Una sociedad (casi) sin control moral

Autor: Luis Fernando Múnera López
11 diciembre de 2017 - 12:09 AM

Entre nosotros el mensaje se tergiversó y se desvió, paulatinamente, hacia el libre albedrío, el libertinaje y la corrupción.

Me pregunto si es posible identificar las causas y los orígenes del alto grado de corrupción que sufre la sociedad colombiana y si, a partir de ahí, pueden inferirse caminos que nos permitan luchar contra ella para revertirla. 
Tengo la impresión de que la década de los sesenta en el siglo veinte tuvo una influencia determinante en la génesis de nuestra crisis actual.
El historiador Álvaro Tirado Mejía analiza lo ocurrido en esos años en su libro “Años sesenta: Una revolución en la cultura”. Lo hace desde una rigurosa visión histórica, no le aplica juicios de valor, lo cual es coherente con su visión científica de la historia, según la cual los hechos son los hechos y, en sí mismos, no son ni buenos ni malos.
El doctor Tirado enumera los procesos siguientes ocurridos en esa época: En Estados Unidos de América se generaron movimientos masivos en favor de los derechos civiles, entre los que se destacó el “hippismo”, que constituyó una protesta contra la actitud ambivalente de los padres y de las autoridades. Los negros empezaron protestas masivas y sistemáticas, exigiendo sus derechos a la igualdad en la educación, en las oportunidades educativas y laborales y en el trato cotidiano. La aprobación de la píldora anticonceptiva y la autorización del aborto le dieron a la mujer un control sobre su cuerpo y sobre su vida sexual que nunca había tenido en la historia. Paralelamente se generó un movimiento feminista fuerte, que abogaba por la igualdad de la mujer en la familia, la sociedad y el trabajo. Aumentó la aprobación del divorcio. En Estados Unidos nació también el movimiento por los derechos sociales de los homosexuales. Los estudiantes generaron en París, Ciudad de México y otros lugares movimientos de protesta contra la rigidez de las normas sociales y contra la desigualdad de los derechos. La iglesia católica, la institución más antigua y tradicional de Occidente, entró en la onda del cambio con el Concilio Vaticano Segundo. Fueron revoluciones con sustento moral.
En Colombia, el movimiento nadaísta y la Teología de la Liberación promulgada por la Celam de Medellín sacudieron la forma tradicional de pensar y vivir
En general, los procesos mundiales mencionados no tocaron Colombia directamente, pero sí nos transmitieron, a través de los medios de comunicación, el mensaje de que la moral inflexible y las costumbres rígidas podían cuestionarse. Y se cuestionaron. En esos años se oía con frecuencia la expresión “La sociedad colombiana se está volviendo permisiva”. Pero si en otros países esta revolución se orientaba a defender los derechos humanos, entre nosotros el mensaje se tergiversó y se desvió, paulatinamente, hacia el libre albedrío, el libertinaje y la corrupción.

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En la década siguiente se agravaron con el narcotráfico, que le mostró a la gente de todos los estratos sociales el camino del dinero fácil, rápido y aparentemente seguro. También fue el tiempo de los primeros fraudes bancarios y de la venalidad de la justicia que favorecía a los poderosos. Así ha continuado hasta nuestro tiempo, sin que nuestra sociedad, duele decirlo, haya sido capaz de ponerle coto ni control.

La corrupción en Colombia es alarmante: Nos abruman la inequidad y la injusticia sociales; abundan las prácticas dolosas en el sector privado y en el Estado para conseguir el lucro personal indebido; el poder Judicial, antes garante de la moralidad, se pervirtió; los poderes Ejecutivo y Legislativo alcanzaron niveles impensables de depravación. Se perdió la confianza en las instituciones.
¿Existe solución? Quiero pensar que sí. Quisiera ver que la sociedad, tanto el pueblo como sus líderes, seamos capaces de reconocer nuestro problema, comprender que esa ruta es inviable y apliquemos la razón y la voluntad para enderezar el camino. Si las normas inflexibles de hace siete décadas eran inconvenientes, la depravación actual es mil veces peor.

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Comentarios:

augusto
augusto
2017-12-11 07:28:48
¿Existe solución? si, solo que nunca puede salir del mismo entorno en el que estamos viviendo. La solución es hacer uso de la inteligencia, pero es que nos han hecho ver como inteligencia el grado de astucia que se tiene. Por ejemplo, muchos son los que dicen que Pablo Escobar era muy inteligente, o que Alvaro Uribe es muy inteligente; pues si de verdad hicieran uso de la inteligencia, en lugar de la guerra el trabajo sería para la paz, pero una verdadera paz, no como el fallido proceso en que nos quieren convencer que se logrará la paz. Tristemente el precio a pagar para alcanzar la paz, es llegar a niveles insospechados de la guerra, porque ese "ejercicio" de la guerra hará ver el error cometido, y lamentablemente pocos se quieren dar por enterados.

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