Tolerancia

Autor: Pedro Juan González Carvajal
13 marzo de 2018 - 12:09 AM

La polarización de la gente alrededor de temas o asuntos es una evidencia simple de que la no tolerancia o lo que es lo mismo, la intolerancia, está allí, adormecida

Se entiende por tolerancia la actitud de la persona que respeta las opiniones, las ideas o actitudes de las demás personas, aunque no coincidan con las propias.
Nada que suene más lógico pero que también sea más irrespetado en el día a día, ya sea por razones triviales o por razones de alto vuelo.
La polarización de la gente alrededor de temas o asuntos es una evidencia simple de que la no tolerancia o lo que es lo mismo, la intolerancia, está allí, adormecida, agazapada y cualquier evento insignificante o cualquier señal de alguien con influencia, la hace aparecer o reaparecer.

Lea también: Pequeñas pasiones
Esto último lo podemos ver en la línea de la historia donde como un péndulo, la tolerancia entra en crisis y aparece el más común de los asuntos y comportamientos humanos: el conflicto y la guerra, debido a las pasiones que se desbordan y se desatan, dejando a su paso solamente tragedia y resentimiento.
Una situación particular es la tolerancia por convicción, otra la tolerancia por obligación, otra la tolerancia por conveniencia y otra la tolerancia por agotamiento.
La tolerancia por convicción nace de lo más íntimo y es inherente a la forma de pensar y de actuar de algunas personas. La tolerancia por obligación muchas veces está ligada a la postura de ciertas minorías que por ello mismo no tienen la capacidad de enfrentar a las mayorías con sus propias líneas de pensamiento y de comportamiento, que muchas veces son impuestas. La tolerancia por pragmatismo evidencia cierto tipo de  utilitarismo, donde muchas veces el acomodo a situaciones de no tolerancia o de tolerancia, ponen de nuevo en la palestra el aforismo de Maquiavelo de que el fin justifica los medios. La tolerancia por agotamiento se da cuando una disputa es de largo aliento y las partes exhaustas, que han vivido un conflicto, entienden que están en tablas, que ninguna se impondrá sobre la otra y que entonces es necesario un replanteamiento de la estrategia y de la confrontación se pasa a la negociación. Ejemplo histórico de la tolerancia por agotamiento se dio con la firma de la Paz de Westfalia firmada en 1648 con la que se puso fin a la Guerra de los Treinta años, que había llegado a un punto muerto tras haber enfrentado a católicos y protestantes por la interpretación que unos y otros hacían de las intenciones de Dios.
En el tratado se acordó que desde ese momento cada Estado tendría la libertad de actuar según sus propias inclinaciones, reconociendo que los conflictos de larga duración no son sostenibles.
La intolerancia se da alrededor de las ideas, las ideologías o de las posturas conceptuales, entre quienes se destacan la intolerancia política, económica, religiosa y   social, entre otras varias posibilidades, aportando todas, por común denominador, la aparición del conflicto.
Zanjar las heridas que deja un conflicto no es fácil y muchas veces desenmascara la verdadera faceta del alma humana: El no perdonar y querer tomar venganza.
Es respetable el sentimiento íntimo de cada persona, con sus circunstancias y vivencias particulares, pero estas no deben interferir con la generación de ambientes propicios para que las mayorías puedan rehacer su camino y buscar por otros medios, mecanismos de convivencia qué de otra manera, sosteniendo el conflicto y el enfrentamiento, no serían posibles. 
Difícil la vida entre humanos, donde la convivencia muchas veces debe ser al menos reemplazada por una sana y civilizada coexistencia.
Imposible, alrededor del tema, no recordar a Voltaire cuando sostiene: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.
Insistimos en la necesidad de dotar a Medellín de un adecuado Centro de Espectáculos.

Vea además: La pregunta obligada

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