El secretario general de la OEA ha sorprendido a un continente que lo recibió temeroso de que mantuviera el silencio cómplice de la entidad con la dictadura chavista.
Luis Almagro, secretario general de la OEA, sigue demostrando su catadura de demócrata integral. Lo ha hecho en valiente actualización de su informe sobre Venezuela. En ella pide al Consejo Interamericano que decida la suspensión de ese país del organismo interamericano hasta que el Gobierno no realice elecciones libres y garantice la restauración del orden democrático, afectado por la “ruptura total” que impuso el chavismo y agrava un presidente pendenciero rodeado de una corte despótica: para la muestra la insultante respuesta a la razonabilidad del documento de la Secretaría General.
Tras la publicación del documento actualizado a la luz del fracaso del proceso de negociación inventado por Unasur, mediado por el Vaticano y tercamente sostenido por José Luis Rodríguez Zapatero, el embajador Almagro libra en su propio campo la que puede ser su batalla más difícil como librepensador de izquierda. Para su victoria espera el respaldo de los gobiernos recién llegados a Brasil, Perú y Estados Unidos, así como en las naciones que lo acompañaron en el intento de junio de 2016, cuando el Consejo Interamericano decidió callar ante los abusos de la satrapía chavista.
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Para su propósito, el secretario general de la OEA debe conseguir 2/3 partes de los votos totales, o sea el apoyo de 23 de 35 países miembros del organismo. Aunque hoy tiene mayor apoyo que el que pudo sumar el pasado 24 de junio, todavía no se conocen las apuestas de los países del Caribe, conocidos como Petrocaribe por su antigua dependencia de la “generosidad” de Hugo Chávez. Tampoco es posible, para tristeza del país, dilucidar si el gobierno de Colombia será leal a la tradición democrática del país o si se allanará a presiones de los amigos, nuevos, del presidente Santos, viejos de las Farc y el Eln.
En este pulso, Almagro muestra un cariz democrático que merece el aplauso y acompañamiento de sus iguales en América y el mundo.