"No me considero una persona romántica, pero sí soy una persona que cree en el amor; es lo que me mueve y me lleva a escribir", afirmó hoy en una entrevista con Efe en Madrid este compositor e intérprete que se ha hecho muy popular con un solo álbum en el mercado.

 De esta forma, solo un año después del lanzamiento de su primer álbum, de título homónimo, Manuel Medrano ve abiertas las puertas de numerosos países, en parte por el aval que representan los gramófonos dorados a mejor artista revelación y mejor álbum de cantautor.

"No soy productor ni músico ni un gran cantante. Mi pasión y lo que más me gusta hacer es escribir canciones, que es lo que me hace llorar y reír, por lo que el premio de cantautor tiene mucho valor para mí", dice.

Él mismo acuñó el término "pop fundido" para definir su estilo, "una música universal" en la que confluyen elementos de muy diversos géneros de su gusto (pop y rock, incluido el anglosajón, la balada, la bachata y la salsa), así como la "obsesión" por artistas solistas como Robi Draco Rosa, Fito Páez, Gustavo Ceratti, Chico Buarque, Juan Gabriel o Leonardo Favio.

Todo empezó por un "castigo". En las Navidades de sus 14 años soñaba con una consola de videojuegos, pero por "desaplicado" en el colegio, su madre decidió que una guitarra era mejor regalo.

"Yo ni siquiera escuchaba música en aquel entonces, pero a raíz de tener la guitarra tuve un acercamiento más directo y de forma autodidacta. No tenía dinero ni para cambiar una cuerda si se rompía, mucho menos para clases con un profesor", rememora.

Un año después comenzó también a cantar, primero delante de sus amigos, después en bares para ganarse "unos pesos". Hasta los 18 años, cuando compuso sus primeras canciones y decidió que "no trabajaría para nadie nunca más".

Persiguiendo ese propósito, a finales de 2014 lanzó en Colombia de manera independiente su primera canción, "Afuera del planeta", y muy poco después llegó la oferta de Warner Music para apoyar el lanzamiento de su primer álbum, que ya estaba prácticamente cocinado, con un tercio de canciones escritas desde 2008, como en el caso de "Bajo el agua".

"No es una de mis favoritas, pero me sorprende cómo, siendo tan antigua, ha sido capaz de conectar con tanta gente", reconoce el músico sobre este tema, que perdió el Grammy Latino a mejor canción a favor de "La bicicleta", de Carlos Vives.

En todo este tiempo, dice haber aprendido a confiar en sí mismo como artista, especialmente en su voz, que, curiosamente, gracias a su grave tesitura de barítono, se ha convertido en una de sus principales señas de identidad.

"De niño quería tener otra voz, con melismas y registros superamplios; solo cuando descubrí quién era yo como artista, empecé a amarme como era", comenta.

Su otro fuerte, añade, son unas letras que "curan las heridas", con una cadencia de caricia donde "la gente puede hallar un refugio".