Los debates de la inteligencia

Autor: Darío Ruiz Gómez
13 enero de 2019 - 09:05 PM

Daniel describe por boca de sus protagonistas el enfrentamiento a estas situaciones donde la defensa de la cultura contra el terror los lleva a una emocionante ejemplaridad.

He leído en estos días con entusiasmo un libro de Jean Daniel el inmenso periodista amigo de Camus sobre quien escribió una biografía esencial en la cual recupera para siempre la dimensión de un pensador que nunca claudicó ante los chantajes de los totalitarismos. Y este libro de memorias, Los míos, es un esclarecedor análisis de lo que supuso su amistad con quienes debieron afrontar con valentía las turbulencias creadas por los enemigos de la libertad en su intento de borrar la cultura occidental, el nazismo, la amenaza de ese espejismo que para muchos intelectuales supuso el comunismo, ese acontecimiento crucial que dividió a los franceses, la guerra de Argelia. Lo que Daniel desvela a través de la cautivante claridad de su estilo es el hecho de que sin debates a fondo, sin intercambios, a veces feroces, de diferentes puntos de vista, no hay posibilidad alguna de que se arroje luz sobre encrucijadas tan terribles que terminaron en muchos casos por destruir la misma amistad. Todo esto sirvió para tener que reconocer que después de la guerra del 14 una idea de Europa se había hundido para siempre y era necesaria la recuperación de los valores espirituales de la tradición. ¿Desilusión o nihilismo? O sea, amargura y decepción a nivel personal o el precipitarse en un hueco sin fondo. Cuestionamientos que se formularon quienes detectaron la hecatombe que supuso la derrota de la razón, que vivió el ciudadano común pero que la hipócrita burocracia política descaradamente pretendió ignorar. Daniel describe por boca de sus protagonistas el enfrentamiento a estas situaciones donde la defensa de la cultura contra el terror los lleva a una emocionante ejemplaridad. François Mauriac a quien califica como el mejor polemista francés, Malraux y su apasionada defensa de lo que representa De Gaulle ante la amenaza de los populismos, Sartre y sus terribles contradicciones vitales; Maurice Clavel, todo en el marco de los inolvidables debates políticos donde el magisterio de grandes polemistas como Zola se renovó a través de la columna periodística en revistas como L´Express o Le Nouvel Observateur, Preuves periódicos como Combat, -publicaciones que fueron definitivas en mi formación política- . Daniel describe con certera finura e ironía la presencia viva de ese ramillete de grandes escritores, historiadores, para los cuales la tarea de la crítica se convirtió en el ejercicio de su libertad interior, como François Furet el gran historiador lo hace en su análisis sobre la Revolución Francesa y sobre su desilusión sobre su militancia comunista. ¿Qué es lo que se revoluciona porque se han dado revoluciones que no son las políticas? Raymond Aron cuyo pensamiento ilumina hoy lo que puede ser el desarrollo de una sociedad sin recurrir al miedo se erige como un pensador necesario.

Lea también: No analices muchacho, no analices

Análisis de las ideologías políticas pero ante todo y sobre todo condena del sufrimiento humano a nombre de dañinas demagogias donde la libertad fue suplantada por la farsa de las “identidades” lo que desde la perspectiva de las manipulaciones mediáticas de hoy sobre la verdad y sobre la tarea del intelectual, nos recuerda que el sofisma de que ya no es necesaria la inteligencia en la tarea de pensar un futuro inmediato, lo que pone de presente en el mal periodismo, es que cuando la mediocridad pretende igualarnos por lo bajo, es imposible pensar en un debate de ideas porque ya no hay ideas, porque el papel crítico de los intelectuales se redujo a callar ante las nuevas violencias, a consentir lo peor, o sea a eludir la verdad.

Lo invitamos a leer: Para llegar a ser liberal

P.D. Un Alcalde no puede ser un Dictador.

 

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Comentarios:

CARLOS IGNACIO
CARLOS IGNACIO
2019-01-14 18:34:14
Vale la pena reflexionar. El debate nos obliga a utilizar nuestros mejores argumentos, a clarificar y ordenar por su valor nuestras ideas. Una sociedad sin debate, no es una sociedad con libertad.

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