Los últimos acontecimientos en torno a la situación de Santrich, por el presunto, digo presunto, porque no ha sido vencido en juicio y en este escenario la Fiscalía deberá demostrar la veracidad de las pruebas y la intencionalidad en cometer el delito, mientras que la defensa en desvirtuar las pruebas que se le imputan por narcotráfico, además, se le suma la ida a USA del sobrino de Iván Márquez, Marlon Marín para ratificar que Santrich es “líder de una organización de narcotráfico”. En otras palabras “vaca ladrona no olvida el portillo”, y les da la razón a los detractores del proceso de paz, cuando alzando la voz pedían que el narcotráfico no se considerara como delito conexo.

Dilema complicado el del gobierno Santos, con esa papa caliente. Sí la JEP dice que no hay mérito, porque la fecha de los acontecimientos fue antes de diciembre de 2016, la mayoría de los colombianos la catalogarán de “farciana” y perderá el poco capital de apoyo ciudadano que tiene, pero, sí confirma que las acciones fueron después de esa fecha, la Corte Suprema de Justicia, deberá sugerirle al Presidente Santos, que envíen a donde el tío Sam a Santrich, poniendo en riesgo la permanencia de las Farc en la vida “civil”.

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El sur del país está en llamas, gracias a alias Gaucho, quién ha secuestrado cinco personas, de ellas asesinando tres. Este disidente está recurriendo a las artimañas de su viejo grupo, y el Ecuador clama para que nuestro país actúe cerrándole el cerco a este facineroso. Pero, dice el adagio popular “cría cuervos y te sacarán los ojos”. Recordemos que, al lado de la frontera ecuatoriana, durante el gobierno de Correa, esté permitió la estancia de las Farc en su territorio tanto así que el gobierno de Álvaro Uribe dio de baja en Ecuador a Raúl Reyes.

Hace una década se conoció una versión de posible financiación de este grupo guerrillero a Rafael Correa, este, obviamente se tira al “niegue”, pero el manto de la duda queda en el ambiente; máxime cuando desde Colombia muchas veces se le solicitó cooperación a Ecuador y a Venezuela para que actuaran contra los farcianos. Obviamente, debe primar la vida sobre cualquier situación y Colombia debe enfrentar juntamente con Ecuador ese cáncer “gauchiano” que se está carcomiendo esa zona bilateral.

Por el norte, en el Catatumbo, los “pelusos”, reducto del Epl, en guerra contra los “elenos” tiene en macabra situación a los habitantes. Un territorio que históricamente ha sido olvidado por la institucionalidad colombiana clama que sea tenido en cuenta por la nueva administración que llega para poder ser un territorio de paz y próspero. Sin presencia viva del Estado colombiano en las regiones apartadas del país, sin acceso a educación, salud, servicios públicos, recreación, con calidad es muy difícil construir una paz estable y duradera.

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El gobierno venidero la tiene complicada, debe arreglar varios entuertos recogidos de la herencia santista y otros tantos de ahí para atrás. Es claro que en cuatro años no se endereza la culebra, pero, sí debe dejar una línea clara por la senda por la que debe andar la nación colombiana después del 2022, cuando entregue su mandato, y qué el país deje de ser esa vaca ladrona que no olvida el portillo, y pueda por fin a partir de la segunda década, del segundo milenio tener un panorama diferente.