Lo dijo el mismo Petro. El video en el que aparece recibiendo y guardando en una bolsa fajos de billetes -$20.000.000 de 2005, según Petro- que le entrega el ingeniero Juan Carlos Montes, se ve muy feo. En efecto, es dinero en efectivo, y sin que se exhiba recibo alguno. Así es como los delincuentes hacen muchas de sus transacciones torcidas, para no dejar ninguna trazabilidad. Y el senador lo sabe. Por eso, se apresura a decir que fue un préstamo que le hizo el famoso arquitecto Simón Vélez… en efectivo porque este “aborrece al sector financiero”; se trata de un hombre “excéntrico”, afirmó.  Puede verse feo, pero es lícito, es su argumento.

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El punto es que el señor Vélez desmintió a Petro. En un breve pronunciamiento, publicado por las redes sociales y los medios, dijo: “A raíz de la aseveración hecha en redes sociales, aclaro a la opinión pública que yo no le he hecho ningún préstamo a nadie y mucho menos al señor Gustavo Petro”. Eso se vio más feo todavía. Y más aún, la circunstancia de que el abogado de Petro, Julio César Ortiz, contradijera a su apoderado, diciendo que se trataba de una financiación de la campaña y no de un préstamo. Claro que puede ser peor el asunto, de ser cierto, de que este abogado haya defendido “gratis” a Petro en 2013, presentando la tutela contra su destitución por parte de la Procuraduría, por los mismos días en que ETB lo contrató para representarla ante eventuales pleitos jurídicos, como afirman la Revista Dinero, el 16 de mayo de 2014 (https://www.dinero.com/edicion-impresa/...empresa-acueducto-bogota/196120)

 y El Espectador, el 8 de agosto de 2015 (https://www.elespectador.com/noticias/bogota/el-abogado-de-petro-y-etb-articulo-577856)

Y está el detalle, no menor, de que Montes, que según Petro fue quien le presentó a Vélez, le pida, en el video, un porcentaje sobre el dinero, porque, quiere parte de los recursos que reciba para la campaña para el Senado, lo cual a Petro, máximo exponente de la moralidad política, no le parece, por lo menos, feo, es más, le comunica que va en el negocio.

Tan no le parece feo, que cuando ganó la Alcaldía en el período 2012–2015, lo llevó a la subdirección técnica de producción e intervención de la Unidad de Mantenimiento Vial y la subdirección técnica de construcciones del Instituto Distrital de Cultura Recreación y Deportes.

Petro tenía sus razones: habían mantenido una relación cercana con el ingeniero desde cuando eran miembros del M-19 y este lo recibió en su casa cuando Petro salió de la clandestinidad. “Se conocieron en Sincelejo y fue Montes quien le presentó a su actual esposa, Verónica Alcocer. También le arrendó una pieza en el apartamento que aparece en el video, ubicado en el conjunto Nueva Santafé” (https://www.eltiempo.com/politica/congreso/quien-es-juan-carlos-montes-el-hombre-que-aparece-en-el-video-de-petro-299908).

Y para que los lectores se hagan una idea, El Tiempo le encontró a Juan Carlos Montes, “64 contratos en 7 departamentos y en Bogotá. Además, tienen interventoría de obra clave en Córdoba, Sucre y hasta una con el Inpec, en adecuación de cárceles, y contratos de suministros de equipos de computación, tubos PVC y en la construcción de 99 soluciones de vivienda en Montería” (Ibid). Un verdadero todero. Y, según el mismo diario, en su época de funcionario de la alcaldía  era conocido con el remoquete de “hombre de la maleta”, porque siempre llevaba una cargada de dinero (Ibid). Montes estuvo involucrado en el famoso contrato irregular de la máquina tapahuecos con la que en la Bogotá Humana iban a tapar 220.000 huecos en Bogotá. Y ahí fue la debacle.

La cosa fue tan grave con ese contrato, que la señora María Gilma Gómez, directora de la malla vial de la Alcaldía tuvo que salir del cargo para dar explicaciones y terminó sancionada por la Procuraduría y condenada por un juez. Y ahora resulta que, según allegados a Petro, el ingeniero está cobrando venganza porque cuando ella salió del cargo, “Petro no nombró a Montes, quien se creía el llamado a ocupar el cargo. De hecho, el nuevo director lo sacó y ahí comenzaron los líos", explicó uno de los escuderos de Petro. Y agrega que el propio senador les comentó que Montes decía que “iba a usar información personal para afectarlo” (Ibid).

De todas las cosas feas de esta historia, una de las que más se ve y huele a feo, es que el señor Petro trabajó diez años, incluyendo los de la alcaldía, con un individuo que le cobraba coimas, ya en 2005, por conseguirle dinero para la campaña. Y si eso hacía cuando no tenía el poder que alcanzó en su alcaldía… saque, usted, lector, su propia conclusión.

Creo que el país merece explicaciones, muchas y de fondo, judiciales -ya las autoridades decidirán sobre el asunto- pero, sobre todo, políticas. Porque, de ser cierto todo esto, no puede ser que alguien que se presente como el adalid de la moral pública y de la lucha contra la corrupción, y que tenga un grupo que se llama Decentes, reciba dinero sin soporte, tenga una relación política de muchos años con alguien que le cobra coimas y sea representado por un abogado que tuvo contratos en la administración distrital mientras lo defendía “gratis” en su época de alcalde. Eso de decente no tiene nada.

Y pienso, además, que los ciudadanos deben tomar nota de quién es quien en la política colombiana. ¿Cómo se podría confiar los destinos del país en alguien que estaría involucrado en semejante hecho? Sus amigos guardan silencio o exigen explicaciones a la mensajera que puso sobre el tapete este sórdido asunto. Inaceptable desde todo punto de vista. ¿Qué tal que hubiese sido al revés? ¿Se imaginan ustedes que hubiera sido alguien del Centro Democrático?

No es la primera vez que la corrupción de la izquierda muestra sus orejas. En Bogotá con el meganegociado de Samuel Moreno, uno de cuyos valedores para llegar a la alcaldía de Bogotá fue el propio Petro. En el país, con los grupos armados ilegales Farc, Eln y Epl, maestros del narcotráfico y del saqueo de los recursos regionales y locales; y en nuestra región, tenemos a los sátrapas Chávez, Maduro, Kirchner, Lula y Ortega, podridos hasta las entrañas.

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Ese no puede ser el destino de Colombia. La lucha contra la corrupción debe ser a fondo. El caso Odebrecht debe concluir como una sanción ejemplarizante a todos, absolutamente a todos los involucrados. Los saqueos de los recursos estatales, los contratos chuecos y la mermelada deben ser extirpados para siempre. En eso está trabajando este gobierno, sin fanfarria y con dedicación. Lo que no puede ser es que el ladrón grite “cojan al ladrón” para despistarnos. Sólo la democracia, la transparencia y la legalidad podrán librarnos de ese flagelo. Y en eso estamos.