La voz común

Autor: Henry Horacio Chaves
15 noviembre de 2018 - 09:04 PM

La radio en Colombia está de celebración y es justo hacerle un homenaje por ser la voz de todos y hacernos compañía

Entre nosotros se afincó casi desde el principio. La historia señala el papel fundamental de algunos pioneros como Elías Pellet Buitrago, considerado el padre de la radio en Colombia, un reconocido radioaficionado que en diciembre de 1929 comenzó a hacer transmisiones públicas a través de La voz de Barranquilla. Sin embargo, meses antes, el 7 de agosto, cuando empezaba su último año de gobierno, que sería el fin de la hegemonía conservadora, el presidente Miguel Abadía Méndez, ya había pronunciado el discurso de inauguración de la primera radiodifusora en el país, la HJN que más tarde se convertiría en la Radiodifusora Nacional.

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No hacía ni una década que la radio se estrenaba en todo el mundo. Sus experimentos, tanto desde el punto de vista técnico como desde los contenidos, apenas se consolidaban con tragedias como la del Titanic o las noticias de la guerra, que marcarían para siempre su estilo narrativo. Y claro, no pudo hacerse antes un lugar entre nosotros, porque no había infraestructura de comunicación inalámbrica hasta que la encargó el general Pedro Nel Ospina, de quien se dice envío en abril de 1923 un telegrama al propio Guillermo Marconi e inauguró luego el Ministerio de Correos y Telégrafos.

Pero con La voz de Barranquilla, comenzó a escucharse la voz común, la de todos. No en vano, en cada región las primeras emisoras se nombraron así: La voz de Antioquia, La voz de Bogotá, La voz de Cali, etc. Y como hemos dicho, casi desde el comienzo, lograron atrapar un importante número de oyentes en un país campesino, acostumbrado a escuchar historias, necesitado de compañía en las faenas rurales, que ya había sucumbido a trovadores, culebreros y dicharacheros. Un país eminentemente oral que sigue escuchando radio a pesar de las muchas veces que le han aplicado los santos óleos.

La radio fue la única alternativa de entretenimiento gratuito en la depresión económica del 29. Dio vida a la industria del entretenimiento. Pero también se convirtió en vehículo de educación, de cultura y de expresión de visiones de mundo. Por eso la BBC, la Deutsche Welle, la RAI y tantas otras, siguen buscando audiencias en todo el orbe. Y esos sonidos aún los podemos compartir por sus servicios de colaboración con emisoras como la de la Universidad de Antioquia, que hoy celebra 85 años desde que los profesores José Sierra y Próspero Ruiz se metieron en el embeleco de crear la primera radiodifusora cultural y universitaria de América Latina.

Y ahí sigue sonando e inspirando a otras. Como siguen sonando las estaciones de las cadenas Caracol y RCN que celebran este año siete décadas de enlaces y emisiones, ligadas al desarrollo y a la historia del país. Ambas cadenas con fuertes lazos en Medellín acaban de ser reconocidas con el Premio Ondas, el más importante de la radio en el mundo, por su aporte a la radiodifusión internacional. Talentos, modos de hacer, contenidos, hemos aportado al mundo sonoro.

Ya no somos el país rural que vio nacer a la radio, pero ahí estuvieron las señales hertzianas para contarnos esa transformación y para llenarnos de nostalgia. Y ahí están diariamente, marcando la agenda informativa y sucumbiendo a la tentación de la palabra, aun en los espacios musicales que prometen “más música y menos cháchara”, pero que invitan a los oyentes a ser también “parlantes”, a jurar que los escuchan siempre, a compartir sus gustos e inquietudes, lo mismo que sus despechos.

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Porque así es la radio, acompaña y anima, entretiene y cuestiona; pero, sobre todo, es un medio tan democrático, tan de todos, que para llegar a él no se necesita siquiera saber leer, aunque tampoco estorba. Y habla de todo y para todos, con voces múltiples y diversas que nos pueden llevar por la historia del mundo o la barriada más cercana sin mayor esfuerzo. Deportes, música, cultura, opinión y noticias. Y también educa, a veces bien y a veces no tanto, pero en todo caso, ahí está la radio que hoy celebramos con los cientos de colegas que tercamente se niegan a apagar los micrófonos, porque saben que al otro lado de los variados receptores estamos miles de nostálgicos que entendemos que la radio es la voz común, la voz de todos, y hasta conversamos con ella.

 

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