El intempestivo comunicado de la ONU, ayer, que además de exigir la liberación de López condena “de manera vehemente” su “detención”, parece una reacción al boom mediático desatado por el secuestro de los dos periodistas holandeses.
El Sistema de Naciones Unidas en Colombia rompió ayer el silencio sobre la suerte de su funcionario, Herledy López, quien estaba dedicado a la promoción de un programa de sustitución de cultivos ilícitos cuando fue secuestrado el 3 de mayo en la vereda Barranquillita, del municipio de Miraflores, Guaviare, al parecer por la disidencia del frente primero de las Farc.
Según informes de prensa, hasta el pasado 12 de junio la madre del secuestrado no había recibido ninguna prueba de vida, por lo que denunció que, en vez de gestiones para traer de vuelta a su hijo, lo que ha visto es silencio y hermetismo. El intempestivo comunicado de ayer, que además de exigir la liberación de López condena “de manera vehemente” su “detención”, parece una reacción al boom mediático desatado por el secuestro del periodista Derk Johannes Bolt, de 52 años, y su camarógrafo, Eugenio Ernest Marie Follender, de 68, ambos de nacionalidad holandesa, ocurrido el sábado en la región del Catatumbo.
El tratamiento de ambos hechos nos remite al caso de los secuestrados de primera y segunda categoría, determinada ahora, al parecer, por la identidad del autor: si es el Eln es diferente a si es de las Farc o de su disidencia, cuando en el fondo son lo mismo, por lo que exigimos, una vez más, que haya un trato igualitario para todos los casos de secuestro en el país.
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