Son dos las hipótesis que se tienen respecto a las fallas en el Metro. La primera tiene que ver con los frenados regenerativos de los trenes, que podrían causar sobrevoltajes, y la segunda se asocia a factores en la red de energía de la ciudad que abastece al sistema. La UPB, encargada de la investigación, se encuentra compilando la información recolectada para efectuar las pruebas y hallar las causas de las averías en la catenaría y sus pararrayos.
Las fallas técnicas que se han presentado en la Línea A del Metro de Medellín son hoy materia de estudio por parte del grupo de Investigación en Transmisión y Distribución de Energía Eléctrica de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB).
Por ello, a través de un análisis técnico de diez semanas, que ya completó sus primeras dos, se resolverán las dudas respecto a qué le sucede al sistema eléctrico del Metro y cómo se podrán afrontar y prevenir posibles afectaciones a futuro.
Tomás Elejalde, gerente del Metro de Medellín, manifestó que la falla a estudiar representa un tema complejo desde el punto de vista técnico, ya que el inconveniente “cuenta con varios factores que tienen que ver con sobrevoltajes en la catenaria por sistema de pararrayos, condiciones de la red de energía y construcciones de esta zona de la ciudad”.
Además, expresó que con la UPB se viene realizando ensayos para intentar reproducir en laboratorio la situación que afectó al sistema hace un mes en la estación Poblado.
Andrés Emiro Díez, docente investigador de la Facultad de Ingeniería Eléctrica de la UPB, reseñó que las piezas que se retiraron del área afectada se someterán a pruebas en el laboratorio para establecer cuál es la energía asociada en ese tipo de sobrevoltajes que afectaron al Metro, con la idea de saber qué lo provoca y cómo mitigar sus efectos.
“Se toman estos elementos y se revisa que sus propiedades se mantengan vigentes, que efectivamente estén dando protección. Entonces se les somete a alta tensión y se ve su respuesta ante sobrevoltajes”, indicó Díez.
[Estos fueron los pararrayos que causaron la falla del 13 de febrero y que son materia de investigación. Foto: Julián Salamanca]
Las pruebas se realizan sobre los pararrayos de los trenes y la catenaria que protegen al sistema contra los sobrevoltajes causados por descargas atmosféricas, o por los frenados atípicos de los trenes que generan una devolución de energía a la catenaria.
La primera, pasa por evaluar la forma en que el frenado de los trenes está produciendo efectos en las líneas de energía, debido a que los vehículos nuevos tienen tecnología distinta a los anteriores y permiten devolver más energía a la red eléctrica.
“El impacto de la entrada de nuevos trenes se traduce en más frenados regenerativos y hay que evaluar los efectos. Además, como los trenes van más cargados y a veces tienen frenados repentinos, esos volúmenes de energía que se devuelven a la red son mayores “, explicó Díez.
La regeneración de energía a partir del frenado permite que el tren pueda enviar potencia a otro a través del sistema de catenaria. Sin embargo, es un mecanismo que según Díez fluctúa más que los convencionales y pese a generar un ahorro en el consumo de energía, “cuando hay grandes cambios en su alrededor puede volverse en un problema si no se toman medidas”.
La segunda hipótesis se enfoca en cómo están influyendo los cambios en la red eléctrica externa al Metro, en particular en la subestación de Sandiego, que es una de las tres que abastece las redes de la empresa de transporte.
“Estamos expuestos a variaciones en el sistema energético nacional, y si allí hay problemas de voltaje y de calidad de energía las catenarias nuestras lo pueden llegar a sentir y se pueden llegar a afectar algunos equipos críticos como son los pararrayos”, aseveró Elejalde, quien pidió a Empresas Públicas de Medellín (EPM) y a Interconexión Eléctrica S.A (ISA), intervenir en las investigaciones que se realizan con respecto al fluido eléctrico.
Por el momento, la investigación avanza en la recolección e inspección de datos en el campo, viendo qué sucedió, haciendo mediciones y compilando toda la información histórica de las fallas que ha presentado el Metro desde su entrada en operación y los reportes de voltajes y corrientes de las subestaciones que abastecen las redes del sistema.
Asimismo, se está terminando de diseñar, con base en la información conseguida, la prueba que se efectuará en los pararrayos que fallaron para poder decir cuál será el número mínimo de elementos a probar y las intensidades energéticas.
[En este modelo se realizará la prueba de los pararrayos del Metro. Foto: Julián Salamanca]
Si bien el foco de las críticas estuvieron enfocadas en el mantenimiento en la Línea A, el gerente del Metro, a través de sus operarios descartó que las fallas sean producto de una falta de cuidado y vigilancia con respecto a los elementos que integran la movilidad de los trenes.
Precisamente, el estudio permitirá mostrar cuáles elementos han cumplido su vida útil. Según Díez, las piezas que se están estudiando tienen una utilidad muy variable y dependiente de su operación. En algunos casos pueden sugerir 20 años y funcionar con tranquilidad por 40 años, pero en otras oportunidades no logran superar los diez años.
“Por el momento, los hilos de contacto y el sujetador, por ejemplo, no han cumplido su vida útil y está en muy buen estado. Hay elementos en general que fácilmente tendrían para operar muchos años”, aseguró Díez, quien también expuso que la parte de potencia del Metro, que está diseñada para una vida útil de 20 años, podría prologar por mucho tiempo su operatividad con estudios y mantenimiento.