La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia deja gratos resultados para la democracia liberal, que sigue mirándose en los espejos de Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia, los dos primeros empañados por el respaldo electoral al populismo extremista en el Brexit y la elección de Donald Trump. Cuando el mundo temía por su debilitamiento como personera de los valores democráticos, la ciudadanía francesa ofrece renovadas razones para el optimismo.

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Según los resultados entregados al cierre de esta edición, el campo político francés ha sido copado por cuatro organizaciones políticas que representan el espectro ideológico, cada uno con apoyo electoral igual al de sus contrapartes. Esta pluralidad es una gran noticia, por cuanto propicia el diálogo democrático entre diferentes como alternativa para forjar acuerdos y como esperanza de contención a los afanes por polarizar la opinión y convertir la política en batalla de extremos. Entre las buenas noticias reluce el segundo lugar de la extremo-derechista Mariane Le Pen, quien, contra toda expectativa y afortunadamente, no fue catapultada por el atentado del viernes en los simbólicos Campos Elíseos.

Las elecciones han traído, también tristezas. La mayor es para el icónico Partido Socialista Francés, que al finalizar el siglo XX representó a la izquierda democrática y su capacidad de ser opción de poder en estados republicanos y que terminó hundido por el peso del mediocre François Hollande. Derrumbado el partido de Miterrand, el legado de la centro-izquierda ha quedado bajo tutela del impredecible Emmanuel Macron, tan ?progresista? como personero del libre mercado. Siendo su proyecto una incógnita, los demócratas le recuerdan que en la campaña hacia la segunda vuelta, y en su gobierno, queda a cargo de la defensa de los valores de la democracia liberal occidental personificados en los ideales de Francia como sociedad abierta al mundo y en particular a Europa, acogedora con los migrantes de sus excolonias que hoy reclaman su protección y defensora de los ideales del Estado de Derecho. El ataque a esos símbolos expresa el radicalismo de la candidata Le Pen.

Desde la tarde de este domingo inició una carrera difícil para el pueblo francés y expectante para el mundo. En ella, los ciudadanos confían en que el discernimiento de los franceses lleve al impredecible Macron a ser el presidente más joven, y desconocido, de la historia de la República francesa.