Cuáles han sido las posiciones que no han caído del todo bien en sectores de la sociedad y que en redes sociales han sido harto cuestionadas
A tres semanas del debate electoral para definir la Presidencia de Colombia, un error puede ser fatal para cualquiera de los candidatos y más si están bien posicionados ante la opinión pública. Hoy, lo que más deben cuidar los candidatos es su discurso para evitar incurrir en yerros costosos, a estas alturas de la contienda. Evidentemente que en un tinglado donde lo que hay que hacer es exponer ideas, lo más posible es decir cosas que a los ciudadanos no les agrade. Veamos en mi sentir cuáles han sido las posiciones que no han caído del todo bien en sectores de la sociedad y que en redes sociales han sido harto cuestionadas.
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Humberto de la Calle Lombana. Han sido más las equivocaciones de su partido, el liberal, que las del propio candidato. El partido fue tímido en arrancar y la mayoría de sus parlamentarios hoy practican un juego que bien podemos llamar “botellón electoral”. Mientras se agachan frente a su candidato oficial, permiten que otras opciones salten por encima de sus humanidades. Por ejemplo, en Antioquia varios líderes municipales denuncian que sus parlamentarios liberales los están invitando a votar unos por Vargas Lleras y otros por Duque, pero no lo hacen públicamente para no incurrir en doble militancia. A De la Calle se le puede imputar el error de dudar durante muchos días si se unía a Sergio Fajardo o continuaba en la contienda. Eso lo hizo ver más débil que en las encuestas. Él mismo dudó de sus grandes capacidades como estadista.
Germán Vargas Lleras. Indudablemente una persona preparada y que siempre demuestra que tiene el país en su cabeza. Sus errores: Iniciar la campaña situándose a la derecha del espectro ideológico y competir allí con el Uribismo que tiene asegurado ese segmento de la opinión. Cuando viró al centro ya era demasiado tarde y su segunda gran falla fue permitir la presencia de tantísima clase política en su campaña lo que les facilitó a sus contradictores mostrarlo no solo como el candidato continuista, sino como el albergue de los políticos. Este será, seguramente, el talón de Aquiles de Iván Duque para la segunda vuelta, si no aprende de la experiencia de Germán Vargas.
Sergio Fajardo Valderrama. Al inicio de la campaña partió bien. Era la esperanza de las personas que no se querían situar en los extremos. Fue impreciso en algunas respuestas. Incurrió en vaguedades y en franquezas costosas. Fue demasiado ingenuo en el manejo de las masas y de los medios. La remisión a Google para conocer algo o la propuesta del incremento en la edad de los pensionados, son apenas dos ejemplos. Corregidos los yerros iniciales puede repuntar en la recta final.
Gustavo Petro Urrego. Es tal vez el más cuidadoso, aunque ofrecerle comprar un ingenio azucarero al empresario Ardila Lulle le fue tomada por sus contradictores como si se tratara de una expropiación. Indudable que con Iván Duque son los que vienen en los primeros lugares y por lo tanto los que más deben cuidar su lenguaje en estos días.
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Iván Duque Márquez. Los yerros han venido más de su mentor, doctor Álvaro Uribe, que del propio candidato. El expresidente se ha dejado sacar de casillas de sus malquerientes y se ha enfrentado, inútilmente, a ellos. La confrontación con estudiantes y maestros no le ha salido bien. Recibir a Vivian Morales en su campaña está por valorarse, pues resulta un contrasentido con lo que históricamente sostuvieron tanto el Centro Democrático como la excandidata, respecto al otro. La imagen fresca de Iván Duque la han envejecido con posiciones demasiado situadas a la extrema derecha que le serán negativas para la segunda vuelta. Duque corre el peligro de verse inundado de políticos a quienes el C. D. ha tildado de “enmermelados” y hacerle perder credibilidad para la segunda vuelta.