La recuperación parcial del precio del petróleo en los mercados internacionales, la puesta en funcionamiento de Reficar y el drástico esfuerzo para ajustar los gastos, en especial los de producción, le dejaron a Ecopetrol utilidades por $6,6 billones en 2017, con aumento de 323% frente a 2016. La revitalización de las finanzas de la segunda empresa del país, la primera mixta, trae optimismo al presupuesto nacional y a los 341.150 accionistas que en los últimos 4 años habían recibido los impactos de la caída a mínimos de los precios del crudo.

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La dirección de la empresa ha anunciado la que se percibe como una sensata propuesta de distribución de utilidades. Anuncia que destinará 3,66 billones de pesos a la entrega de dividendos a los accionistas, mediante el pago de $89 anuales de dividendo por acción. Con esta decisión, el Gobierno Nacional, accionista mayoritario, percibirá 3,2 billones de pesos. Por su parte, los 341.150 accionistas que desde 2012 vieron caer progresivamente sus réditos, y el valor de su patrimonio, recibirán dividendos por $421.000 millones, viendo así premiada la confianza que en 2007 depositaron en el presidente Álvaro Uribe, cabeza de la campaña para que los colombianos invirtieran sus ahorros en acciones de la sólida empresa petrolera cuya propiedad se democratizó en ese momento.

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La compañía ha reservado la menor porción de sus utilidades, 2,54 billones de pesos para las actividades de su crecimiento estratégico, y ha destinado $1,4 billones para el desarrollo de nuevas exploraciones. Mediante esta apuesta, sus actuales administradores, encabezados por Felipe Bayón, hacen su parte del esfuerzo en contribuir a afianzar y consolidar la compañía petrolera en momentos en que no es dable esperar mejores precios y sí es preciso atender presiones crecientes por el mejoramiento, siempre costoso, de sus estándares ambientales en los procesos de producción del crudo y de refinación de combustibles, para que estos se adapten a altos estándares internacionales de baja contaminación.

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Los resultados de Ecopetrol no sólo dependen de la compañía. Ahora que se celebran éxitos que mayoritariamente le pertenecen, no se pueden olvidar las sombras que la amenazan. La más seria de ellas es, sin duda, la de enfrentar los atentados terroristas del Eln, principalmente contra el oleoducto Caño Limón Coveñas, que en 2017 fueron 65, según datos de la Procuraduría General de la Nación, y en los apenas dos meses corridos de 2018 ya suman diez. Estos ataques frenan la producción, que en 2017 fue de 854.000 barriles diarios, frente a 885.000 de 2016, y producen daños insolubles al medio ambiente. Al terrorismo ejercido en el marco de las negociaciones de Quito se están sumando en 2018 los impactos de la que, a falta de otro calificativo, los expertos llaman “conflictividad social”, y que en el pasado mes de febrero provocó varias parálisis en la producción de Campo Castilla, en Meta.

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