S.O.S.

Autor: José Alvear Sanín
21 febrero de 2018 - 12:10 AM

Por la dispersión de los votos democráticos, existe el riesgo mortal de que en la primera vuelta Petro y Fajardo superen por escasas décimas de punto a Duque y Vargas Lleras

Sin poner en duda que las encuestas estén siendo amañadas en favor de los candidatos del trío siniestro, no puedo caer en la consoladora ilusión de que Petro sea apenas una falsa amenaza, como resultó ser la de Mockus. Recordemos que ese estrafalario exalcalde de Bogotá, que al comenzar la campaña de 2002 parecía invencible, terminó con algo así como el 23% de los votos, resultado muy parecido al que en su momento alcanzó otro candidato tóxico, Carlos Gaviria.

Ese 23% de sufragios realmente representan el potencial de la izquierda colombiana, donde hay un 3 o 4% de verdaderos comunistas; el resto está constituido por gentes de variados movimientos, que acaban arrastrando ciudadanos ingenuos que se dejan llevar por el lenguaje siempre seductor de la demagogia y el populismo. Esa consideración explica, en buena medida, cómo, a pesar de que Timochenko solo tiene 3% de preferencias, Petro disponga de amplia cauda.

Un peligro adicional ahora es la aparición de un candidato oportunista y logrero, amorfo, intonso, inepto, y por tanto, aparentemente inofensivo, como Fajardo, capaz de atraer con su bacanería light a mucha gente hastiada de las malas prácticas de los politiqueros profesionales, pero que movido por una desmesurada ambición, se ha convertido en cautivo de la extrema izquierda, por su irresponsable compromiso con la implementación íntegra del AF.

Lea también: De firmas y encuestas

Todos estamos aterrados con lo que pasa en Venezuela. Si la gente fuera consciente de que Petro, De la Calle y Fajardo están comprometidos a dar cumplimiento al AF entre Santos y Timochenko, y que ese acuerdo, elevado a canon supraconstitucional y cuya implementación legal va muy avanzada, tendría como resultado inexorable convertirnos en otra Venezuela, esos cómplices de las Farc harían el más triste papel electoral.

Pero desgraciadamente, la ciudadanía está desorientada y cada día estará más extraviada por el gobierno y los medios, que harán creer que esos tres candidatos son enemigos de Maduro y que no nos van a convertir en una segunda república bolivariana, porque, además, dizque no existe el castrochavismo…

Los pueblos no tienen memoria o la tienen muy escasa. Petro, que no es bobo, al igual que Castro y Chávez, se presenta ahora como una blanca paloma. Nunca ha empuñado un arma (aunque está fotografiado con la metra y otros dos terroristas); no participó en lo del Palacio de Justicia (porque estaba encarcelado. Luego escribió un libro mendaz sobre el asunto, que nadie recuerda); fue el peor alcalde de Bogotá (pero ha logrado hacer creer que el malo es Peñalosa); y ahora se presenta como un liberal retro, cuyo propósito es poner en marcha los ideales lopistas de 1936; que se hizo guerrillero por su adhesión a la doctrina social católica (¡otro Camilo Torres!), y que sigue siendo católico. Además, su calzado Ferragamo lo ubica entre la alta burguesía…

Lo lógico sería pensar que este lamentable personaje es apenas otro excéntrico exalcalde de la capital, electoralmente inofensivo; pero por la dispersión de los votos democráticos, existe el riesgo mortal de que en la primera vuelta Petro y Fajardo superen por escasas décimas de punto a Duque y Vargas Lleras.

Un escenario terrible pero no imposible sería el de Petro con 18 %; Fajardo, con 17 %, Duque con 16.8 % y Vargas con 16.7 %, por delante del resto del pelotón…

Para eso están inflando a otro pésimo exalcalde, Fajardo, para lograr en segunda vuelta un carisellazo con una moneda de dos caras equivalentes, comprometidas con el AF.

Igualmente alarmante es cualquier otro escenario donde Petro o Fajardo pasen a segunda vuelta contra Duque o Vargas Lleras.

Entonces, con carácter de S.O.S., llamo la atención sobre la necesidad de emplear todos los recursos políticos y publicitarios para que los ciudadanos entiendan que votar por Petro, De la Calle o Fajardo, equivale al suicidio.

Todos los demás discursos, programas y promesas, son apenas florilegios y esfuerzos secundarios de muy poca importancia frente al problema fundamental, que es la preservación de la democracia y el estado de derecho, que si se pierden, condenan a Colombia a la dictadura y la miseria.

Con la unión desinteresada, generosa y patriótica de todas las fuerzas democráticas desenmascarando al trío de lacayos de las Farc y Santos, el país se salva electoralmente. En cambio divididos, suaves, delicados, prudentes y leguleyos, corremos hacia el abismo.

Puede interesarle: ¿Hacia las últimas elecciones libres?

                             ***

Otro mentirosillo, Humberto de la Calle, acaba de afirmar (14 de febrero/2018): “No tengo inclinación hacia el socialismo del siglo xxi”, como si no hubiera redactado y negociado las 312 páginas del AF para imponerlo a todo el país.

                                                                       ***

¡Según Juan Manuel de Prada, Adam Smith fue un apóstol del libre cambio que trabajaba como inspector de aduanas!

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