le dio no quedó nada. Al toro rajado Vargas trató de torearlo sin éxito. Un vol