Matos Rodríguez y las Rimas de Becquer

Autor: Laura Cecilia Bedoya Ángel
13 abril de 2020 - 12:09 AM

Pianista, compositor y periodista, este invitado a quien le decían Becho nació el 18 de marzo de 1897 en Montevideo

Medellín

Bandoneón, voy a hablar del autor del más famoso de los tangos, La Cumparsita, -estrenada el 19 de abril de 1917- grabada en muchas versiones que están en distintas partes del mundo, películas y series de televisión en las que se escuchan sus famosos compases.

Lea también: ¿Le puedo cantar la Cumparsita?

 

“Todavía hoy, quienes escuchan La Cumparsita, sienten que en esta melodía hay algo, un bien extraviado, alguien perdido, una lástima. No sé…pero está” (1)

Fue Gerardo Hernán Matos Rodríguez un ser apasionado y enamorado, por el momento voy a transcribir una carta que estuvo guardada y que su sobrina nieta, Rosario Infantozzi tituló “La nostalgia de Renée”:

“Querido Gerardo:

Acabo de saber de ti por Georgette, que me dice que estás muy bien. No te podés imaginar qué placer sentí al enterarme de esto.

Menos mal que tengo amigas que me mantienen informada porque tú… tú eres muy haragán para escribir. Deberías mandarme una cartita, no te imaginas el placer que me daría leerla.

De salud estoy bien, simplemente siento nostalgia por Francia. Tengo la intención de hacerme una escapadita.

Hasta pronto, una palabra tuya y cree en la amistad sincera de

Renée

Pues bien, para salir de una vez del asunto, voy a contar que Renée era una trabajadora sexual, de la que Matos se enamoró perdidamente cuando estuvo viviendo en París.

También contó Matos que un día cualquiera, Renée visitó el Río de la Plata y cuando se preparaba al encuentro con ella, se dio cuenta del galope de su corazón como un potro salvaje y se fastidió del fracaso del intento de sacarse a esa mujer de la mente. Después de todo, cuando la vio, se dio cuenta de que nada volvería a ser igual que antes, pues se había convertido en una señora de años entrada en carnes, el amor que había durado 16 años se había terminado, de ese fuego no quedaban ni las cenizas, ella tenía 30 años.

Pianista, compositor y periodista, este invitado a quien le decían Becho nació el 18 de marzo de 1897 en Montevideo. En 1931, colaboró en la musicalización de la película Luces de Buenos Aires, filmada en Joinville, Francia, con Carlos Gardel como protagonista y dice su biógrafa que tiene más de setenta composiciones entre tangos, valses, milongas y folklor.

Para los lectores que quieran saber de otro amor intenso del autor de La Cumparsita, me voy a referir a Las confidencias de una mujer, plasmadas en el libro de Rosario Infantozzi(2). Se llama Magdalena y conoció a Matos en un baile, ella apenas tenía 15 años y fue un primo quien los presentó, esa misma noche la invitó a la chacra y ella a su vez le contó que sus padres la habían enviado a Montevideo para que estudiara y aprendiera a ser una señorita.

Al lunes siguiente y saliendo del colegio se encontraron, él mintiendo le dijo que era casualidad, también mintió porque se quitó 10 años y porque dijo que vivía solo ya que su familia estaba en Buenos Aires, se fueron a un parque y desde allí empezaron los encuentros y las mentiras de Magdalena.

Entre coqueteos, lectura de poemas, caminadas, los primeros besos, él alquiló una casa pequeña con lo necesario para que los dos estuvieran juntos.

Cuenta Magdalena que ella estaba alojada en casa de una tía que asistía a misa todos los domingos, se confesaba y comulgaba y ella era obligada a hacerlo.

Días después, su hermana llegó a Montevideo para comprar la tela de su vestido de novia y descubrió el romance de Magdalena, el caso es que la madre le dijo que debía regresar a la estancia, lloró mucho en la despedida y hasta le rogó a Matos que se casaran, él le dijo que sería un sufrimiento para ella, pero sí compró un boleto de tren para acompañarla hasta una estación anterior a su destino.

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“Allí me entregó una valija con dos libros adentro, Las Rimas de Becquer y La Amada inmóvil, de Nervo. Dentro de Las Rimas había un marcador… marcando la página donde Gerardo había subrayado la rima LXXXIX, Soy yo.

Puso la valija sobre la mesa, metió su mano debajo del saco como si sacara algo y lo metiera en la valija. - ¿Qué pusiste?- le pregunté-

- Mi corazón- me contestó- Guárdalo bien”.

 

“Si copia tu frente
del río cercano la pura corriente
y miras tu rostro del amor encendido,
soy yo, que me escondo
del agua en el fondo
y, loco de amores, a amar te convido;
soy yo, que, en tu pecho buscada morada,
envío a tus ojos mi ardiente mirada,
mi llama divina...
Y el fuego que siento la faz te ilumina.(…)”

 

Soy yo, que elevando
al cielo tranquilo mi férvido canto;
soy yo, que, los aires cruzando ligero
por un ignorado, movible sendero,
ansioso de calma,
sediento de amores, penetro en tu alma.

 

En 1944 sufrió una hemiplejia y lo que más lo desgarraba era que no podía tocar el piano, lo hacía con una sola mano a la que bautizó “mi mano gris.” Su salud empeoraba, lo internaron en el sanatorio y sentía miedo creyendo que no saldría bien librado

El 25 de abril de 1948 se leía el siguiente titular de prensa:

 

 “NUNCA COMO AHORA HABRÁ TANTA TRISTEZA EN LA CUMPARSITA”, había muerto Matos.

 

(1)-Carlos Maggi.

(2) De Matos Rodríguez, La Cumparsita.

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