Tener ideas

Autor: Eufrasio Guzmán Mesa
2 noviembre de 2017 - 12:07 AM

Pero pensar no puede ser tampoco cosa de lentitud de siglos y hay momentos y épocas en las cuales una vacilación se vuelve un peso insoportable, una verdadera mula muerta en el camino y la marcha.

Cuando afirmamos que uno piensa, como en la célebre expresión de Descartes: “pienso luego existo”, hay algo que se desliza y sin querer no nos expresamos con claridad. Decir que yo pienso tiene mucho de convención pues en uno hay muchos factores que presiden la acción de pensar y el verbo pensar no incluye todos los factores inconscientes, pero le adjudicamos a un sujeto en singular lo que a veces procede de una multiplicidad de factores, muchos de ellos colectivos, de clase social o de intereses comunes. Por ello es tan valiosa la frase de Nietzsche que dice que ciertamente un pensamiento viene cuando “él quiere”. Y agrega que aún los profesionales del pensamiento, los que lo hacen de manera disciplinada y consciente no siempre se dan cuenta de que los pensamientos llegan “como desde afuera, como desde arriba y desde abajo, constituyendo una especie particular de acontecimientos y rayos”.

Pero además de esa dimensión intempestiva habría que reconocer que hay pensamientos que vienen de manera no tan alta, como los rayos y las centellas, sino que hay pensamientos que llegan de subsuelos oscuros y otros que son como serpientes o batracios, como liendres o babosas, desde lo bajo de nuestros instintos o nuestras pasiones más tristes. La envidia, la pereza, el resentimiento asaltan la mente, la poseen. Muchos críticos y opinadores profesionales deberíamos revisar esas procedencias de los pensamientos pues el orgullo frustrado, el fracaso autoimpuesto, el resentimiento de años y de siglos también se albergan en nuestra alma como “pensamientos propios”.

Lea también: http://www.elmundo.com/noticia/El-lugar-de-la-etica/361278

El mismo pensador alemán se equivoca a veces y sobre todo cuando afirma que es necesaria “una intelectualidad osada y exuberante que ande rápida y juzgue con inmediatez”. Esos pensamientos repentinos y obsesivos que no se han rumiado, ni vuelto a pensar con cuidado, son casi siempre vehículos gratuitos de lo que Spinoza llama las pasiones tristes, el resentimiento, el odio, el orgullo herido. Por ejemplo, desde la cobardía de quienes no han emprendido cosa de fondo es muy fácil juzgar a los hombres de armas. Las armas no son, quizás, ni buenas ni malas por sí mismas pues permiten la defensa de lo más propio y han garantizado la supervivencia de la especie en un pasado de feroz competencia con especies letales. Y decir esto es difícil en un país que necesita dejar de estar armado pero los espíritus se arman con ideas más fieras y letales que los famosos tanques panzer de Alemania nazi

Pero pensar no puede ser tampoco cosa de lentitud de siglos y hay momentos y épocas en las cuales una vacilación se vuelve un peso insoportable, una verdadera mula muerta en el camino y la marcha. Y en esto quienes defienden la idea de pensar y danzar con alegría tienen una porción enorme de razón. En nuestra nación muchos columnistas que tiene peso de opinión enorme se han detenido en el mismo horizonte, vuelven una y otra vez sobre los temas y eso no está mal si intentaran otro talante, un cambio de perspectiva y una capacidad mínima de ponerse en el cuerpo del otro. Pero esto es como pedir peras al olmo y es por ello que vamos a seguir oyendo la misma cantaleta paranoica de que ya viene el castro-chavismo, o que se recite el camino del odio y se renuncie a compartir con otros las esperanzas de una nación integral, unidad en la diversidad. La fatiga lamentable hace que las mentes vuelvan una otra vez sobre lo mismo sin ser capaces de ver la novedad y la diferencia. Oscuro y lejano es el camino para el entendimiento.

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Comentarios:

alberto
alberto
2017-11-06 13:15:34
pero ahí el problema no es pensar demasiado sino dilatar la acción de manera irracional

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