El internacionalismo proletario fue una estrategia concebida por Marx y Engels para hacer de la solidaridad de clase una herramienta para la emancipación de los trabajadores del planeta. Lamentablemente fue más rápida la respuesta de las clases dominantes que desde las rancias aristocracias europeas habían establecido una solidaridad basada en lazos de sangre, alianzas y pactos. Por ejemplo, Catalina de Rusia se molestó cuando se enteró que los dineros que le había facilitado a Francisco de Miranda él los había aplicado para la lucha contra la monarquía francesa. Los oligarcas del planeta actúan más coordinadamente que cualquier movimiento social de reivindicación de las clases oprimidas. No sobra recordar estos elementos cuando observamos como de manera acrítica la izquierda latinoamericana defiende a Ortega en Nicaragua o a Maduro en Venezuela

Y ahora que se ha celebrado un nuevo aniversario del nacimiento de Bolívar (24 de julio de 1783) es bueno recordar que tanto él como Miranda se sentían parte de esas aristocracias peninsulares y viajaron a España inicialmente no para buscar la emancipación americana sino para obtener los reconocimientos y derechos que consideraban merecían por sus raíces de sangre y sus propios abolengos.

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Valgan estas dos anotaciones para recordar que la realidad es más compleja, diversa y variada que nuestra tendencia a esquematizar, simplificar y reducir los hechos a las teorías. Petro y la izquierda colombiana en particular no ha evaluado cuidadosamente el costo asumido por su alineamiento con el poder cleptocrático y mafioso que esquilma a Venezuela. López Obrador ya empezó su gobierno expresando de manera torpe su alineamiento con Cuba y Venezuela. Ya verá el costo de esas “peticiones de principio” que solo se hacen para tener contenta a la galería o a la tribuna vacua e ignorante.

Esas simplificaciones en el alineamiento que menciono, esas solidaridades con cuerpo ajeno, han tenido su costo histórico no solo para el movimiento insurreccional latinoamericano sino que también en ocasiones los dueños de la riqueza ponen su cabeza en riesgo cuando reciben el costo de los desmanes de otros miembros de las clases dominantes. La suerte de la dinastía de los Romanov en Rusia y la situación de los republicanos en USA son un par de ejemplos del costo que pagan los poderosos por los errores de sus líderes.

Voy al asunto delicado que la misma historia simplifica y denominamos “burguesía”, “aristocracia” o “clase trabajadora” a conglomerados humanos diferentes que se mueven en ocasiones con intereses que no son tan homogéneos. ¿Si serán tan sanguinarias las élites de los países nórdicos europeos como las élites latinoamericanas? Ya sabemos que en el siglo XX a los obreros de puertos europeos no les importó la suerte de los trabajadores latinoamericanos en caso de conflictos de intereses.

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Es desde esta perspectiva de diferenciación que hay que asumir que son erróneos los alineamientos de Evo Morales con los dictadores sanguinarios de Venezuela o Nicaragua y comete un error de entrada López Obrador vinculando su gestión con el desastre de la Venezuela de Maduro o la satrapía cubana. Evo Morales ha desarrollado un labor de gobierno ejemplar con logros muy visibles y López Obrador tiene al frente unas posibilidades de dar pasos significativos y convertir a México en una sociedad mejor. La cautela debería ser el signo de sus declaraciones en favor de líderes enteramente negativos que azotan a sus pueblos. Parece mucho pedir al movimiento social latinoamericano este arte de los matices al expresar solidaridad sin distinción a todo trapo rojo y parece que se seguirá practicando es miopía entre los intelectuales que se autodenominan de izquierda y que se unen alrededor de líderes indeseables para su pueblos.